Isabel Martínez Barquero (Murcia, 1958) con su libro de relatos Linaje oscuro (Ediciones Oblicuas, Barcelona 2012) indaga, se pasea, nos enseña, desentraña, muchas posibles —y probables— clases de familias.
La inmensa mayoría de los seres humanos pueden hablar de ‘la familia’ desde la propia experiencia; pero no todos podrán incluirse en ese tipo de familia ideal al que me refería más arriba. Pero no es imposible que más de uno de sus lectores se vea reflejado en alguna de los tipos de familia que radiografía con esa precisión de observadora sagaz que caracteriza la prosa de Martínez Barquero.
En los veinticinco relatos que transcurren por las 147 páginas del libro, la escritora desmenuza personalidades en apariencia muy normales, pero que, a poco que se profundice en su lectura, dejan de serlo rápidamente.
Y es que, aunque el nexo común que aparenta recorrer todo el libro, sea la familia, o —mejor dicho— los diferentes ejemplos de relaciones que se pueden establecer en una familia, en realidad el libro —o así lo veo— es un muestrario variado de tipos humanos que abarcan un espectro amplísimo. Sería acaso muy fatuo hablar de que cualquier clase de personalidad se nos presenta en el volumen, pero también sería injusto si uno no señalara la gran variedad de individuos que transitan ante nuestra mirada. ( Amando Carabias )
Familias distintas. Isabel Martínez Barquero: » Linaje Oscuro». Por : Amando Carabias María.
Isabel Martínez Barquero no es nueva en el mundo literario, y eso se nota al leer este libro. Obtuvo el Premio Hucha de Plata en la XXIV edición Premios Huchas de Oro, ha publicado en revistas como Azahara, Nueva Estafeta, Tránsito, Ágora Papeles de arte Gramático, Contemporary Literary Horizon y La Esfera Cultural; así mismo ha participado en libros colectivos de relatos Amigos para siempre y París. Últimamente también ha editado en formato digital, a través de Amazon la novela La historia de los mil nombres (que, como ella misma ha comentado, se trata de una novela casi juvenil) y el poemario Lunas de ausencia; de modo habitual se puede seguir su tarea literaria en su blog titulado “El cobijo de una desalmada”. El oficio, como se ve, ya forma parte de su quehacer y qué duda cabe que el lector lo agradece. Isabel no tiene que demostrar nada a nadie —ni a sí misma siquiera— y los relatos agradecen este detalle, pues no pretenden ser artefactos rutilantes que deslumbren, sino historias que lleguen al entendimiento y al corazón de los posibles lectores, a través de una prosa directa, elegante y comprensible para cualquiera.
Los veinticinco relatos van desde un microrrelato de tres renglones y un cuarto, cargado de ironía y sentido del humor titulado “La fragilidad de los consejos”, al cuento relativamente largo “Almas gemelas” en que analiza la relación amor-celos que se produce entre tres hermanos, una relación tan fuerte y absorbente que llega hasta un extremo que hará pensar a más de uno, y que aquí —obviamente— no desvelaré. En todas las ‘distancias’, Isabel se maneja con soltura, conoce perfectamente los ingredientes que requiere cada tipo de narración y los dosifica sin aparente esfuerzo. Sólo los que a veces hemos intentado estas cosas, sabemos lo difícil que resulta conseguir esta aparente sencillez.
Pero más allá de todo esto, en cada uno de los relatos se puede encontrar un tema de fondo diferente que los individualiza. Así, el lector se podrá encontrar con casos de complejos de Edipo poco o nada superados, personas que quisieran ser dioses que deciden sobre las vidas y las muertes, gentes que nunca serán capaces de aceptar el final de la vida de un ser querido, locuras que conducen al sacrificio absoluto (delicioso el relato “El juego de las coincidencias”, a pesar del inmenso dolor que destila), angustias que nunca cesan, amor por la libertad, seres que encierran sus sentimientos en un desván oscuro del corazón, como si fueran gatos salvajes, maniáticos capaces de asesinar, misóginos sin remedio bajo la apariencia seres que han escogido la soledad como forma de la libertad absoluta, odios que desembocan en crímenes nunca descubiertos, miseria moral, grandeza y desprendimiento, etcétera, etcétera.
Es difícil destacar un relato sobre otros, pues en conjunto presentan una gran homogeneidad en su calidad y, al final —como casi siempre sucede en literatura— uno se mueve por los propios gustos que nada tienen que ver con el de los demás. Así, además del que ya citado, “El juego de las coincidencias”, en donde el amor triunfa por encima de la locura en un desenlace que me lleva al estremecimiento, me han gustado de manera muy especial, “El reino de los gatos” (otro de las narraciones más largas del libro) y que se adentra en el mundo rural de una zona meridional española, donde sin ninguna compasión se entra en ese modo de ser tan propio de quienes guardan las apariencias y son capaces de matar sus sentimientos encerrándolos en un desván oscuro, por medio a perder no sé sabe muy bien qué prebendas; imposible no pensar en una parodia triste de alguna obra lorquiana. También podría destacar “Escapada nocturna”, una fina y entrañable relato corto —aunque sea algo más que un microrrelato—, cuyo tema es el ansia de eternidad, o el inquietante, “La buena hija”, relato corto con que se abre el libro y ya predispone al lector a sentarse cómodamente y no soltar el libro, hasta no concluirlo.
Al final, quien suscribe, se ha quedado con la certeza de que este libro, efectivamente, demuestra que la familia es la organización básica de la sociedad en que vivimos, lo que no quiere decir, ni mucho menos, que esa organización sea ejemplar en todos los casos, sino más bien todo lo contrario.
FlamencoRojo
febrero 24th, 2013
Empiezo a hacer las gestiones para hacerme con un ejemplar.
Abrazos, hoy extendidos para la escritora.
Isabel Barceló
febrero 27th, 2013
Una reseña muy acertada. He tenido el placer de leer «Linaje oscuro» y lo recomiendo vivamente. Una autora a quien no hay que perder de vista. Saludos cordiales.