Bienvenidos al número 66 de Alenarte Revista, correspondiente a noviembre de 2010.
Estamos muy contentos porque resulta que las cosas van bien.
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Les ofrecemos en esta Sección de Actualidad dos muy interesantes propuestas.
En Primer lugar una cita musical con Brahms, no solo con él, cita que aquí también podrán disfrutar al menos en una pequeña selección, sino también con Schoenberg, y que esperamos que, una vez hayan degustado aquí una muestra, les anime a ir a la Fundación Juan March.
En segundo lugar en el Centro Cultural Blanquerna nos proponen una exposición de dibujos del artista Robert Cabeza, que, como podrán comprobar por la pequeña selección que aquí les entregamos merece su atención y el desplazamiento. Corresponde la exposición al título de Veus i Miradas», que es como se denomina el libro publicado por el artista.
“Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
(Miguel Hernández. Elegía)
Son cinco pinceladas, cinco hitos que ayudan a entender su evolución. Cada una de las escenas se sostiene sobre la misma arquitectura formal. Cada cuadro comienza con una alusión a los distintos ritmos que prevalecen en cada momento de la historia, ritmos que ejecuta el cuerpo de baile de la compañía siguiendo los acordes de música grabada.
(Amando Carabias)
Traemos a esta Sección un poema perteneciente al libro Mudanzas, de Begoña Montes Zofío, autora brasileña nacida en 1962, residente en Madrid, escritora y coordinadora de distintos talleres literarios.
El libro ha sido publicado por una pequeña editorial – pequeña porque acaba de empezar, no por la calidad de sus libros- Ediciones Crusoe.
En Alenarte creemos que tanto su poética como la editorial que la publica merecen difusión para disfrute de los lectores.
Hacer la crítica literaria de un libro de poesía, y más si salió originariamente hace tres años, tiene el mismo riesgo que escribirlo: que no se lea, o bien repetir temas y contenidos comunes.
Este libro, La Cinta de Moebius, es posible que sea poco leído y también poco entendido, porque parte de un concepto del hecho poético bastante singular, como es que, este acto, es una construcción en sí mismo.
( Alena Collar )
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El 24 de junio de 2009 se cumplieron 157 años del nacimiento de Antonio Gaudí. Juan Bassegoda[1] en su artículo “Antonio Gaudí Cornet” aporta una curiosa síntesis de su estilo al expresar: “hijo de un artesano, sin antepasados arquitectos, dotado de un gran sentido de la observación al tiempo que de una ingenuidad casi infantil, fue capaz de ver, sin prejuicios ni deformaciones profesionales, toda la belleza y al mismo tiempo toda la utilidad de las formas naturales. Supo percibir la estructura, siempre funcional e inteligente, de los árboles, los cuerpos humanos o las montañas. Comprendió que estas estructuras naturales, tan útiles y perfectas, se articulan con una geometría distinta de la que han usado siempre los arquitectos, la geometría del compás y la escuadra, creadora de formas abstractas inexistentes en la Naturaleza.”
Fernando Chueca Gotilla arquitecto expresa en su artículo “Gaudí y el genio de la contradicción”[2] “Gaudí es un gran genio constructor, posiblemente uno de los mayores genios constructores que jamás hayan existido. Sus elementos arquitectónicos —arcos, bóvedas, columnas, etcétera— se conciben al servicio de la función mecánica que ejercen. Esta teoría ha dado lugar a los arcos parabólicos y a las columnas inclinadas, rasgos peculiares de su estilo. Según César Martinell, esto supone el mayor avance de la arquitectura en piedra, desde la época ojival hasta nosotros.” Gaudí resumió su pensamiento en una sola frase: «Originalidad es volver al origen». En su caso el origen es la Naturaleza que viene ofreciendo maravillosas estructuras y bellísimas formas decorativas desde los más remotos tiempos.”
( Belén Pérez de Prado )