Todos sabemos que en cada región de cada país las costumbres cambian un poco o mucho según que consideramos el sur o el norte, el este o el oeste de este país. A pesar de todo se pueden destacar nexos entre estas costumbres que a primera vista no tienen nada que ver entre ellas. Y cuando se trata de dos o varios países diferentes es igual. A pesar de algunas diferencias en la gastronomía o en otras tradiciones ajenas, al hilo de la lectura nos daremos cuenta que todo se encadena en estos ritos navideños, de San Nicolás a los Reyes Magos. ( Catherine Beaume )
Navidades en Francia y en España. Por : Catherine Beaume.
En la parte de Francia cercana a Bélgica y Alemania las fiestas empiezan, de manera muy sobria, el día 6 de diciembre, día de San Nicolás que viene con su burro a traer una naranja y un trozo de pan de especias envuelto en un papel rojo con la imagen del santo. Le acompaña el Père Fouettard, el malo del dúo que distribuye palitos a los niños desobedientes. La noche anterior los niños habrán puesto sus zapatos bien limpios en la calle o la chimenea con un vaso de vino y un poco de heno para el santo y su burro. ¿No os parece que se mezclan las fechas, 6 de diciembre y 6 de enero?
Además al hilo de los años san Nicolás vino con unos juguetes e otros regalos. Se supone que el Papá Noel, Santa Claus en EEUU, es una transformación en Nueva Amsterdam, la Nueva York de hoy fundada por holandeses, del Sinterklaas neerlandés cuando desplazaron el día de la fiesta del 6 al 25 de diciembre. La transformación será total y mundial cuando la empresa Coca cola se apoderará del personaje.
En el resto de Francia los niños esperan al Papá Noel que ha destronado al Niño Jesús y que es ni más ni menos justo en la repartición de los regalos. A principios del siglo XX nuestros antepasados recibían a lo mejor una naranja y a veces un juguete por la mañana del día de Navidad o al regresar de la misa del gallo.
Una fiesta muy especial es la del 8 de diciembre en Lyon. Conforme con un voto a la Virgen, que había preservado la ciudad de la peste, los habitantes encendían cada año en esta fiesta marial velitas delante de sus ventanas al anochecer. Hoy día se ha vuelto una fiesta gigante con iluminaciones muy sofisticadas de los edificios y de las riberas y los puentes de los ríos, música y espectáculos de calle con artistas del mundo entero en el barrio de San Juan. El año pasado vinieron japoneses con linternas y este año Agatha Ruiz de la Prada colgará uno de sus corazones emblemáticos en la plaza de la Bolsa, un corazón gigante hecho de bombillas de colores dulces.
Esta fiesta de las luces hace pensar en la de Santa Lucia en Escandinavia, con doncellas coronadas de velas o a la Fira de Santa Llúcia en Cataluña es decir a la vez el día de las doncellas aquí también y la instalación del mercado de Navidad delante de la catedral. En Francia el mercado de este tipo más famoso y más antiguo es el de Estrasburgo; ahora hay uno en casi cada pueblo, por lo menos durante un fin de semana, con casitas de artesanía y música en altavoces. Para nosotros los peces beben sin parar en un río nuevo desde sólo hace unos años, cuando los descubrimos con Lhassa, pero el Petit Papá Noel que no se debe olvidar de nos zapatitos es una lata ya que escuchamos este villancico laico cantado por Tino Rossi desde más de sesenta años. Cada uno con su cruz…
Otro mercado muy especial y encantador es la feria de las figuritas de nacimiento de Marsella y de las ciudades cercanas de Provenza. Además de las tradicionales poco a poco los artistas representaron a toda la gente del pueblo, el alcalde, los pescadores, el panadero, la gitana etcétera. Se colocan en casitas, en el molino o el monte, el cura sale de la iglesia, así que ya estamos muy lejos del belén habitual. La más típica es “lou ravi”, encantado y radiante de lo que mira con los brazos en alto. Es tan famoso y representativo como el caganer catalán. También crean figuritas vestidas de telas provenzales, de varias tallas, que además de adornar el pesebre son objetos de colección y decoración.
