Estimados lectores de Alenarte: Reconozco que me asaltaban muchas dudas sobre qué tema o qué autor escoger para retomar el pulso al nuevo curso literario y no me he podido resistir a empezar con un autor polifacético como es José Ignacio Serra, o Iñaki como le conocen sus amigos, por diferentes motivos. El primero de ellos es que es un poeta diferente, un ilustrador interesante y con alguna novela publicada que me gustaría encontrar ya que el título es muy sugerente: Antología de poetas recién asesinados. ( Carlos Feral)
José Ignacio Serra, aproximación a su poética. Por : Carlos Feral.
Si me permiten, me voy a centrar en el Serra poeta, que es el que más conozco, y les comento que el primer libro suyo que leí fue El libro quemado, editado por Sial Ediciones en el 2000 que comienza con una cita de Darío, en Los Raros, 1896 que no me resisto a transcribirles literalmente aquí ya que recoge la esencia de José Ignacio Serra.
<<El común de los lectores, acostumbrados a los azucarados jarabes de los poetitas sentimentales, o solamente de gusto austero y que no aprecian sino la leche y el vino vigoroso de los autores clásicos, vale más que no acerquen los labios a las ánforas curiosamente arabescas y gemadas, de los cantos, ya amorosos, ya místicos, ya desesperados de este poeta; ya que en ellos está contenido un violento licor que quema y disgusta a quien no está hecho a las fuertes drogas de cierta refinada y excepcional literatura modernísima. Se trata, pues, de un raro>>.
Ganó Serra el II Premio de Poesía Rafael Pérez Estrada con Pie de Druida, libro de ediciones Vitrubio en el que, como decía precisamente Pérez Estrada de Serra, no plasma sueños soñados sino sueños inventados y en La espada en el ágata/ Little Killer, editado dentro de la colección Los conjurados, de Polibea, los poemas se acompañan de ilustraciones del propio autor en las que integra desnudos suyos con dibujos en tinta china. Vuelve a hablar de la infancia, es de nuevo un Peter Pan que no ha perdido su sombra, hace del niño su ideal porque dice: “…es la infancia el único lugar habitable”.
No sabría muy bien si definir El libro quemado como una especie de autoexploración en la que el autor evoca el mundo de la infancia o de la inocencia perdida a través de sueños empapados de un erótico surrealismo. Esta carga erótica, a veces sutil, se torna, en otros poemas, evidente y cruda. Hay muchas referencias a la adolescencia y da la sensación de que la sombra de Peter Pan sobrevuela los poemas con la intención de turbar al lector adquiriendo tanto la forma de un ángel travieso como de un demonio (“Los dos años son el comienzo del fin”, recoge en una cita de J.M. Barrie en su libro Pie de Druida).
El mejor descubrimiento que hice fue, que al leer el final de El libro quemado, descubrí Draglin, poemario que, curiosamente había sido escrito anteriormente y que el autor incluyó al final de este volumen. En Draglin, y esto es una sensación absolutamente subjetiva, los versos han de leerse literalmente con los cinco sentidos. La magia y la naturaleza envuelven al lector, los versos se convierten en chispas de una hoguera de San Juan, el aire en la respiración del mar, las hojas murmuran al oído la niebla, como dice el autor: “La niebla es luz”. Quiso hacer “el poema total” en una época en la que estaba fuertemente influido por T.S. Eliot y Huidobro, entre otros.
Cierra Draglin con veintidós enigmas oníricos algunos de los cuales no me puedo resistir a reproducir en este artículo (Noten que todos forman acrósticos con la palabra Draglin):
De
Reír
Antiguo
Graciosa
Luz
Inmóvil
Nace
Dionisíacas
Ráfagas
Animan
Grávida
La
Interior
Naturaleza
(Llevarían ilustraciones en color y signos eróticos si se hubiera editado como el autor hubiera querido).
En la obra de José Ignacio Serra también la muerte y la oscuridad son compañeros de versos en El libro quemado:
“En la penumbra descubrirás tu cuerpo…”
“Adoraremos la oscuridad porque el portador de la luz mora en las sombras”
“…Solo entonces, desnudo e indefenso, fue al encuentro del tigre, porque es el único vínculo que lo uniría de nuevo y para siempre a aquella tierra era la muerte”
“Caerá tu sombra sobre los ojos del inocente como amenaza o destino…”
“Hay demasiada muerte en este juego”
Tiene Serra una cita de Emilio Prados que me encanta y que dice: “Cojo el papel, lo quemo y, todo el aire sostiene, escrito en él, a un pensamiento”. Si quemáramos la obra de José Ignacio Serra, ¿qué quedaría en el aire? Seguramente la infancia suspendida en encantamientos libidinosos, sueños que se vuelven táctiles, aromas de cicatrices y heridas aún abiertas y sin duda ecos de aforismos del No Mundo de Cirlot envueltos en aroma a güisqui.
*Aquí pueden escuchar el audio de la entrevista que le realizamos.*