Un excelente inicio de lo que parece ser el comienzo de una biografía más amplia – Luis Antonio de Villena nos dice que esperan otros dos volúmenes-, es este libro suyo editado por una magnífica editorial: Pre-Textos. El Fin de los Palacios de Invierno (Alena Collar)
Luis Antonio de Villena: “El fin de los palacios de invierno”. Por : Alena Collar.
Cuenta Villena su biografía de infancia y adolescencia, y lo hace con tersura, humor , poesía y llaneza. Con una prosa estética brillantísima, que se dibuja en cada frase, no exenta de ironía, y también, hay que decirlo, de dolor en muchos aspectos.
Que Villena por su condición de clase es un “señorito”, lo dice hasta él en una frase del libro. Y lo curioso es que, al leerle, lo que en otros podría parecernos egoísmo, o inconsciencia, al expresarlo con tal sinceridad, lo excusamos. Villena puede ser un burguesito acomodado, pero no es ruín en estas memorias. Tiene delicadeza hasta para ser duro. Y eso se lee en estos recuerdos muchas veces dolorosos, de un tiempo de silencio, de miedo y de grisura, en la que por su condición homosexual debía permanecer callado; cuántos años de callar en este tristísimo país llamado España.
Pero estas memorias no tratan de eso, aunque el tema transite todo el libro. Son mucho más; son una remembranza, si se me permite la expresión. Y en ella, otro tema es la familia. La familia y sus personajes, muchos de ellos entrañables y magníficos :raros, extravagantes para el común que solo se aferra a la normalidad del no te signifiques, a la monotonía del “como Dios Manda”. Ahí aparecen sus tías, Carmen, Marcela, su madre, la figura de un padre ausente, los años de colegio; y más tarde el instituto, la búsqueda de uno mismo, los primeros viajes, la universidad, las amistades literarias: entrañable y magnífica la descripción de su amistad con Aleixandre; llena de sensibilidad, y también descriptora del carácter del Nobel.
Un libro ameno, muy interesante, y sobre todo con una exquisita sensibilidad. Libro que acaba justo cuando terminan los palacios de invierno: cuando estos ya no pueden contener la necesidad de abrir las puertas y salir al mundo con voz propia.
