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Ray Loriga «Za Za, emperador de Ibiza». Presentación en Barcelona. Por: Elías Gorostiaga

 

Mesa presentación

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El vividor X, el vividor Y y el vividor Z, imparten un curso en Hotel Kafka que dura cuatro días repartidos en dos fines de semana, el precio son 225 euros.  A esa hora dos albañiles imparten un curso de arquitectura posmoderna en el Bar Caracol en la Avenida Poniente de L’Hospitalet. En ambos casos el curso consiste en afinar a los nuevos talentos de forma que sepan manejarse en la maraña de premios trampa, becas, redes sociales y entorno urbano, les enseñarán a peinarse, a realquilarse en pisos de amigos, ordenar su armario, gravarán en sus memorias frases ingeniosas para presentar su obra en público y caer bien, no se enseña a escribir ni arquitectura que es algo inútil como bien saben todos ellos. Los deberes propuestos consisten en leer tres libros, uno de ellos son los famosos aforismos editados bajo el título 300 del vividor CO, con el que se cierra un círculo infernal, uno más. Las autoridades sanitarias de este país y de sus subpaises no dicen nada al respecto.

-Es una actividad privada ¿no?, -contestan desde el ministerio-

La periodista de investigación sospecha que aquí hay una burbuja

-Vividores –piensa- al fin y al cabo cada uno es libre de tirar su dinero en preferentes o mascotas, sea cerdo, gato, puto o  Taller de Supervivencia. ( Elías Gorostiaga).

 

Ray Loriga «Za Za, emperador de Ibiza». Presentación en Barcelona. Por: Elías Gorostiaga.

Auttor

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Hoy Ray Loriga habla de Ignacio Echevarría. Los dos son viejos vividores. Lo presenta como un gran crítico que le descubrió desde las páginas de Babelia cuando dirigía Enrique Murillo. Por su parte Ignacio Echevarría presenta a Ray Lóriga, sabedor de que fue él quién le descubrió al mundo y supo ver en aquel cielo a esta brillante estrella literaria. El público de Barcelona es un publico entregado que recuerda aquellos años fielmente. Ray bebe cerveza, nunca levanta la mirada. Viste con las mismas botas, la misma chupa, los mismos pantalones, tal y como le vimos en el programa que emitió la 2 de TV la semana pasada, un bodrio que se titula Alaska y Coronas y al que fue invitado para improvisar durante unos aburridos minutos. Hoy ese libro se presentó en el atril de La Central y apenas ninguno de los dos habló nada del libro, salvo que el nombre del personaje principal de la novela es Zacarías Zaragoza Zamora, alias Za Za. Divagaron algo y Ray Lóriga habló de drogas modernas, una alquimia que desbancará a las viejas drogas de siempre, drogas que se podrán fabricar en casa, sin mayor peligro y que arruinará a los grandes productores de siempre, dejará sin trabajo a un millón de campesinos que viven de ellas en Sudamérica en Afganistán, y sin sobornos a los responsables de aduanas; ese fue su pronóstico para los próximos años, esa especie de ciencia ficción de maravillosas drogas que abren el horizonte de la risa y que a mi me suena ya como tema en Tokio ya no nos quiere (1999). Ray, sabe que en su cabeza le acompaña un hombrecillo, lo contó casi de forma confidencial; los dos comparten el día a día, le toca un poco las narices y  es para él para quién escribe cosas graciosas de las que poder reírse más tarde, cuando los dos juntos se van a dormir.

-No has trabajado nada, pero por lo menos nos hemos reído –dice el hombrecillo-

-Cosas de escritores ¿no?

-Claro, cosas de escritores.

lorigamesaEl caso es que sin hablar del libro, tanto Ray como Ignacio se partían bastante la caja y alguno del público también, como si en un momento dado se hubiera repartido este tipo de droga de la risa entre los asistentes. A mi Ray Lóriga me cae bien, algunos de sus libros me gustan, pero lo que más me gusta es ese humor bobo que de golpe te sube, de la misma manera que te sube la risa con unas cuantas cervezas. Hacía tiempo que no le veía, quizá desde ese año 1999 en el Fnac de Diagonal, con otro Ignacio presentando, aquella vez Vidal-Folch que también hoy andaba en la sala, de aquellos años a estos se le ha metalizado la voz, se ha gastado bastante y ha fallado el tiro en unas cuantas novelas, quizá esta le salve el chaleco antibalas. Y por las formas y las maneras sigue pareciendo un vividor, rodeado de vividores, esta noche rondaban unos cuantos por allí, algunos jóvenes, otros ya veteranos y a todos nos dio un sabio consejo que al parecer  a él le funciona, dijo <si eres una comadreja, no intentes salir por los dos agujeros a la vez>. Loriga, o por lo menos él lo sabrá, se habrá tenido que vender mucho y por muy diversos precios, pero nunca ha tenido que dar clases de cómo escribir y mucho menos de cómo ser arquitecto.

 

 

 

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