Dentro del ciclo que tiene lugar en la Biblioteca Nacional bajo el título La biblioteca de… hemos podido disfrutar de don Antonio Fraguas, más conocido como Forges.
Supongo que es raro encontrar a algún lector que no haya oído hablar de este insigne humorista pero como tenemos lectores en todo el mundo, me van a permitir que incluya en el artículo una pequeña biografía del autor. ( Carlos Feral)
La Biblioteca de… Forges. Por : Carlos Feral.
Aunque los estudios que cursó parece que le iban a dirigir a la Ingeniería de Telecomunicación o a las Ciencias Sociales, Forges, cuyo apodo es la traducción al catalán de su apellido Fraguas, comenzó a finales de los cincuenta a trabajar como técnico de cine y televisión, mezclando imágenes en TVE, la única cadena que había en España, hasta los años setenta, y allí empezó a pensar en que debía dedicarse a su verdadera vocación: el humor gráfico. No apareció su primer dibujo hasta el año 1964 en el desaparecido diario Pueblo y ya en los setenta colaboraba en las famosas revistas de humor Hermano Lobo, El Jueves, Por Favor, en los semanarios Sábado Gráfico, Lecturas o Interviú.
También periódicos como Diario 16, El Mundo o El País han publicado sus viñetas repletas de un humor simpático aunque irónico y ácido que retratan tanto la vida cotidiana como la situación política, las costumbres, e incluso las escenas familiares que a todos nos ocurren a diario, ejerciendo sobre ellas una crítica feroz pero siempre desde la sonrisa. ¿Quién no se acuerda del famoso chiste en el cual Mariano le dice a su Concha: “No te preocupes que hoy guiso yo. ¿Dónde está la cocina?” ¿No creen que es una excelente manera de hacer una crítica del machismo que aún se da en España? Te lo echa a la cara pero sin molestar, te deja que te lo pienses, que lo proceses y saques tus conclusiones. Eso no es solo humor, es didáctica. Pues ese es Forges. Lo que más me gustó de su conferencia es que habla igual que escribe, es decir, que no te suelta un discurso plano en el que habla de los libros que le han marcado desde la infancia sino que salpica todo de anécdotas curiosas que va poblando con sus personajes entrañables: los funcionarios, los blasillos, los náufragos, los dependientes, las amas de casa, los posmodernos, gafipastas, y así un sinfín de retratos esperpénticos de este Valle Inclán de la viñeta que retratan la realidad más cruda pero a la vez nos obliga a mirarla o a criticarla sin ira, gracias a la bondad intrínseca que destila la ironía de sus personajes.
Un autor de esta talla ha recibido muchísimos premios, entre ellos la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, pero estoy seguro que de uno de los que más orgulloso se siente es el de la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo (2007) ya que Forges es eso, un trabajador del humor.
Es además un inventor del lenguaje. En el ciclo de diapositivas que nos enseñó, la primera de ellas llevaba por título el Mesillón”, ya que así es como ha bautizado a su enorme mesilla de noche repleta de libros. Le encanta hablar de la Burrocracia, de cómo no desgrava el IVA un quiqui paroxísticointerestelar (si es extramarital y el matrimonio declara conjuntamente) o de cómo te da el horreur jefealavista’jamenpaz cuando te encuentras a tu jefe en la playa y te dice por sorpresa: ¡Hombre, Mariano!
Pero perdonen que me vaya por las ramas y aún no me haya centrado en el motivo de esta conferencia que no es otro que los libros que han marcado a Antonio Fraguas desde su más tierna infancia y a Forges mucho después.
Parece ser que todo empezó con una terrible enfermedad en su niñez que le tuvo postrado un año en cama y eso le abrió a la lectura. Hay que recordar que por aquel entonces no había televisión a todas horas y si te querías distraer pues eran libros o nada (No hacían falta Planes de fomento de la lectura en las escuelas, evidentemente). Aunque bien es verdad que antes de aquello, Forges reconoce que al lado de su cuna ya le proveía su madre de un buen rollo de papel higiénico de la marca el Elefante (Los que tengan más de treinta años sabrán de lo que hablo) y un lápiz del número dos con los cuales dibujaba cosas incomprensibles pero que a su tata, la mujer que le cuidaba, viuda de un militar republicano, le parecían auténticas maravillas y decía de él: “este niño es un hacha”, comentario que preocupaba mucho a Antoñito Fraguas ya que era un instrumento muy afilado.
