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Gozoso descubrimiento de Juan Perucho. Por Javier Carrasco

 

 

joanPeruchomMontajePerucho murió en Barcelona, su ciudad natal, y una mañana de diciembre de 2013, una de esas mañanas en las que uno se mete las manos en los bolsillos del abrigo porque no tiene nada que hacer con su vida, entré una librería en busca de alguna oferta y, rebuscando como yo sólo sé rebuscar, di con Las historias naturales. Me costó dos euros. Mal deben de andar las cosas cuando un escritor de la talla de Perucho (a quien no sé si llamar Juan o Joan porque utilizó indistintamente ambos nombres) se vende a precio de saldo.

 ( Javier Carrasco)

Gozoso Descubrimiento de Juan Perucho. Por Javier Carrasco.

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Esta es la historia de un tardío pero gozoso descubrimiento, el descubrimiento de la obra de un escritor llamado Juan Perucho. Hace unos años, cuando tomé la mala costumbre de leer gracias al ejemplo de mi profesor de griego, oí hablar de él. Vagamente, claro está. Entonces, todo lo que se publicaba  en una lengua peninsular que no fuera el castellano, no despertaba mi interés. Era como si no existiera. Perucho fue un escritor bilingüe, si bien el grueso de su producción la escribió en la lengua de Espriu. Pero Perucho no me interesaba. Quedaba demasiado lejos para mí, allá, en una esquina azul del Mediterráneo

Pasaron los años, Perucho murió en Barcelona, su ciudad natal, y una mañana de diciembre de 2013, una de esas mañanas en las que uno se mete las manos en los bolsillos del abrigo porque no tiene nada que hacer con su vida, entré una librería en busca de alguna oferta y, rebuscando como yo sólo sé rebuscar, di con Las historias naturales. Me costó dos euros. Mal deben de andar las cosas cuando un escritor de la talla de Perucho (a quien no sé si llamar Juan o Joan porque utilizó indistintamente ambos nombres) se vende a precio de saldo. He de confesar que Las historias naturales me fascinó, algo extraño en mí porque soy muy poco dado a la literatura fantástica. Pero hacía mucho tiempo que no tropezaba con una prosa tan bella e irónica, tan inteligente y limpia de retórica como la de Juan/Joan Perucho. Esta novela, publicada en 1960, es un poderoso ejemplo de la imaginación de su autor. Entre las constantes que se dan en su literatura figura la de manipular la historia para confundirla con la fantasía. Quienes han leído toda su obra narrativa, que representa más de cuarenta libros, aseguran que Perucho es deudor, a su manera, de Borges, Calvino y Lovecraft. Y de su buen amigo Álvaro Cunqueiro, con quien compartió más de un albariño en la Galicia del padre de Merlín y su familia. Cada uno de los dos exploró, con maestría, los territorios de lo mágico y de lo irreal.

Es un gozo leer a Perucho. Después de iniciarme con Las historias naturales no tardé en sumergirme en Nicéforas y el grifo y Dietario apócrifo de Octavio de Romeu, dedicado a su admirado Eugeni d’Ors. Tengo en laHistoriaNaturalJuanPerucho_Montaje lista Libro de caballerías, Las aventuras del caballero Kosmas y Pamela. No tardarán en caer. Me he convertido en un iniciado, si se quiere en un adicto, de Perucho cuyo nombre no dirá nada fuera de Cataluña, a pesar de haber sido reconocido con el Premio Nacional de las Letras Españolas en 2002.

Yo daría un año de mi vida por escribir como él. Un año es mucho, sobre todo cuando se alcanza cierta edad, pero lo restaría de mi calendario si pudiese contagiarme de su talento narrativo. No sólo fue novelista; juez de profesión, cultivó casi todos los géneros (la poesía, la crítica literaria y de arte y el artículo periodístico). Era muy culto y al parecer, según quienes le conocieron, sentía debilidad por la Edad Media, la Ilustración y el siglo XIX. Le gustaba sorprender al lector con las aventuras imposibles de caballeros medievales, las ternuras de damiselas de rubios y largos cabellos y la angustia de vampiros en busca del descanso eterno. Es de suponer que escribió sus libros entre sentencia y sentencia, abstrayéndose del frío, y a veces ininteligible, lenguaje administrativo de los tribunales.

Juan Perucho es otro de los grandes olvidados de nuestras letras. La lista de la que forma parte es larga de enumerar. No se le ha hecho justicia a su obra, pero no perdamos la esperanza de que los admiradores de su escritura lo saquen del olvido en un futuro cercano. Queden estas palabras de gratitud por las horas de placer que me proporcionó leer la historia de Antonio de Montpalau y las de otros personajes nacidos de su imaginación.

ElementosdeEscritura

 

 

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