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Capacidad de sorpresa. Alguna reflexión sobre la narrativa joven. Por : Alena Collar

Debo reconocer en primer lugar que no era éste el artículo que quien subscribe pensaba publicar en este número de Alenarte. Los lectores/as de esta revista conocen mi interés en ofrecer aquí una muestra de las últimas novedades editoriales de autores y autoras jóvenes, que están empezando, y que no suelen tener difusión en medios mucho más importantes que Alenarte. Y así seguirá ocurriendo porque merece la pena destacarse el esfuerzo, la calidad oculta, de muchísimos escritores/as que rondan librerías pequeñas, editoriales que comienzan, y que buscan su lugar en el mundo.

Dicho esto, por una vez sí me gustaría hacer una reflexión personal sobre alguna cosa que me preocupa bastante. ( Alena Collar)

 

 

 

Capacidad de sorpresa. Alguna reflexión sobre la narrativa joven. Por : Alena Collar.

 

A menudo, recibo libros por si son de interés de Alenarte, puedo asegurar que son todos leídos, pero naturalmente no todos son comentados. Y hay una idea que parecen tener entre ceja y ceja los escritores/as y las editoriales a la hora de publicitar sus libros; que son libros “sorprendentes”.

Verán, la capacidad de sorpresa que pueda tener un libro no es sinónimo de calidad literaria. Incluso me atrevería a asegurar que, al lector normal, culto pero sin ínfulas de pedantería, que lee por placer, a veces, más veces de la cuenta, lo que le tira de espaldas es lo “sorprendente” que es ese libro; y me explicaré.

Decía Henry James a propósito de Howells, hispanista, escritor y diplomático, y cónsul en Venecia entre 1861-1865, en el prólogo de su libro –el de Howells- Vida Veneciana, que “la verdadera creación literaria surge […] de una buena prosa”.  Luego añade, naturalmente cómo Howells trasciende lo que relata a la categoría de general, haciéndolo vivible para sus lectores, es decir, superando la anécdota. No habla James en ningún momento de un libro “sorprendente”, no alude a su capacidad para que el lector se quede poco menos que perplejo leyendo.

A esto me refiero. Causar perplejidad en el lector puede ser divertido, causarle sorpresa puede ser en los días actuales sinónimo de muchas ventas, pero eso no presupone calidad. La calidad es-a mi modesto criterio- otra cosa, y desde luego si no está avalada por una “buena prosa”, lo que terminará por ser es ilegible. Cualquiera puede inventarse que alguien se despertó convertido en insecto, pero hay que ser Kafka para ser capaz de escribir La Metamorfosis.

Naturalmente que nadie aspiramos a ser Kafka, sino nosotros mismos, y naturalmente que a menudo batallamos con insectos mucho más reales y mezquinos que nos impiden tener ese lugar en el mundo al que antes me refería, pero sería muy conveniente que, tanto editores como escritores reflexionaran minimamente a la hora de no ya publicar, sino publicitar lo que publican.

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  • Amando Carabias

    marzo 10th, 2011

    Creo yo, a mi modestísimo entender, que se trata de sorprender, porque se piensa que es el modo más rápido de encontrar un lugar en este mundo editorial tan competitivo. Quizá para muchos la buena prosa sólo implique acabar arrumbado entre cientos de títulos que no destacan, y se trata de destacar.
    O eso se piensa.
    Y más cuando se es joven o se es editor al uso.

  • catherine

    marzo 13th, 2011

    Decía Mallarmé: la chair est triste et j’ai lu tous les livres o la carne es triste y he leído todos los libros. No sé si me pueden sorprender mucho a mí. No lo digo por ser pretenciosa, lo digo porque ya he leído tantos libros con temas tan diferentes que no busco la sorpresa sino todo lo que llamas calidad literaria y Henry James buena prosa. Es verdad que James no causa sorpresa pero es un placer leer sus libros.
    Marketing is marketing.

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