«Cierto día sentí de repente que tenía que pintar; me puse a hacerlo. Y ahora soy un artista, eso es todo». Estas palabras de Kees van Dongen pueden parecer pretenciosas, pero no hay duda que dan muy bien el carácter del que fuera maestro en el uso del color. Sus obras, brillantes, cargadas de luz y de colores intensos, nos hacen conocer a un pintor diferente, exuberante y provocador. No estaba Van Dongen entre mis artistas favoritos, aunque siempre me he sentido intrigada por sus retratos de estilizadas damas de grandes ojos cercados de oscuro, por lo atrevido en sus cuadros; incluso por su vida artística, que le llevó desde la pobreza hasta conquistar el éxito y recibir la Legión de Honor francesa.
( Pilar Moreno )