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La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y Las Exposiciones Universales. Capítulo I. Por: Virginia Seguí

 

 

 

El título de este trabajo viene determinado por la investigación que realicé en los fondos documentales del archivo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Rabasf) con objeto de determinar la participación de la citada Institución a la hora de decidir las obras artísticas que representarían a España en las Exposiciones Universales, eventos que comenzaron a celebrarse a partir de 1851. Mi propósito era estudiar y analizar sus competencias en la selección de las obras que el estado español envió a este tipo de eventos internacionales.

      (Virginia Seguí)

 

 

 

 

 

 

 

La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y las Exposiciones Universales. Capítulo I. Por : Virginia Seguí.

 

Las Exposiciones Internacionales fueron ideadas para convertirse en una especie de escaparate de las actividades artísticas, industriales y productivas de cada uno de los países que acuden a ellas, escaparate en el que se presentaban los  mejores productos de cada país en un intento de demostrar  el progreso de cada uno de ellos en las diferentes disciplinas y por ende su supremacía sobre el resto. Multitud de objetos y productos, entre los que se incluyen también las realizaciones artísticas de cada estado, clasificadas por secciones para su correspondiente organización y exposición. Dadas las actividades y competencias que dentro del Estado Español asumía la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando cabía suponer que, en relación con estos eventos internacionales, también debería corresponderle una significativa participación en todo lo relativo a obras de arte que, en sus diferentes categorías, representarán a España en cada certamen.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El archivo dela Rabasf contiene una extensa y variada documentación sobre el tema, de la que no he realizado una consulta exhaustiva, ya que ésta requeriría más tiempo y exigiría un trabajo de mayor entidad; por ello he limitado mi consulta al estudio de la documentación relativa a las Exposiciones Universales de Londres en 1851; Bruselas (Bellas Artes) también de 1851; París en 1855, Londres en 1862, París, 1867 y, por último, la de Filadelfia en 1876.

Las Exposiciones Universales son una especie de compendio y a la vez la culminación de dos procesos que se desarrollaron durante los siglos XVIII y XIX: La Ilustración y La Revolución Industrial. Podrían compararse a “La Enciclopedia”, obra que reunía todo el saber de una época; aunque, en este caso su poder de comunicación estuviera más restringido al quedar reservado a los pocos privilegiados que tuvieran acceso a ella. En el siglo XIX, por decirlo de alguna manera, todo el saber de la época se lleva a la práctica, mediante las Exposiciones Universales, democratizando los conocimientos. La publicación de la “La Enciclopedia” y su difusión favorecieron el desarrollo de la cultura y de la primera Revolución Industrial. Las Exposiciones Universales son un paso más, su difusión es mucho mayor, las visitan un gran número de personas, que pueden observar “in situ” los avances de la ciencia.

Cuando se publicó L’Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers entre 1751 y 1772, ésta llegó a manos de aquellos que podían ponerla en práctica: Los Ilustrados,  quienes aplicando sus enseñanzas contribuyeron al desarrollo de la Primera Revolución Industrial. Las Exposiciones Universales convocadas un siglo después, ponen la Segunda Revolución Industrial al alcance de la burguesía, que está en plena lucha para conseguir sus derechos y libertades durante el siglo XIX; y que, finalmente, será quien la ponga en práctica.

