La presenciaron cerca de 400 espectadores. Se presentó en Buenos Aires entre Julio y Octubre del 2012. En el interior, estuvo en la ciudad de Mercedes. Para el presente año se prevé la reposición en Buenos Aires y una gira por el interior de Argentina.
Sinopsis
El cinco de abril de 1982 acababa de cumplir trece años. Pero no hubo fiesta de cumpleaños. Tres días antes de mi aniversario, la Junta Militar de mi país decidió desembarcar en las Islas Malvinas. Llevábamos tres días de guerra, no daba para soplar velitas. En lugar de pensar en mi fiesta de cumpleaños, cavilé esas noches cuál sería mi rol durante la contienda. La mejor decisión, creí, fue alistarme para pelear. Eso hice. Me presenté en la Municipalidad de mi pueblo y una empleada me anotó.
En estado de alerta aguardé una convocatoria que nunca llegó.
La guerra duró muy poco y, por suerte, mi estado beligerante se terminó rápidamente.
Desde entonces, no he dejado de pensar qué hubiese pasado conmigo si iba a pelear, pero, sobre todo, qué condiciones mentales me llevaron a mí (y a la gran mayoría de mis compatriotas) a vivir la guerra como si se tratase de un Mundial de Fútbol.
Hace ocho años retomé esta inquietud como disparador y nació Masi, el personaje de mi novela 2022-La Guerra del Gallo, un chico que, al quedarse con las ganas de pelear su Segunda Guerra de Malvinas, se auto prepara (“Como un rambo criado a dulce de leche” – del prólogo de Carlos Salem) y encara su epopeya contra los ingleses.
La guerra es un delirio.
En esta novela se vive el estado delirante del personaje, inmerso en un caldo desquiciado, hervido a fuego lento por la sociedad de consumo.
Puedo decirles de la novela que fue finalista del Premio Celsius de la Semana Negra de Gijón (2012). Además adapté una versión a teatro que se presentó en Buenos Aires durante el año 2012 (dirección Mauro Yakimiuk, actuada por Martín Amuy Walsh).
( Juan Guinot).
«La Guerra del Gallo». Del libro al teatro. Cómo se hizo. Por : Juan Guinot.
Primer Acto. Estoy en mi escritorio, corrigiendo un capítulo de mi nueva novela. Suena el móvil. Atiendo. Del otro lado de auricular se presenta un director de teatro. Dice que leyó La Guerra del Gallo, que la ve para teatro y me invita a encontrarnos, a la tardecita, en una cafetería. Acepto y corto. Ahí me doy cuenta que no le pregunté cómo reconocerlo. Solo me quedó registrado su número de móvil.
Segundo Acto. Estoy en la puerta de la cafetería. Miro a cada tipo que entra con cara de “acá estoy” hasta que desisto, esta cita a ciegas es una locura, me planteo no estar allí más de cinco minutos. Al otro lado del curso fluido de gente que pasa caminando por la vereda, hay un flaco vestido de camiseta verde y bermudas. Mira para la cafetería, luego para un lado un lado y al otro. No creo que ese sea el director y pienso que lo único que parece compartir conmigo es la espera de alguien que no llega. El flaco de camiseta verde se ríe, aparece un tipo con el que se abraza. Me da bronca, cómo puede ser que quien viene por mí no haya aparecido. Saco mi celular del bolsillo, busco el número del director de teatro, llamo para saber por dónde anda, el tipo me atiende, dice que está en la puerta de la cafetería, levanto la vista. El tipo que acaba de saludar con el flaco de camiseta verde, tiene pegado a la oreja su celular y con la mano libre me saluda. Viene a mi encuentro y me dice, señalando al flaco de camiseta verde ubicado dos pasos detrás de él, “te presento a Masi”.
Así fue la génesis de la versión teatral de La Guerra del Gallo.
El director, aquella tardecita, decidió caer a la cafetería con el actor que interpretaría el unipersonal que todavía no había escrito. El actor, en ese encuentro, tampoco sabía qué era lo que iba a hacer en la obra ni había leído mi novela.
En ese primer encuentro, café de por medio, hablamos de mi libro y la locura de la guerra. Les conté que era cierto que con trece años me había alistado para pelear en Malvinas, en el año 1982, y que nunca me habían convocado. Evoqué emoción que sentí ese día, las ganas de ir a matar piratas y mil chifladuras de esas semanas en las que vivimos en guerra. Al actor, mientras me escuchaba, los ojos le brillaron.
El director me dijo “tenemos todo para arrancar, ponete a escribir”.
Masi había saldo del libro, era de carne y hueso, tenía voz.
El unipersonal que comencé a escribir, a diferencia de la novela que fue en tercera persona, salió en primera, todo lo que Masi cuenta pasa por su cabeza, sus matices de voz y los registros que nos llegarán de la realidad vendrán tamizados por su locura.
Escribí un acto por semana. Ellos lo ensayaban y me devolvían sus impresiones.
A los dos meses de trabajo, el unipersonal estaba casi terminado.
Un sábado de junio los invité a cenar. No habíamos vuelto a juntarnos desde aquella tarde en la cafetería.
El director, ni bien traspasa el portal de casa, me da la gran noticia, la obra se estrenaría en dos meses, ya tenía sala.
Me pareció muy precipitado. Las cosas iban demasiado rápido, ni siquiera había escenografía, ni vestuario, ni música y hasta me faltaba escribir el acto final. Para colmo (y por suerte) me habían invitado a viajar a España porque La Guerra del Gallo había quedado finalista de uno de los premios de La Semana Negra de Gijón.
No quise transmitir mis temores. Los vi tan ilusionados con el proyecto teatral, no daba para pincharles el globo. Si la cosa no estaba para esa fecha, como pasa con casi la totalidad de los proyectos artísticos, se reprogramaría y punto.
A los minutos de estar allí de tertulia y muy animados. El director le dijo al actor “empezá”. Yo pensé, “empezá ¿qué?”, pero no dije nada.
El actor fue contra una pared, comenzó a hacer unos movimientos del cuerpo, mover la cabeza de un lado al otro, aflojar las manos, se puso rígido, los ojos le brillaron como aquella tarde en el café, la cara le cambió, se tiró al suelo, inició un serie de flexiones de brazos y comenzó a representar, en el escritorio de casa donde recibí el primer llamado para escribir la obra de teatro, frente a el primer acto del unipersonal “La Guerra del Gallo”.
Lo que siguió fue tan frenético como lo vengo contando. A mi regreso de Gijón, en un teatro de Buenos Aires, se estrenó el unipersonal. Tenía escenografía (con Peñón de Gibraltar incluido). Había música que compuso mi hermano Lucas y una sala colmada. Durante tres meses, y siempre con localidades agotadas, La Guerra del Gallo rompió fuego en el circuito teatral porteño.
El director, Mauro Yakimiuk y el actor, Martín Amuy Walsh, motores de esta compañía, tiene un plan de Campaña para la cruzada anti-pirata de Masi. Durante el 2013/2014 la llevarán de gira por Argentina y el exterior.
Pueden ver un video resumen.
Y este es el book-trailer realizado por el Director; » El Rusi», Alejandro Millán Pastori.