Hace unos años viajé unos días a Ámsterdan, pudiendo admirar sus calles, sus plazas, sus edificios y sus famosos canales, comprobando el buen hacer de los arquitectos y urbanistas que intervinieron en su desarrollo y planificaron sus ampliaciones; entre los diversos museos que visité destaca el Museo de la Ciudad dedicado, como era de esperar, a mostrar a los visitantes la historia de la ciudad, sus poblamientos, las características de sus habitantes, sus edificios más destacados, y también su evolución desde simple villa a la actual ciudad; mostrando los diferentes trazados de su desarrollo urbano; obtuve entonces un material fotográfico que consideré interesante y que aprovecho ahora para ilustrar este artículo; que espero interese a los lectores.
(Virginia Seguí)
Ciudades europeas: Ámsterdam. Paradigma del desarrollo urbano en el norte. Por Virginia Seguí.
Lo que hoy conocemos como Holanda o los Países Bajos, era una pequeña confederación de siete estados provinciales que tras conseguir la independencia de España en 1609 configuró su gobierno como una República; fue un caso singular dentro del resto de estados europeos del momento; su fuerte burguesía comercial, marítima e industrial tuvo la suficiente fuerza y, sobre todo, la inteligencia de organizar el nuevo Estado con criterios democráticos de modo que los ciudadanos tuvieran participación en sus directrices; consiguiendo instituir un sistema premercantil y un mercado financiero mundial únicos, siendo la causa de la primera crisis del mercantilismo existente y dominante en el resto de Europa; consiguiendo que sus actividades comerciales no se vieran lastradas por el control oficial y que su industria, todavía basada en el sistema corporativo medieval, al no estar controlada directamente por el Estado pudiera desarrollarse con cierta libertad favoreciendo un sistema económico basado en criterios comerciales.
A diferencia del resto de Europa su población era mayoritariamente urbana de manera que, a finales de la Edad Media, más de la mitad de la población holandesa residía en núcleos urbanos; hacia el año 1500 en Bélgica y Holanda existían alrededor 200 ciudades fortificadas y más de 150 poblaciones importantes que pese a no estar circundadas por murallas podían considerarse ciudades. Muchas de ellas construidas en polders, es decir en terrenos ganados al mar; ciudades que se habían ido desarrollando urbanísticamente respetando su carácter medieval conjugando las tradiciones locales y las innovaciones técnicas; las marismas de las desembocaduras del Rhin, el Escalda y el Mosa exigieron un esfuerzo extra a los holandeses que dedicaron a ello toda su atención, ni siquiera la guerra con España logro retrasar estas mejoras, incluso podría decirse que ésta fue un acicate más para llevar a cabo lo más rápidamente estos trabajos tanto en la línea costera como en la represa de los ríos; los comerciantes holandeses invertían gustosos en esta empresa sabiendo que favorecería sus intereses económicos.
Ámsterdam, que hasta el siglo XIII era una pequeña aldea de pescadores de menor tamaño que Leyde, Delf o Haarlem, se convertirá en el ejemplo más importante del asentamiento urbano holandés; en 1280 se había represado el Amstel, creando un puerto exterior (Damrack) y otro interior (Rodin), mediante diques alzados sobre el nivel de las aguas se crearon dos cauces o canales principales siguiendo la alineación de las dos calles principales del asentamiento original, uno al este (Warmoesstraatt) y otro al oeste (Nieuwendijk) de la ciudad.
Durante los siglos siguientes tuvo varios ensanches que fueron incrementando el perímetro urbano; expansión que fue la base del desarrollo posterior ejecutada durante el silo XVII, momento en que se producirá la ampliación y ordenación más importante de la ciudad que correrá a cargo de los arquitectos y urbanistas Staets y De Keyser. Cornelio Antoniszoon realizó un mapa de la ciudad hacia 1537, cuando ésta contaba con unos 40000 habitantes. Guillermo el Taciturno ocupó la ciudad en 1578 expulsando a las autoridades locales fieles a los intereses españoles; en esta época se fragua definitivamente su desarrollo como emporio mundial del tráfico comercial; ya que Amberes, que ocupaba este lugar hasta ese momento, había sido tomada y prácticamente destruida por las tropas españolas siendo objeto del bloqueo marítimo holandés que controlaba el mar y parte de la desembocadura del Escalda.
