Hace pocos días les acercamos desde nuestro espacio en Alenarte Difusión, la presentación que Eduardo Galeano hizo de su último libro Los hijos de los días. Quizá con la prisa de hacérselo llegar a ustedes cuanto antes, no pudimos hablar más en profundidad de este uruguayo universal y nos quedamos solamente en la anécdota de la presentación en Casa América que, aun siendo muy interesante, a la vez nos parecía que el autor merecía un artículo más extenso en el cual ustedes pudieran conocer algo de su vida, de su obra o de las muchas anécdotas que salpican su largo recorrido literario. Por lo tanto y para pagar nuestra deuda aquí van algunas pinceladas de Eduardo Galeano.
( Carlos Feral )
Acercamiento a Eduardo Galeano desde sus decires. Por: Carlos Feral
Nace en Montevideo el 3 de septiembre de 1940 Eduardo Hughes Galeano. Este nombre tan curioso, Hughes, le valió su primer apodo cuando comenzó como dibujante en El Sol de Montevideo y firmaba sus dibujos como “Gius”, pronunciación castellanizada de su nombre real. Era muy joven, apenas catorce años, cuando comenzó a escribir algunas crónicas culturales que alternaba con las ilustraciones y durante varios años simultaneó estos trabajos con otros más prosaicos tales como: mensajero, peón, taquígrafo o cajero de banco.
Su verdadera carrera periodística comienza en los años sesenta como editor de Marcha, donde también ejercía como jefe de redacción y donde escribían firmas tan conocidas como Benedetti o Vargas Llosa. También trabajó en Época a partir de 1964 pero a causa de la dictadura uruguaya tuvo que exiliarse a Argentina donde fundó y dirigió la revista Crisis en 1973. Debido a que también en Argentina hubo un golpe militar que derrocó al gobierno democráticamente elegido, hubo de exiliarse nuevamente a España, a la costa de Girona, para regresar a Uruguay a principios de 1985. Su libro Las venas abiertas de América Latina fue censurado por todas las dictaduras del continente y él fue incluso encarcelado antes de ser obligado a abandonar el país en 1973.
Hablando de Perón, hay una curiosa anécdota en la que Galeano, mientras disfrutaba de una beca en París, se enteró de que el presidente Perón en el exilio había dicho: “Si ese muchacho anda por acá, me gustaría verlo”. Eduardo Galeano llamó a un número que le habían facilitado y pudo tener una charla con Perón en la que le preguntó por qué no daba señales más seguido a lo que Perón le contestó: “El prestigio de Dios está en que se hace ver muy poco”.
En España escribe su famosa trilogía Memoria del fuego en la que cuenta la historia de América Latina desde la creación del mundo hasta nuestros días. Los títulos van en orden cronológico: Los nacimientos: (desde la creación del mundo hasta el siglo XVII), Las caras y las máscaras: (siglos XVIII y XIX) y El siglo del viento: (siglo XX).
Muy al estilo Galeano y, al igual que hace en el libro que les comentamos hace un par de semanas Los hijos de los días, los textos de la trilogía están compuestos de pequeños relatos, muchos de ellos de tamaño inferior a una página que contienen citaciones a libros de historia donde se relatan los hechos y las leyendas, no haciendo distinción entre lo verdadero y lo falso, rindiendo así tributo a la tradición oral de todos los pueblos sudamericanos. Dice Galeano de si mismo que “No soy un inflacionista de la palabra”, lo cual explica su concisión en los textos a pesar de la riqueza de su prosa, prosa que podríamos considerar poética en muchos de sus relatos.
En cuanto a galardones copio para ustedes literalmente estos premios desde la página oficial del autor en su apartado de biografía:
En dos ocasiones fue premiado por la Casa de las Américas de Cuba y por el Ministerio de Cultura del Uruguay. Recibió el American Book Award de la Universidad de Washington, los premios italianos Mare Nostrum, Pellegrino Artusi y Grinzane Cavour, el premio Dagerman, en Suecia, la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid y el premio Vázquez Montalbán del Fútbol Club Barcelona. Fue elegido primer Ciudadano Ilustre de los países del Mercosur y fue también el primer galardonado con el premio Aloa, de los editores de Dinamarca, el Cultural Freedom Prize, otorgado de la Fundación Lannan, y el Premio a la Comunicación Solidaria, de la ciudad española de Córdoba.
Por supuesto que su obra es tan extensa que sería absurdo enumerarla en este artículo así que ya saben que en muchas páginas de internet pueden consultar específicamente el libro que deseen de Galeano y así nos ahorramos una larguísima enumeración. Les prometo que no es pereza sino que no pretendo cansarles ni con datos ni con fechas.
