El año, los relojes, las metáforas del tiempo. Lo que recordamos, lo que se nos escapa entre los dedos, lo que apresamos como un tic-tac.
Una reflexión de José Julio Perlado que viene bien en cualquier estación, ante cualquier sonería del reloj…
Desde los relojes de arena, los de agua, los actuales y modernos de la era digital, pasando por astrolabios…
Dejarse llevar por el transcurrir y meditar si acaso mientras pasan las horas.
Relojes y Tiempo. Por: José Julio Perlado.
Relojes de agua, de arena, de bolsillo, astrolabios antiguos, relojes de caja, de cuarzo, de
horas, relojes de mano, de mercurio, de sol y sombra, relojes eléctricos, mecánicos, nocturnos, públicos, relojes portátiles, que dan las horas, que nos dan las horas en este mes de Diciembre, cuando la vuelta de la estampa del calendario despide los días que vivimos con celeridad y aquellos otros que vivimos con lentitud, se despiden los momentos fugaces y los irrepetibles, van de la mano alegrías y disgustos, todo se lo lleva el tiempo que marca su ritmo en el vientre del reloj, todo se esconde bajo los dominios de los relojes múltiples, entre los mecanismos y el perfeccionamiento del oscilador, ahí van, entre los timbres, el calendario, las agujas y el misterio de los instrumentos, aquellas conversaciones que tuvimos en febrero, las sonrisas de mayo, un malestar continuo que nos atenazó en abril, las sorpresas de junio, las decepciones de noviembre.
El reloj del año se lo lleva todo en su unidad de tiempo, en el conjunto de sus períodos precisos; del tiempo pasado suenan también campanas y campanadas, queda marcado por sus agujas; el astrolabio nos recuerda qué poco hemos mirado a las estrellas, qué poco nos interesó en el pasado año la esfera celeste, los tránsitos continuos los hicimos casi por las mismas calles, entre casas iguales, mirando al suelo o a las gentes, hay como una varilla óptica que nos fue señalando aquel camino de la monotonía del que apenas nos apartábamos no se sabe por qué, si por comodidad o por falta de tiempo, pero el tiempo está ahora ahí, en ese reloj solar y en las longitudes de las sombras, el tiempo está en ese reloj de arena cuyos granos resbalan mientras pasan los diálogos y las tardes, los granos se deslizan formando montículo y las conversaciones reposan en lugares insólitos y comunes a la vez, se nos ha dicho todo pero se nos vuelve a decir, uno sabe lo que va a escuchar pero se escucha de nuevo, las palabras siempre esconden sorpresas de timbre y de tono, renacen nuevas, y mientras tanto el minutero del tiempo pasa las hojas del calendario y la acústica vigorosa de todos los relojes a la vez hace sonar los meses con su tic-tac especial hasta que llega por fin Diciembre, aquí está Diciembre, con sus fiestas y sus nieves, pórtico de un nuevo reloj escondido en la caja de un Nuevo Año, estampa virgen sin inaugurar, horas inciertas, horas de misterio.
