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Conversaciones de café. Los Cafés y los escritores. Por: José Julio Perlado.

 

cafe-pomboRamón y Cajal tituló uno de sus libros “Charlas de café”. Pero aquellas charlas, realmente amenas y llenas de interés, se centraban únicamente sobre mesas españolas y sobre veladores ibéricos, palabras de contertulios, palabras en nuestro país. Sin embargo, en torno al café y envueltas con frecuencia en el humo de los habanos, al lado de las copas cristalinas, entre manteles y sillones fatigados de diálogos y disputas, las palabras se han vertido siempre en muy variados idiomas a través de los siglos y han cruzado entre mesas y camareros levantando unas veces la voz y confesando otras veces maledicencias, conspiraciones o susurros. ( José Julio Perlado)

 

 

 Conversaciones de café. Los Cafés y los escritores. Por: José Julio Perlado.

cafe-florian-de-venecia-En Venecia, por ejemplo, el Caffè Florian y el Caffè Quadri ha hecho historia. Allí no sólo se bebía el dulce café en los años de Goldoni – como recuerda Néstor Luján al volver de sus viajes -, sino los exquisitos vinos de Oriente: la dorada y perfumada malvasía, el vino de Chipre, los viejos Quíos aromados de rosas, el agreste y refrescante de limón, el rossoli suave de naranja, el de vainilla, el de ámbar gris y el de canela. Las palabras venecianas por aquellas callejuelas surcadas de agua, las conversaciones tras las cortinas de los palacios, las idas y venidas de vocablos reunieron en torno a las mesas del Florian al gran elector Federico de Sajonia, al duque de Baviera, a Lord Byron, a Goethe, Madame de Stael, Alfred de Muset y George Sand. Ya en nuestro siglo el Florian acogió muchas veces a Stravinsky y a Hemingway.

Cafe_Procope_barLas conversaciones parisinas, por su parte, del café literario tienen su centro en el Procope, que fundó el siciliano Procopio Coltelli en 1689. Palabras sonoras de los enciclopedistas entre diálogos de comerciantes, de actores y  de militares de permiso que recorrían aquellas salas. Un mundo abigarrado y disperso escuchando palabras de Diderot o D`Alambert. Allí jugó al ajedrez Francois André Philidor, compositor de músicas marciales, como su “Marcha de los mosqueteros grises”, a tambor batiente. Del Procope partieron consignas de los sucesivos ataques de las Tullerías del 20 de junio y del 10 de agosto de 1792. Y también en el Procope entrecruzaron sus palabras hombres y mujeres de distintas épocas: Victor Hugo, Theophile Gautier, Alejandro Dumas, más adelante los simbolistas y naturalistas y el verbo muchas veces empapado de alcohol de Paul Verlaine.

le petit zincParís ha ofrecido siempre cafés literarios y conversaciones artísticas, escritores inclinados en sus folios, anotando en su soledad apuntes manuscritos de su próxima obra, tazas de café junto a su media botella de agua, su cucharilla y su azúcar, camareros que respetaban el silencio de los existencialistas, cafés míticos a la orilla derecha e izquierda del Sena, el gran río de la ciudad de los cafés y las conversaciones, los “ismos” de las generaciones sucesivas que enlazaban propuestas y vanguardias, la ciudad de la luz y de los amores, charlas, susurros, discusiones, batir de opiniones, enfrentamientos dispares, el café esperando a que la conversación hirviera y poder tomarse a sorbos, entre pausa y pausa, unas gotas de sabor tonificante.

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