Sigamos pues hablando de otra faceta de Eduardo Galeano que ustedes quizá desconozcan: su enorme pasión por el fútbol. He tenido la oportunidad de ver un video incluido en un artículo suyo llamado Sentipensar el fútbol que me ha llamado mucho la atención y cuyo enlace quiero compartir con ustedes
Es una intervención de Galeano en la fundación Athletic club de Bilbao el 28 de mayo de este mismo año que no tiene desperdicio. Simplemente deliciosa. Dice que sentipensar es una expresión que tomó prestada de unos pescadores de la costa colombiana a los que trataba de explicar en qué consistía ser escritor. Uno de ellos le dijo que “El lenguaje si es verdadero tiene que ser sentipensante” y Galeano le advirtió que se la tomaba prestada para si desde aquel mismo momento. A lo cual el pescador respondió que se la regalaba gustoso.
En sentipensando el fútbol reconoce que quiso ser jugador de fútbol. “Cualquier uruguayo desde que sale entre las piernas de su mamá lo primero que grita es “Gol” y por eso las maternidades de Uruguay son tan ruidosas. En horas nocturnas soy el mejor jugador del mundo y hasta Messi se vuelve verde de envidia al verme jugar. Pero sólo soy el mejor del mundo a ciertas horas, soñando, nunca de día.”
Quédense con esta frase del escritor: “…yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo sombrero en mano, y en los estadios suplico: “Una linda jugadita, por el amor de Dios”. Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece.”
Dejando el fútbol a un lado me gustaría acercarles la faceta del Galeano comprometido. Aparte de sus libros, escribe unos artículos en los que sin tapujos analiza la actualidad política y social cargando contra la injusticia, contra el poderoso. Miren el siguiente ejemplo de uno de sus artículos:
«Preguntitas del primer día
La guerra, ¿para qué?
¿Para probar que el derecho de invasión es un privilegio de las grandes potencias, y que Hussein no puede hacer a Kuwait lo que Bush hace a Panamá?
¿Para que el ejército soviético pueda apalear impunemente a lituanos y letones?
¿Para que Israel pueda seguir haciendo a los palestinos algo que podría llegar a parecerse a lo que Hitler hizo a los judíos?
¿Para que los árabes financien la carnicería de los árabes?
¿Para que quede claro que el petróleo no se toca?
¿O para que siga siendo imprescindible que el mundo desperdicie en armamentos dos millones de dólares por minuto, ahora que se acabó la guerra fría?
¿Y si un día de éstos, de tanto jugar a la guerra, estalla el mundo? ¿El mundo convertido en arsenal y cuartel?
¿Quién ha vendido el destino de la humanidad a un puñado de locos, codiciosos y matones?
¿Quién quedará vivo, para decir que ese crimen de ellos ha sido un suicidio nuestro?»
(La guerra de las falacias (1991), en Ser como ellos y otros artículos)
Eduardo Galeano no habla de grandes revoluciones, no. Dice que la energía creadora, la que mueve a los cambios se desarrolla haciendo y además haciendo juntos. Una serie de pequeñas cosas, de pequeños actos individuales desencadenan la alegría de hacer, de cambiar, de actuar sobre la realidad y cambiarla un poquito y así probar que se puede transformar.
Entre sus frases célebres hay algunas demoledoras. Quiero compartir algunas con ustedes:
“Mientras los niños ricos juegan a la guerra con balas de rayos láser, ya las balas de plomo amenazan a los niños de la calle…”
Miren esta otra sobre la Iglesia católica:
… Del Espíritu Santo, lo confieso, poco o nada me había quedado: apenas el vago recuerdo de una paloma blanca de alas desplegadas, que caía en picada y embarazaba a las vírgenes.
No bien entré al aeropuerto de Roma, un gran cartel me golpeó los ojos:
BANCO DEL ESPÍRITU SANTO.
Yo era muy joven, y me impresionó enterarme de que la paloma andaba en eso.
Una de las características de Eduardo Galeano que más me entusiasman es la ironía y el humor que utiliza como arma para la crítica, contra la injusticia, contra la pobreza, el maltrato, el racismo, la ignorancia o la violencia.
En la pared de una fonda de Madrid, hay un cartel que dice: Prohibido el cante. En la pared del aeropuerto de Río de Janeiro, hay un cartel que dice: Prohibido jugar con los carritos porta-valijas. O sea: todavía hay gente que canta, todavía hay gente que juega.
Les dejo un enlace de frases célebres del autor que a buen seguro disfrutarán.
Y me despido con uno de esos pensamientos para los que aún soñamos con un mundo mejor. Cada uno contribuimos a transformarlo desde donde sabemos, desde nuestro cambio chiquito en positivo, desde nuestra minúscula aportación que sumada a otras miles de minúsculas cosas pequeñas harán del mundo algo mejor. Eso es lo que pretendemos desde Alenarte. Eso es lo que le gustaría a este humilde redactor de esta pequeña gran revista: creer en la utopía de que mañana, ustedes, después de leer algo sobre Eduardo Galeano, se hayan transformado por dentro un poquito, una pizca a mejor.
La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.