Comenzó como casi todos los niños de aquella época, coleccionando cromos de Pinocho y Dumbo y ahí se le ocurrió que a lo mejor podía dibujar. Pero donde recibió su primer contacto real con los libros que le marcaría para siempre fue en el Parque del Retiro de Madrid donde se ubicaba un quiosco con pretensiones de biblioteca pública que albergaba menos de cincuenta libros y regentado por un personaje al que llamaban “el Cuatrimotor”. Allí conoció los Clásicos Infantiles, que no eran más que pequeñas adaptaciones de clásicos como el Amadís de Gaula que si bien no gozaban de una exquisita calidad literaria, sí cumplían su función a la perfección porque iban ilustrados a todo color y eso impactaba y enganchaba a los jóvenes lectores. También nos habló de sus primeras lecturas del Pulgarcito y otros tebeos de la época que le introdujeron a la lectura de un modo ameno y fantástico. Aquí nos contó la anécdota de su vecina doña Amparo que tenía un armario lleno de libros de Salgari, las Aventuras de Robinson Crusoe y muchos otros libros de aventuras que le permitieron viajar a lejanos paraísos y vivir aventuras inimaginables sin salir del edificio. Le impactó de Doña Amparo la gran cantidad de libros sobre la guerra de África que coleccionaba, lo cual no tenía más explicación que la gran amistad que tenía esta señora con el General Sanjurjo.
Uno de los libros más influyentes en su vida fue una colección de cuatro tomos sobre Folclor y Costumbres de España, editados en 1931. Estaban ilustrados por el gran ilustrador catalán Nin y pudimos comprobar en sus diapositivas cómo representaba éste a brujas, esqueletos, diablos y otros personajes inspirados en los Caprichos de Goya de una calidad excelente. Allí descubrió azadas, azadones, yugos y otros aperos del campo, coplas populares o temas taurinos como: La Muerte de Pepe-Hillo (apodo del popular torero José Delgado Guerra que además escribió un importante tratado de tauromaquia allá por el final del siglo XVIII), o la foto de Machaquito entrando a matar, que es una foto muy “reporteril”, según Forges. A pesar de ser anti-taurino no puede olvidar esas lecturas y fotografías que le hicieron descubrir el arte de los toros.
Nos recordó que en 1951 ganó sin proponérselo el Concurso Nacional de Redacción cuyo premio consistió en tres libros de Guillermo Brown, o Guillermo el Travieso, célebre personaje de la escritora inglesa del XIX Richmal Crompton Lamburn, de donde quizá empezara Forges a beber de las fuentes de la ironía. De Guillermo Brown aprendió por ejemplo el insulto Vacaburra, tan usado en sus viñetas. Hablando de estas, nos regaló el autor una serie de ellas, a cual más divertida en las que analizaba, por ejemplo, el tema de la crisis y de las cuales se me quedó en la retina la siguiente: Eran dos personajes que pasaban por delante de un edificio en el que en todos los pisos menos en uno había un cartel de “Se vende”. Uno de los personajes le advierte al otro sobre este hecho a lo cual el primero responde: “Si es que hay gente que no sabe cómo llamar la atención”.
Dimos también un repaso por la Biblioteca Pulga (con resúmenes en formato pequeño de Veinte mil Leguas de Viaje Submarino, Viaje al Centro de la Tierra y otros, en menos de sesenta páginas); habló de Diego Valor y sus aventuras interplanetarias, creado por José Mallorquí, cuyas aventuras radiofónicas emocionaban a niños y mayores en las voces de Joaquín Peláez, Juanita Ginzo, Daniel Dicenta, Mario Moreno y otros actores de Radio Madrid y así entre nostalgia y recuerdos nos habló de la que él considera “La gran obra”, El Quijote. Dice de la obra de Cervantes que es un libro que no hay que intentar leerlo sino que él te llamará para que lo leas cuando sea el momento adecuado. Con esta afirmación no puedo estar más de acuerdo ya que a mí me ocurrió exactamente así. Paradójicamente aunque sea un libro considerado “serio” a él es un libro que le emociona, que le entretiene, pero a la vez le hace reír a carcajadas (Cuando su familia le oye reír dice: “Mira ya está papá con un chiste de los suyos o leyendo el Quijote”).
Es cierto que Forges es, según él, un humorista que coge el sentido del humor de una nube con una mano mágica y no hace más que ponerlo en marcha así que no nos queda más que, si ustedes lo desean, poner en marcha el audio que acompaña a esta crónica y disfrutar de Forges.
Como última sugerencia les remito el enlace a su página web para que disfruten de las ocurrencias del maestro del humor:
Isolda
noviembre 12th, 2011
Me ha gustado mucho conocer la primera biblioteca de Forges y no me sorprende que hable tal como le conocemos. Es un hombre magnífico.
Besos.
catherine
diciembre 7th, 2011
Por fin resulta que trabaja en comunicación y sociología…
Me encanta este artículo porque cuando volví a estudiar español en el País.com «leía» casí sólo las viñetas y os dejo imaginar cúantas veces busqué en el diccionario palabras que no encontraba.
Una buena viñeta tiene tanto o más fuerza que un artículo largo.