De esta forma, estos procesos se interrelacionan; mientras la La Enciclopedia describía y explicaba detalladamente el proceso de creación y funcionamiento de una serie de maquinaria destinada a facilitar y estimular el trabajo humano en los diferentes campos de la ciencia, la agricultura, la industria, etc;  permitiendo a los ilustrados de cada país su aplicación para la mejora y desarrollo de cada una de estas disciplinas con vistas al progreso de los Estados; las Exposiciones Universales exponían toda esta maquinaria desarrollada en cada uno de los diferentes países así como su producción artística, organizada en construcciones preparadas y creadas especialmente para el evento con las que también se demostraba el poderío de la industria del país organizador, esto es bastante evidente en el caso de la Exposición de Londres de 1851 en la que Paxton construyó el Palacio de Cristal utilizando los materiales y sistemas constructivos más vanguardistas de la época; con frecuencia cada país tenía un lugar o pabellón propio donde exponía sus productos que podían ser admirados por el público asistente; en lo que puede considerarse la democratización del proceso al permitir conocer y observar su funcionamiento a todo tipo de público.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En siglo XIX se produce además otra circunstancia que ayuda a la realización de este tipo de exhibiciones internacionales, se trata de lo que denominaremos: espíritu de unidad que invade a los países. La humanización de la política invade Europa y el resto del mundo, este sentimiento comenzará a hacerse patente a principios de siglo y permitirá que desde los diferentes países se hagan llamamientos en este sentido, para que todos y cada uno de ellos participe en el evento; exponiendo sus mejores productos, dejando las rencillas políticas reducidas a meras competiciones lúdicas o a lo sumo comerciales, los sentimientos nacionalistas de los diferentes pueblos van a quedar plenamente satisfechos saliendo victoriosos en estos certámenes, en lugar de tener que dilucidar sus diferencias en otros campo menos pacíficos. Como indica Werner Plum en Exposiciones Mundiales en el siglo XIX: Espectáculos del Cambio Socio-Cultural; al hablar de las Exposiciones Universales en estos términos: “Sueño de la unidad de los pueblos […] Sólo a comienzos del siglo XIX pudo hacerse oír en Europa otra mentalidad, pero todavía no pudo influir en forma apreciable, sobre la realidad política. El sabio universal Alexander von Humboldt (1769-1859) fue una de las primeras voces prestigiosas dentro de la ciencia que abogaron por la humanización de la política mundial.”

Estos acontecimientos internacionales favorecen, además, el mejor conocimiento y en consecuencia el mejor entendimiento de las naciones y sus habitantes; cuando conoces al enemigo personalmente es más difícil atacarle y más fácil comprenderle. Estos sentimientos eran también patentes entonces, prueba de ello es el comentario que el comisionado español por la sección de Arquitectura  hace en su Memoria sobre las obras presentadas en la Exposición de París de 1867, por todos los países participantes. Cuando en su disertación llega a Francia y comenta las obras presentadas por el arquitecto francés Henard, dice: “Proyecto de un monumento dedicado a la alianza de las Naciones, considerando como lazo que las une el adelanto de las ciencias y las artes y los esfuerzos reunidos de todas ellas para la ilustración y el bien de la humanidad. El pensamiento es grande y está muy bien concebido. El estilo del monumento es griego y tiene cierta semejanza con el de Lisícrates. La decoración es delicada dentro de carácter griego y sus proporciones muy buenas. Rusia, Prusia, Austria, España, Inglaterra e Italia están en él representadas por las estatuas de Napoleón I, Carlomagno, Pedro el Grande, Federico II, Teresa de Austria, Isabel de Inglaterra y León X y a todo el  monumento sirve de coronación la estatua de la Paz.”

 

 

No Conviene no olvidar tampoco que estamos en el siglo del Colonialismo y que se están dando las mejores condiciones para la organización de un mercado a nivel mundial. Tanto lo uno como lo otro está directamente relacionado con las materias primas y los productos manufacturados, es decir con la Industria, lo que nos vuelve a llevar a las Exposiciones Universales. El comercio se verá, muy favorecido por ellas,  será incluso organizado desde la propia exposición, aunque, en general no se produce la venta directa de productos del expositor al consumidor, pero sí se va a ir creando una red comercial a nivel mundial que facilitará las futuras operaciones comerciales. El Reglamento creado para los participantes en las exposiciones de Bellas Artes de Londres que se realizarán desde 1873 daba instrucciones en este sentido indicando: “Los artistas pueden tomar disposiciones en orden a la venta de sus obras pero nombrando un agente oficial que registre las compras y las ventas y  ponga en contacto al comprador con el vendedor […]”

 

 

 

Pueblos de todas las latitudes, acuden a la llamada de las Exposiciones Universales y exponen sus productos dejando claras las grandes diferencias culturales existentes. Todos conocemos las diferentes concepciones estéticas de cada país, diferencias que aumentan exponencialmente si además se sitúan en diferente continente; Oriente y Occidente presentan grandes diferencias en este aspecto. El canon de belleza oriental era casi desconocido en Europa; donde solo unos pocos privilegiados tienen acceso a objetos artísticos orientales; lo mismo sucede con las culturas africanas. Las Exposiciones Universales ponen al alcance del hombre de la calle estas diferencias estéticas, a partir de ahora el conocimiento de la estética oriental procedente de lugares tan lejanos como Japón, China, India, etc. será algo más accesible. El hombre occidental y en especial los creadores artísticos sacarán buen provecho de ello observando y plasmando en sus propias obras estos otros sistemas de representación de la realidad espacial, alejados de nuestra clásica, convencional y dominante perspectiva renacentista, todavía vigente en el arte occidental.

