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Papini y sus “Cartas del Papa Celestino VI a los Hombres”. Por José Julio Perlado

 

Giovanni Papini.  Por Levi Naim. 1935

Giovanni Papini. Por Levi Naim. 1935

 

 

 

 

Estoy dominado por la figura y el alma del Papa Celestino VI – escribe en su “Diario” – Hasta veo su cara y creo que le reconocería si viera su retrato en algún libro”, estos eran los pensamientos de Papini, mientras escribía su libro sobre un Papa que nunca existió pero que le servía de pretexto para dirigir cartas a los hombres de todos los tiempos planteándoles preguntas y cuestiones que aún siguen vigentes…. todo esto y mucho más podrás encontrar en este artículo de José Julio Perlado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Papini y susCartas del Papa Celestino VI a los Hombres”. Por José Julio Perlado

 

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Con los acontecimientos que se suceden estas semanas en el Vaticano parece que viniera desde el fondo de la literatura italiana del pasado siglo aquella obra de Giovanni Papini, “Cartas del Papa Celestino Vl a los hombres”. Comenzadas aquellas páginas el 7 de septiembre de 1945 estaban concluidas por el escritor el 2 de noviembre. “Estoy dominado por la figura y el alma del Papa Celestino VI – escribe en su “Diario” – Hasta veo su cara y creo que le reconocería si viera su retrato en algún libro”. El  16 de octubre vuelve a escribir: “No consigo pensar más que en Celestino VI. Poco a poco, voy viendo su figura, su índole. No tiene más que un defecto ese papa, y terrible: el de no haber nunca existido. Y nunca hubo un verdadero papa que se le pareciera”.

 

 

 

Ese Papa que no se parece a nadie y que nunca ha existido pregunta así, en una de sus Cartas, a los poetas del mundo:ImagenHombrePensando_jpg

 

“Los hombres ya no invocan la caridad de la poesía. Y, sin embargo, nunca como hoy necesitarían ser transfigurados, rescatados, elevados por ella. Para las catástrofes de orden material no se pueden esperar resacas ni desquites más que en el orden del espíritu. La voz de los poetas fue siempre la voz del pueblo. Si los poetas callan, quiere decir que los pueblos están ya en el coma de la agonía, que no les queda fuerza ni para gemir.

¿Por qué, pues, os ocultáis en el silencio, precisamente en esta época que necesitaría un grito tan potente que pusiese en pie hasta a los moribundos? Veo, sí, entre vosotros, a hombres que se llaman mutuamente poetas: fabricantes de ramilletes de versos, capaces de hacerlos hasta a oscuras, que echan a suertes las palabras, con la esperanza, casi siempre frustrada, de ganar el premio de poesía. Egregios joyeros del verbo, que conocen todos los diccionarios, todas las literaturas y todas las estéticas, pero que ya no saben o no han sabido nunca, cuál es la misión humana o divina de la poesía. Son los astrólogos de la lírica narcisista: extraen horóscopos de todo el zodíaco de la realidad, pero lo que trazan sobre el sufrido papel no es poesía: es sólo vaina o serrín de  poesía”. (…)

 

Dante y Virgilio. Delacroix

Dante y Virgilio. Delacroix

 

 

“Vuestra obra – sigue diciendo el Papa Celestino VI, ese Pontífice que nunca existió – se semeja a la creación porque debe dar forma armoniosa al caos informe de los sentidos, de los sentimientos y de los pensamientos; debe separar la luz de las tinieblas, es decir, hacer refulgir el espíritu ordenador sobre la sordidez de la materia. (…) La poesía es iluminadora, purificadora y redentora. Sois, a vuestra manera, taumaturgos, puesto que colaboráis en el milagro de trocar en espíritu la materia, en canto de resurrección el duelo de la Naturaleza y de su Rey”.

 

 

Si a los poetas les está hablando así este Pontífice inventado por Papini, a los hombres de ciencia se dirige, entre otras, con estas palabras:

 

“Vuestro logros no traen cuenta. Hacéis pagar los servicios que prestáis a durísimo precio de esclavitud, de ruinas y de sangre. Salváis, con vuestra medicina, millares de vidas, pero hacéis morir, con vuestra física,  millones de criaturas. Inventáis máquinas que deberían aliviar la fatiga del hombre, pero las máquinas agudizan y agigantan la codicia de los hombres, se convierten poco a poco en implacables tiranas de los hombres; corrompen, enloquecen y diezman a los hombres, Sois los bienhechores, pero también los agitadores de la Humanidad. Con una mano dais pocas onzas de bálsamo, pero provocáis incendios con la otra. Prometéis más de lo que dais, y lo que dais resulta para todos más funesto que saludable”.

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Y así Celestino Vl, el Papa que nunca existió, sigue lanzando sus Cartas y preguntas desde una ventana invisible en una Plaza imaginada, a una Humanidad que le escucha.

 

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  • Marina Filgueira García

    febrero 21st, 2013

    Me ha encantado esta lectura sobre el Celestino VI, el Papa que nunca existió.
    Gracias y felicidades. Un saludo.

  • Angel Marcó i Sáez

    marzo 13th, 2013

    Agradecería poder tener este libro para releerlo de nuvo, ya que le deje a alguien y este nunca me fue devuelto, pero no logró encontrarlo en ninguna librería.
    Muchas gracias

  • seguicollar

    marzo 14th, 2013

    Pues en Iberlibro, a través de su Web, se encuentran ejemplares y bastante económicos, no tienes más que comprarlo

  • Angel Marcó i Sáez

    marzo 14th, 2013

    muchas gracias.
    Ya lo hice y lo compré.
    Agradecido por su cordialidad

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