Estimados lectores de Alenarte:
Me gustaría empezar el nuevo año celebrando el fin de una gira. No, ya sé que no es corriente comenzar 2012 por un final pero es que Fin de gira es el nuevo poemario de Laura Gómez Palma, a la cual ya conocerán muchos de ustedes ya que desde estas páginas les hicimos llegar los versos de su anterior libro de poemas: Desde el agua.
Si aquellos versos nos empaparon el alma, vivificándola, estos de Fin de gira creo que producen en mí, no puedo opinar de modo objetivo, un efecto casi opuesto, una especie de nostalgia por el tiempo que se escurre entre los dedos y que nunca más va a volver. Lo veo un libro más melancólico. El mismo título adelanta al lector un rumor de despedidas, la constancia de que se ha diluido un momento irrepetible que ya nunca más va a volver. ( Carlos Feral).
Fin de gira, de Laura Gómez Palma llega a Madrid de la mano de Huesos de Jibia editores. Walter Cassara presenta también Nostalgia y otros poemas. Por: Carlos Feral.
También presentó su libro Nostalgia y otros poemas el escritor argentino Walter Cassara, además editor de la editorial Huesos de Jibia, recién aterrizada desde Buenos Aires en el panorama español. Me perdonarán que no me detenga demasiado en este libro por una razón muy sencilla. Aún no lo he leído y no puedo formarme una opinión ya sea subjetiva u objetiva sobre él. Sí les diré que lo que he escuchado en la lectura me parece cuanto menos curioso y digno de prestarle una atención más detallada. Lo que les puedo decir es que otros poemas que sí he leído de él me han llamado la atención por poseer un ritmo y una fuerza que provocan al lector. No uso la palabra provocar como peyorativa sino más bien como un reto que el poeta propone al lector al enfrentarse a sus versos. Es Walter algo irreverente y creo que disfruta con ello. Algunos de sus poemas toman la forma de micro relatos y desconciertan al lector que espera una poesía diferente. En fin, voy a aparcarlo aquí por el momento y creo que un futuro cercano le dedicaremos un artículo más detallado. Permítanme que pase, pues, a Laura Gómez Palma.
Si pensamos en la Laura Gómez Palma músico, Fin de gira nos induciría a reflexionar lo que debe sentir un artista cuando se despide del escenario tras una serie de conciertos: las vivencias de los momentos buenos y menos buenos con los compañeros, la interacción con los distintos públicos de las distintas ciudades por las que los juglares del Rock han ido dejando su arte, la satisfacción del deber cumplido, el reencuentro con los seres queridos después de una larga separación…
Sin embargo, si volvemos a reflexionar sobre la Laura Gómez Palma poeta, Fin de gira son sus poemas más invernales. Las expectativas que un lector pueda tener sobre un poemario con ese título dan un giro inesperado y terminan dándose de bruces con una gratísima sorpresa tanto por inesperada en su contenido como por la calidad de sus versos. Reproduzco aquí el fragmento que pueden leer en su blog.
V
para oír lentamente
lo que el invierno dictaba
alguien viajó en aquel tren
en un compartimento solitario
alejándose de todo
lo íntimo como la voz
que deviene estremecimiento
Es curioso cómo el frío helador de una despedida puede reflejarse con la calidez de unos versos. Si hacemos una metáfora en colores de este sentimiento yo me atrevería a decir que el azul helado que representa el tiempo que no ha de volver, Laura Gómez Palma, lo pinta con su escritura en el sepia de una nostalgia.
El libro está estructurado en tres partes: La puerta, Mil velas y Fin de gira. En la primera los versos llaman a la puerta cerrada de las cosas que no vuelven, pero esta abre apenas una rendija por la cual los poemas se cuelan en forma de agua (otra vez el agua) dejando sus huellas en el umbral, que son la prueba fehaciente de que el que parte nunca se ha ido del todo. En el último poema la puerta se abre definitivamente:
si te regalan
una puerta la abrís
si después de la puerta
rompen las olas
de un mar lejano
llegan a esta orilla
será que la sal
será que el viento
será que
la puerta infinitamente
se abre se abre
Con Mil velas la luz va entrando poco a poco acompañada de música. Los tres primeros poemas de esta parte son apenas un pábilo en la oscuridad. A partir del cuarto poema la luz del día despunta al amparo de una lámpara aún encendida y las sombras van tomando forma definida. Se vislumbra cierto futuro y la vista del poeta ya no sólo mira atrás. Quiero extraer unos versos del noveno poema que ilustran lo que quiero decir:
Vuelve la música
estábamos tan cerca
ahora que las puertas se estremecen
el que grite con fuerza será oído
también las viejas melodías desatan nudos
belleza que había retrocedido hasta la primera casilla
vuelve a avanzar por deseo de los dados
yo deseo hablar de nuevos reinos
¿te conté que habrá una fiesta en el próximo jardín?
A partir de ahí el amor cobra protagonismo imponiéndose a la nostalgia disputándose uno y otra cada verso. Al final gana la música.
Remata el volumen Fin de gira, parte en la que el tren es metáfora del nómada que, sin saberlo o sin pretenderlo, traza un camino elíptico en su errar y esta elipse tiende a cerrarse de nuevo.
En toda oscuridad
Hay un rumor de andenes
En toda despedida predicciones
Volviendo al invierno como
se volvería a la infancia
por un sinuoso camino de maravillas.
Ahora el amor deja de ser corpóreo de nuevo para difuminarse en recuerdo, en aroma de lo que un día fue. Solo queda ya el anhelo, el deseo, metamorfoseado en agua, esa agua inherente a la poesía de Laura Gómez Palma.
catherine
febrero 4th, 2012
Me estremece que una autora tan joven viaje en un compartimento solatario, abra y cierre puertas. Me gusta «su sinuoso camino de maravillas».