Está comprobado y documentado que la visión de grabados japoneses, influyó en los cambios que van a empezar a producirse, en el arte occidental, a partir de aproximadamente la mitad del siglo XIX. Teniendo en cuenta que estos cambios comienzan además en París y que esta ciudad acoge en el período de 1855 a 1900 cinco Exposiciones Universales,  es imposible dejar de relacionarlos, aunque los artistas tengan también, sin duda, otros medios para acceder a este tipo de obras. John Rewald en su Historia del Impresionismo indica al respecto: “Ya en 1856 Bracquemond había descubierto un pequeño volumen de Hokusai que había servido para embalar porcelana; durante mucho tiempo, lo había estado llevando encima, y se lo había enseñado a todo aquel que encontraba. Unos años después, en 1862, Mme. Desoye, que había vivido en Japón con su marido abrió bajo las arcadas de la calle Rivoli una tienda de objetos orientales, <La Porte Chinoise (La Puerta de China>) que no tardo en atraer a gran cantidad de artistas”. A los hermanos Goncourt se atribuye una frase curiosa respecto al interés que despertaba el arte asiático en Francia indicando que “El gusto por las chinerías y las japonerías  […] lo iniciamos nosotros. Este gusto hoy invade todos los ambientes desde los más imbéciles a los más burgueses  [… ]”

 

Los artículos que se presentan en la exposición son muy variados, van desde productos industriales, materias primas, elementos y productos agrarios, manufacturas, a las Bellas Artes. Cada exposición hace su propio reglamento y convoca los productos que más le interesan. La de Filadelfia de 1876, introduce una novedad importante un pabellón dedicado a la mujer, en el que tendrán cabida las obras de mujeres de todos los países participantes en el evento.

La primera Exposición Universal propiamente dicha, es decir, la que presenta las características que hoy nosotros consideramos necesaria para considerarla como tal, es la convocada por Gran Bretaña en 1851; en principio promovida por particulares aunque el presidente de la Comisión organizadora fuera el Príncipe Alberto, esposo de la Reina Victoria. Ya antes de esta fecha se habían celebrado, en casi todos los países, exposiciones, normalmente, de carácter nacional; lo significativo ahora era la convocatoria al resto de países. Como ya hemos dicho este tipo de eventos fueron inicialmente una llamada a la unidad de las naciones y a la paz y desde luego una muestra práctica del de la sociedad y los estados nacionales, conseguido gracias al esfuerzo de todo el género humano. Existía, entonces, el convencimiento de que la acción humana era capaz de cambiar el mundo y el sentimiento de progreso y de avance era unánime.

Además de estas Exposiciones Universales, en las que se exponían todo tipo de artículos y objetos, durante este siglo se convocaron otras exposiciones, también de carácter internacional pero más específico, citaremos entre ellas La Exposición de Bellas Artes de Bruselas de 1851, convocada por el Rey Leopoldo I de Bélgica. No debe escapársenos la coincidencia temporal con la de Londres, los belgas quisieron aprovechar el  influjo de ésta última para atraer a los países que acudían a ella e incluso a los que no asistían. No hay que olvidar que se trata de una exposición de Bellas Artes, circunstancia harto curiosa y significativa, si tenemos en cuenta que la convocatoria inglesa no incluía la sección de pintura dentro de las Bellas Artes. Calvo Teixeira en su estudio sobre Exposiciones Universales publicado con motivo de la realizada en 1992 en Sevilla nos habla del tema manifestando que dicha medida fue un ardid de los organizadores ingleses conocedores del posible dominio artístico francés; indicando al respecto: “Como la Comisión Real había decidido excluir la pintura de la sección de Bellas Artes, en una astuta medida antifrancesa, ya que Francia ejercía un predominio abrumador en la creación pictórica, la escultura adquirió […]”

El capítulo siguiente describirá las relaciones entre la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y las Exposiciones Universales mencionadas.

 

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  • Amando Carabias

    marzo 16th, 2012

    O el inicio de la globalización

  • catherine

    abril 10th, 2012

    Espero el capítulo siguiente para saber si la sección de pintura entrará en las Bellas Artes por fin….

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