La Negra Graciana decía que tocaba a lo “antigüito”, es decir, poniendo énfasis en los agudos y los graves, tocando de la forma tradicional, de la forma que le había enseñado el ciego Rodrigo Rodríguez cuando apenas si tenía diez años. ( Alfredo Rodríguez).
La Negra Graciana: La reina de los portales. Por Alfredo Rodríguez.
Las calles porticadas de la ciudad mexicana de Veracruz, fueron durante medio siglo el escenario principal de la arpista La Negra Graciana (Puente Izoalco, 1939 – Veracruz, 2013), una figura musical capaz de reunir en las cuerdas de su instrumento las tres principales tradiciones musicales de ese país culturalmente tan rico como es México. Y es que los ritmos de base hispana, se mezclaban con los autóctonos del país y los aportados por la tradición de los antiguos esclavos negros.
No hay que olvidar que el puerto de Veracruz fue el territorio en el que desembarcó Hernán Cortés, en pleno Golfo de México, para poner las piedras fundacionales de la ciudad. Ahí, en ese territorio cargado de historia, que ha visto el paso de múltiples avatares históricos, Graciana Silva puso música a sus conciudadanos a los que acompañó mientras se tomaban una bebida tranquila en alguna de las múltiples terrazas, o se acercaba al puerto para tocar mientras los pescadores completaban su faena.
La Negra Graciana decía que tocaba a lo “antigüito”, es decir, poniendo énfasis en los agudos y los graves, tocando de la forma tradicional, de la forma que le había enseñado el ciego Rodrigo Rodríguez cuando apenas si tenía diez años. Su padre, músico también, como su madre y algunos de sus hermanos y tíos, había contratado al arpista para que diera clases a su hijo, pero fue Graciana la que sacó más partido de aquellas enseñanzas para no separarse nunca más de su instrumento.
Un arpa que utilizaba para acompañar las décimas, unas composiciones tradicionales en las que se habla de todos los temas posibles, recitadas con una voz peculiar que daba coherencia a un conjunto empeñado en mantener vivo el espíritu del jarocho, uno de los ritmos mexicanos más populares del país junto con los mariachis y los sones de Jalisco.
La Negra Graciana, a pesar de llegar a grabar dos discos y de tocar en algunos de los escenarios más importantes de su país y de Europa, no tuvo la repercusión musical que tuvieron otros artistas. En 1995, grabó después de ser descubierta tocando en un bar por Eduardo Llerenas, el disco Sones jarochos con el Trío Silva en 1994.
Tres años después, el guitarrista Ry Cooder también se vio atrapado por el influjo del arpa de La Negra Graciana, y la llevó a hacer una gira por Europa y Estados Unidos, de la que saldría su segundo disco, esta vez grabado en vivo en el Theatre de la Ville de París, en 1999.
Después de aquello volvería a ser la arpista de los portales veracruzanos, volvería al lugar en el que forjó su estilo, a dejar que su música acompañara a las personas que se pararan a escucharla con detenimiento y se dejaran acunar por los sonidos que era capaz de sacar de su arpa, sonidos enraizados en la memoria musical más profunda de México.