Soledades distintas las del campo y la ciudad. Soledades de pintura y poesía. Soledades de Hopper y Machado. El tono rojizo de los atardeceres en Hopper, sus figuras aisladas en hoteles de paso, todas las miradas perdidas, maletas abandonadas, anónimos interiores, ventanas al sol. Soledades en cuadros poéticos de Antonio Machado, sus poemas- paisajes, sus soñados-añorados-mágicos paisajes en “Soledades” (1899-1907), poesía que discurre recorriendo caminos. “Vivo retirado en un rincón de Castilla – le escribe Machado a Juan Ramón – donde me siento – con harta satisfacción –olvidado de casi todo el mundo”.” ¡Ay, ahora cuanto sufro! – le escribe también a Giomar- ¡Qué soledad tan grande!…Ahora que estoy solo, quiero llorar un poco, de amor, de gratitud, si no me rompería el corazón…”. ( José Julio Perlado)
Hopper y Antonio Machado: Soledades en la ciudad y en el campo. Por : José Julio Perlado.
Distintas soledades las de la ciudad y el campo. Marchan los hombres por las calles de las grandes metrópolis envueltos en abrigos de soledad, sentados en bancos de soledad pensativa, rezando recuerdos. A veces buscan habitaciones en soledad para ver – junto a cuadros de Hopper –cómo desciende el sol. El sol solitario llega muy despacio, tenuemente, acaricia primero los bordes de la cama, luego lo tiñe todo de color. El color presta a la soledad ese matiz crudo, como si nadie más existiera en el mundo. En cambio en el campo la soledad se alarga desparramada, la extienden los ojos que no abarcan el horizonte, los límites de la soledad los traza el infinito.
“!Mano fría
que aprietas mi corazón!…
Soledad,
sequedad.
Tan pobre me estoy quedando,
que ya ni siquiera estoy
conmigo, ni sé si voy
conmigo a solas viajando”, dirá Machado.
En Hopper – en sus ciudades, en sus habitaciones aisladas – la soledad queda reflejada y la luz va marcando los planos de una escena que ya no se nos olvidará. En la poesía de Antonio Machado, otro tipo de melancolía acompaña a una soledad sosegada y silenciosa:
“vuelve la paz al cielo;
la brisa tutelar esparce aromas
otra vez sobre el campo, y aparece,
en la bendita soledad, tu sombra”.
Y en otro poema dirá:
“diste a mi voz que nunca te pedía!
¡Oh soledad, mi sola compañía,
oh musa del portento, que el vocablo
responde a mi pregunta : ¿con quién hablo?”.
Esta gran pregunta – ¿con quién hablo? – es común al campo y la ciudad. Mujeres de Hopper preguntándose a sí mismas si están hablando o no con sus recuerdos y si sus recuerdos responden. Paisajes de Machado en campos de memoria que el poeta recorre.
“El hombre moderno – dirá en “Juan de Mairena” – busca en el campo la soledad, cosa muy poco natural. Alguien dirá que se busca a sí mismo. Pero lo natural en el hombre es buscarse en su vecino, en su prójimo, como dice Unamuno… Más bien creo yo que el hombre moderno huye de sí mismo, hacia las plantas y las piedras, por odio a su propia animalidad, que la ciudad exalta y corrompe”
.
Soledades pintadas en ciudades, soledades declamadas en poemas. Múltiples, muy diversas soledades. Los pintores quedan fascinados por el escenario de tanta soledad y los poetas caminan palabra tras palabra hasta tocar el borde del misterio.
celia perez serrano
septiembre 16th, 2012
preciosa vuestra revista, teneis amigos que siempre leen vuestras noticias, seguir adelante
un beso para todos.
–
Kuni
septiembre 23rd, 2012
Un paralelismo extraordinario señor Perlado. Admiro a Hopper y a Machado y me ha gustado sentirlos de su mano caminando al paso.
catherine
septiembre 28th, 2012
Me encantan estos contrapuntos empezados en julio.