Y tenemos aún otro mercado especializado: el de los árboles de navidad, los abetos que no han sido todavía sustituidos por árboles artificiales ya decorados. Es una fuente de ingresos para los montañeros y de orgullo para los niños que ponen la estrella, las luces y las bolas con mucho gusto. Cuando el abeto esté en una maceta puede seguir viviendo en el jardín el resto del año con más o menos éxito. En el mismo mercado se puede comprar acebo, típico de navidad con su colores verde y rojo, poco a poco destronado por la estrella de Navidad, la poinsettia con hojas de estos dos colores.
El mismo símbolo, la madera, lo encontramos en el leño enorme que quemaban los antepasados en el hogar durante las navidades. Ahora que la mayoría de las casas ya no tienen ninguna chimenea (¿por dónde entra el Papá Noel?) el leño es un pastel. Este bizcocho tradicionalmente rellenado de crema de chocolate con mucha mantequilla ahora lo hacemos a menudo con mousse de fruta o helado porque no comemos tanto como los abuelos. Sin embargo en algunas familias de Provenza perdura la tradición de los 13 postres: higos, almendras, nueces y pasas que son llamados los cuatro mendigos, y avellanas, pistachos, uva moscatel, dátiles, manzanas, peras, naranjas, varios pasteles con aceite de oliva, mermelada, turrón blanco y negro, y pues ya contamos con más que 13 porque cada pueblo tiene su costumbre. En la mesa se encuentra toda la riqueza del campo. Lo cierto es que en todas las casas de Francia se comen “papillotes”, bombones envueltos en papel brillante con franjas.
El tema del leño y de los bombones lo encontramos también en el tió de Nadal de los catalanes, este leño navideño que caga (sí, caga) bombones, caramelos y fruta al sonido de una canción un poco grosera y al recibir una paliza.
Como en España la Noche Buena y el día de Navidad son ocasiones de encuentros para la familia próxima. En Francia es especialmente una fiesta para los niños y no hay más navidades. La Noche Vieja la pasamos al igual que vosotros, comiendo y bailando en casa o fuera. La tradición quiere que beses a cada uno debajo de una bola de muérdago al desearle un feliz año nuevo. No comemos las doce uvas de la campanada de la medianoche.
Y el 6 de enero no es día festivo. Conservamos la costumbre de sortear quién será el rey del día con un haba de plástico o de porcelana escondida en un enorme bollo o un roscón con relleno de crema de almendras. Sorteamos quién será rey o reina y se merecerá una corona de cartón dorado o plateado cuando vosotros estáis preocupados por el sorteo del Gordo o del Niño; no tenemos una lotería tan especial para las navidades.
¿Qué pasa durante el resto del mes de enero? Comemos todavía mucho bollo y mucho roscón, a menudo varias veces al día porque en nuestra república en cada reunión, cada club de bomberos, de deportivos, de ancianos o jóvenes, pues en todas partes, queremos elegir a nuestro rey. Se supone que en España os quedan unos mantecados y polvorones, algo de turrón para llegar a fin de mes. Así que sugiero a todos, algo de ejercicio que acabe con el mes y con los kilos de más…
FlamencoRojo
diciembre 24th, 2012
Leyendo tu artículo me ha venido a la memoria mis épocas de navidad en Turquía (1991, 92 y 93)…nada que ver con occidente, para decirte que teníamos que asistir al trabajo 24 y 25 de diciembre, ya sabes, de tanta tradición en España (para creyentes y no creyentes)…
Me ha encantado conocer las tradiciones que nos relatas.
Te deseamos desde Sevilla un 2013 lleno de salud y paz.
Besos,
Pepe Gonce & family