Hace años planteé la pregunta: “¿para qué es útil una puesta de sol?” y la respuesta es la contemplación. No hay utilidad alguna en seguir en el cielo el movimiento de las nubes, admirar cómo desciende el color cárdeno sobre aguas o campo, aguas y campo teñidos de contemplación extendida, árboles lejanos, surcos en horizonte, ramas, animales, contraluces, las horas que vienen muy lentamente en procesión, el minutero del sol que marca el atardecer anocheciendo pero aún sin despedirse del día, la noche preparada entre bastidores, los silencios, una campana, aquel rumor de pasos, briznas de una conversación.
( José Julio Perlado).
La belleza de lo inútil. Por: José Julio Perlado.
Ninguna utilidad en todo esto. Sólo belleza. Cuando estemos enfermos o limitados nos acordaremos de esta escena como nos acordamos de los pequeños placeres domésticos y a veces sin sentido que tuvimos un día. Reviviremos no la utilidad sino la belleza. Hay una sucesión interminable de segundos en nuestra vida dedicados a lo aparentemente inútil, un sonido musical, aquellos silencios en comunión tan admirables, nada había que decirse, nada había que programar, únicamente había que estar con uno mismo o con el otro en soledad de dos, la conversación se transformaba en silencio, y si a uno le preguntaban qué decía el silencio podíamos contestar que el silencio nunca dice nada, el silencio es un lago admirable, por él se va y se viene en pensamientos que tampoco son útiles, el paso de los pensamientos apenas se escucha, a veces son recuerdos igual que las nubes del atardecer, a veces son frases muy poco hilvanadas igual que las sombras del mar o de los campos, el pensamiento de los campos apenas se agita en las florecillas extendidas en el horizonte, el pensamiento del mar apenas se mueve entre olas y ondas al final.
Muchos autores han cantado la utilidad de la inutilidad. El italiano Nuccio Ordine en su libro “La utilidad de lo inútil” nos pasea por Dante y Petrarca, Aristóteles y Shakespeare, Ovidio, Montaigne o Kant. “Muchas veces- dice Italo Calvino – el empeño que los hombres ponen en actividades que parecen absolutamente gratuitas, sin otro fin que el entretenimiento o la satisfacción de resolver un problema difícil, resulta ser esencial en un ámbito que nadie había previsto, con consecuencias de largo alcance. Esto es tan cierto para la poesía y el arte como lo es para la ciencia y la tecnología.”
Nos acordaremos un día de la belleza del mundo, no de la utilidad del mundo. Durante años hemos perseguido desde la primera luz del alba la utilidad, y por la utilidad el cálculo, y por el cálculo los proyectos, y a veces el desasosiego y la precipitación. De repente alguien dice: “Me he perdido la infancia de mi hijo” y los tiempos han pasado, la altura de los años ha crecido, el niño se transformó, ensanchó, se estiró, se marchó.
Estaba en la alfombra muchas veces mirándonos – esperando – no para mostrarnos su utilidad sino su belleza.