La dinastía Omeya puso especial interés en la arquitectura civil construyendo estos palacios o enclaves en el desierto que les permitían pasar temporadas alejados de la ciudad dedicados a sus aficiones favoritas como la caza y las carreras de caballos; pudiendo disfrutar a la vez del lujo y los placeres propios de una vida cortesana; aunque sus usos eran plurales ya que eran además explotaciones agrarias y caravasares, es decir espacios destinados al descanso de las caravanas que atravesaban el desierto; dado que su construcción está fechada entre finales del siglo VII y mediados del VIII son un ejemplo único de arquitectura civil en la Edad Media, impensable en Occidente.
(Virginia Seguí)