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Invasor: Daniel Calparsoro. Por : Elías Gorostiaga.

Nominada para los Globos de Oro.

Era 11 de octubre en el hotel Meliá, el corazón del festival de cine de Sitges. Con Salto al vacío te daban ganas de hacerte con una pipa y liarla, meterte por las callejas de un barrio húmedo y  a tiros, te daban ganas de raparte la cabeza y pelearte con todos los yonquis. Salto al vacío era de color verde, fumaban y no eran libres, vivían tan encerrados que el ahogo solo te lo quitabas, ya sabes, a tiros, siempre a tiros.

 Dani Calparsoro es un tipo con dos cojones y los tiene donde los pone, Barcelona, San Sebastián, Madrid y Nueva York, esas son sus señas y tus referencias. Después llegan Pasajes, A ciegas, Asfalto, Guerreros, Ausentes, El castigo, La ira, Inocentes y Tormenta.  ( Elías Gorostiaga )






 

Invasor: Daniel Calparsoro. Por : Elías Gorostiaga.

Era Najwa Nimri, antes de que se pusiera a cantar, una tía con dos cojones también y además con carácter (carácter, no lo olvides, es lo que te diferencia a ti de mi). No hay muchas así, no hay muchas capaces de despeinarte de una hostia, de una palabra, solo con la mirada, esos ojos que apuntan directamente desde la nariz y son certeros, esos ojos de ave rapaz.

Era Calparsoro, como un leñador, como uno de esos tipos con camisas de cuadros, con barba o sin barba, a veces con ese cansancio de los hombres animales, de esos que se dejan jirones de borra entre la maleza, a los que no les importa que los perros, por fieros que sean, les sigan el rastro.

 

Ahora puedes abrir esa botella de vodka que tienes guardada para la ocasión, pero también te vale un trago de coñac, aguardiente o uno de esos de vino caliente y algo rancio, ha llegado el momento de ver Invasor. Estoy en Sitges, este año he dejado a mi mujer y mi bebé de un mes, solo he venido para eso, para meterme aquí y ver como me saltan los sesos por encima de esta fila veinte a la que llego entre codazos, atropellando a otros que empujan, arañando la moqueta con las uñas de los pies, como garras, en la que me siento, me tumbo, me desvanezco sin coca-cola, ni coca-ina, ni pipas o palomitas, yo aquí con dos cojones, con Calparsoro y a pelo.

 

Los protagonistas son Alberto Amman, Antonio de la Torre y Karra Elejalde (este último siempre termina en Sitges, (con esas botas de piel de serpiente, esta vez no) esas camisetas de saldo (esta vez trajeado), ese garbo, siempre termina en Sitges y siempre se agradece. Antonio de la Torre (AzulOscuroCasiNegro) ganó un Goya en el 2006 y yo me alegré porque es otro de los actores que no te cansas de verlos y Alberto Amman es el de Celda 211, aquel personaje que se metió en un traje muy estrecho, en el que pasaba de todo y todo malo, mientras las costuras aguantaban y aguantó aquel tu- a- tu con  Luis Tosar (Malamadre),   también con un Goya del 2011

 

La produce Vaca Films y Morena Films y en su nombre Borja Pena, Emma Lustres y Juan Gordon, basado todo en la novela de Fernando Marías del año 2004. Basado todo en una novela y la novela envasada al vacío, engrasada al vacío.

 

La historia no es otra que una denuncia frente a la poderosa casta del Estado Militar. Tiene ritmo, acción, una persecución espectacular por las calles de A Coruña, espectacular, una peli que no es fantástica como Joh Dies at the end, para la que no encontré ya entradas, o Phantasm para la que si encontré, pero que cabe bien en el Festival, en el que ya cabe todo, incluidas maravillosas fiestas de Zombies junto al mar, y  entretiene con elementos como el soborno por medio de un contrato de confidencialidad con ese Estado Militar, política,  familia, (piensa en tu familia) estas y otras salsas, que debidamente cocinadas te cambian la forma de la saliva.

 

Fotografía propiedad de rtve.es.

Y ese que lo tiene así de crudo, es un médico militar que se llama Pablo y resulta herido en un atentado. Cuando vuelve a casa y mientras se recupera junto a su mujer y su hija, intenta recrear ese puzzle de hechos reales y olvidados en los que se ha convertido su memoria y a partir de ahí Calparsoro (que no estuvo en la sala porque estaba rodando) nos explica a base de flash back,  lo que ocurrió en aquellos paisajes. (Nota: ya me jode porque en mi novela La chica de la falda de cuadros, también hay un tipo con ese mismo nombre, que es militar y desactiva explosivos en misiones de paz, te juro que es así y que no he leído la novela de Fernando. Fin de la nota)

Y así,  aunque sea sin pasar por ese aro de fuego,  nos volvemos más tranquilos, pero uno no se puede fiar mucho de los hombres tranquilos, porque debajo de la piel del mar queda mucha agua, salada como el suero y cadáveres.

 

Mientras esperaba en el hall del Meliá, cruzo unas palabras con Karra Elejalde que va y viene y firma y se deja querer entre fotos de teléfono móvil, fans, periodistas y camareros que no tienen ni idea de quién es y otros fans aprovechando que es tan colega, le piden cigarrillos.

 

-Oye ¿tu eres productor?

 

Un chico con una carpeta bajo el brazo y pinta de trasher skateboard y de decir: “¡otra vez sopa?,  anda también de aquí para allá y me pregunta esto mientras tomo un pésimo café con leche en la barra y veo todo este desfile de gente, que también forma parte del festival.

 

-No, que va –le digo- pero ese que está ahí, sí lo es.

 

El que está ahí, es Julio Fernández, de Filmax, produce y distribuye y ahora mira la carta de la cafetería, como si fuera un nuevo guión. El chico que quiere productor para su película se llama Matias Blum, espero que lo consiga y mientras me voy a la cola para ver Invasor, Matías se queda buscando entre actores, actrices, guionistas, fans, preguntándole a todo el mundo si es productor.

 

-¿Y cuánto crees que puede constar tu película?

-Un millón de euros –dice meditabundo- bueno, quizá con diez mil…

 

Al otro lado del espejo algunas chicas se hacen fotos con Alberto Amman.

(Dicen) -¡Qué guapo es!

 

 

 

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