Empezó recibiendo lecciones de piano en el colegio, hasta que en séptimo grado comenzó a liderar su propia banda para empezar a ganar algo de dinero, mientras entraba en contacto con la batería, el instrumento que ya no abandonaría en toda su vida. ( Alfredo Rodríguez)
Art Blakey: Genio, espíritu y generosidad. Por : Alfredo Rodríguez.
“Mr. Blakey, también conocido como Abdullah Ibn Buhaina [nombre que adoptó después de su conversión al Islam en los años 40] y líder de la banda The Jazz Messengers, tocaba con una mezcla de poderoso abandono y control preciso. Un baterista extraordinario capaz de convertir cada tema en un viaje épico, con un inicio en calma a partir del cual iba envolviendo la melodía con textura sobre textura, siempre controlando las dinámicas hasta que la tensión estallaba de una forma ensordecedora. Mr. Blakey, al mismo tiempo, moldeaba cada interpretación trabajando la textura de sus solos, hasta dar como resultado un conjunto de interpretaciones en las que mezclaba la excitación de la improvisación con el entendimiento profundo de las personalidades y capacidades de los músicos que lo acompañaban”.
Una larga cita extraída del obituario publicado por el New York Times el 17 de octubre de 1990, dedicado a Art Blakey (Pittsburgh, 1919- Nueva York, 1990), uno de los músicos de jazz más influyentes de la historia y que contribuyó a fijar los estándares musicales del jazz actual, gracias, por un lado, a su personalidad musical y, por otro, a su magisterio.
Este último aspecto le fue reconocido, por ejemplo, por el trompetista Winton Marsalis, que a los 17 años entró a formar parte de la banda de Art, y de quien reproduzco otra larga cita para entender un poco de la importancia de las enseñanzas de nuestro protagonista de hoy.
“Art fue muy importante para mí porque siempre dio mucha importancia a la integridad y la calidad, pero más importante que eso fue su calidad humana, un hombre que siempre buscaba hacerle la vida más fácil a los demás. Art facilitaba el contexto para que los músicos pudieran tocar y desarrollarse, y aunque no estuviéramos a su nivel siempre nos ayudaba a seguir aprendiendo. Primero dejaba a los músicos tocar y luego te ofrecía consejos de una forma sutil, pero nunca te desanimaba, siempre lo hacía como un refuerzo positivo. El sabía que hay un precio a pagar para convertirse en músico, y él siempre hacía todo lo posible para ayudarnos”.
Y no es broma esto que dice Marsalis después de que por la banda de Art Blakey pasaran personajes de la talla de Lee Morgan, Wayne Shorter, Feddie Hubbard, Cedar Walton, Branford Marsalis o Keith Jarret, entre otros muchos. Sin embargo, para llegar hasta ahí Art Blakey tuvo que criarse con una familia de acogida, después de que su madre soltera muriera siendo él niño. Empezó recibiendo lecciones de piano en el colegio, hasta que en séptimo grado comenzó a liderar su propia banda para empezar a ganar algo de dinero, mientras entraba en contacto con la batería, el instrumento que ya no abandonaría en toda su vida.
En su estilo se combinan las influencias de Chick Webb y Sid Catlett, y también de las percusiones africanas que conoció a finales de los años 40, en una larga estancia en el continente negro. Para entonces ya había tocado con Dizzy Gillespie, Miles Davis y Thelonius Monk, todas figuras centrales del bebop, además de Sarah Vaughan, Dexter Gordon o Fats Navarro. A mediados de los 50, junto con Horace Silver daría a luz a The Jazz Messengers, el grupo arquetípico de las formaciones de hard bop.