Esta circunstancia provocar el aumento de su población al absorber las migraciones provenientes del sur que huyendo de la guerra buscaban nuevos asentamientos y oportunidades; la ciudad medieval resultaba insuficiente para absorber toda esta nueva población por lo que tuvo que ampliarte; el antiguo canal, foso periférico de la ciudad (Singel, Kloveniersburgwal, Gelderersche Kade), pasará a ser un canal interior; construyéndose un arsenal en su orilla oriental; a partir de 1593 Mauricio de Nassau ordenará construir, siguiendo las normas de Stevin, un nuevo cinturón fortificado de forma semicircular que englobará todos estos elementos.
Las autoridades conocedoras de las necesidades de la ciudad planearon su ampliación encargando un proyecto de ensanche al arquitecto y urbanista Hendrick Staets que fue aprobado hacia 1607 y realizado a partir de 1609; se trataba de excavar tres grandes canales, de aproximadamente 25 metros de anchura que permitieran el estacionamiento de embarcaciones y la navegación en ambos sentidos (Heerengracht, Keisergracht y Prinsengracht), concéntricos a las fortificaciones del 93; que se desplegaran desde el límite occidental de la ciudad hasta la zona oriental, en sucesivas fases, incluyendo la construcción de un parqué público que se denominó ElPlantage así como la ampliación del arsenal; este plan fue realizado en su totalidad a lo largo del siglo XVII; el plano de Baltasar Floriszoon permite comprobar el haz de tres canales del sector occidental de la ciudad construidos ya en 1625; que en 1663 llegaban hasta el Amstel y al sector oriental a fines del siglo. Este nuevo cinturón fortificado fue nuevamente modificado siguiendo las pautas de Menno van Coehorn; cuando ya la población de la ciudad había pasado de 50000 habitantes a 125000, llegando a 200000 en la segunda mitad del siglo.
Los muelles de unos 11 metros de anchura se organizaban a lo largo de los canales, bordeados también por dos filas de olmos y permitiendo la construcción de casas en unos solares organizados al efecto en las zonas edificables entre canales de una profundidad media de 102 metros, estableciéndose que debían existir 48 metros libres como mínimo entre las fachadas posteriores de la casas y espacios destinados a jardín en doble fila de 24 metros cada uno; unos 25 km de muelles organizan un espacio medioambiental en el que se conjuga la vida de la ciudad tanto en sus aspectos humanos como económicos. La construcción en este tipo de terrenos es muy complicada; ya que los pilares de los edificios deben situarse a profundidad superior a la del nivel mar buscando terrenos estables que garanticen una cimentación firme, que definen las tendencias constructivas en edificios altos y estrechos. Y por otro lado debe conseguirse una estabilización de las aguas de los diferentes canales o vías de comunicación; para lo que las autoridades crearon un departamento especialmente dedicado a mantener constante el nivel de canales y exclusas
Todo este plan de renovación fue posible debido a la capacidad de las autoridades para expropiar, sanear terrenos, organizar y regular ordenanzas relativas a la construcción privada así como a la selección de tipologías plenamente adaptadas a las condiciones de la ciudad y con un gran sentido urbanístico; y sobre todo a una distribución equitativa de los costes que se repartían entre los ciudadanos y la administración.
El desarrollo arquitectónico de Ámsterdam corrió en los primeros decenios del seiscientos a cargo de Enrique de Keyser, arquitecto jefe de la ciudad entre 1591 y 1621; de su autoría son un buen número de casas privadas y algunos de los principales edificios públicos: la Zuidkerk (1606), la Bolsa (1608), la Westerkerk (1620) vinculados arquitectónicamente a la tradición; son edificios que se integran en el tejido urbano sin demasiados contrastes.
Daniel Stalpaert prosigue su trabajo controlando el plan urbanístico y garantizando la continuidad de las obras variando en muy pequeña medida las tendencias de su predecesor. A partir de mitad del siglo una nueva generación de artistas menos técnicos y de formación pictórica introducen el clasicismo ortodoxo en las construcciones aunque serán ejemplos puntuales dentro del conjunto urbano; entre ellos destacan Pablo Moreelse, Jacobo van Campen, Salomón de Bray y Pedro Post; interviniendo también en otras ciudades como Haarlen y La Haya
La experiencia holandesa será ejemplar y cuando las bases teóricas del clasicismo y de las instituciones autoritarias entren en crisis en el resto de Europa, el ejemplo holandés será un referente para el resto de los estados europeos, e incluso tendrá su renacimiento durante el siglo de las luces ya que su ejemplo permitirá mantener unidas las exigencias de progreso y tradición que exigió, en Francia, la tarea revolucionaria.