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Rubén Martín Díaz. Poesía con los Cinco Sentidos. Premio Adonais 2009. Por: Carlos Feral

Estimados lectores. Este mes estoy muy contento de poder dedicar estas letras a un autor joven, de tan sólo veintinueve años, natural de Albacete, llamado Rubén Martín Díaz.

Es lógico que a la mayoría de ustedes no les suene este nombre. Pues resulta que es, ni más ni menos que el ganador del Premio Adonáis de poesía 2009. Tampoco era conocido Francisco Brines cuando le concedieron el mismo galardón en 1959, Claudio Rodríguez, el incomparable poeta de la poesía de la sensualidad que lo fue en el 1953, y miren por dónde ahora son unos de los poetas españoles más renombrados, como el mismísimo Juan Carlos Mestre o José Hierro, José Ángel Valente (Uno de mis favoritos, permítanme el inciso) o Pureza Canelo entre  tantos otros.

 

 

 

Rubén Martín Díaz. Poesía con los Cinco Sentidos. Premio Adonais 2009. Por: Carlos Feral.

Es cierto que para ser Premio Adonáis es requisito imprescindible ser joven. Para los que no conozcan este premio les diré que es el premio que concede el Ateneo de Madrid y Ediciones Rialp a un poemario inédito en lengua castellana escrito por jóvenes poetas menores de treinta y cinco años. Fue creado en 1943, por lo que tiene un año de antigüedad más que el Premio Nadal. Lo que me gusta de este galardón, aparte de la calidad poética, claro,  es que no tiene dotación económica y al estar desposeído del interés crematístico, al menos es mi opinión, la elección de los ganadores es más “pura”, o sea, no va más allá que el descubrimiento de nuevos talentos de la poesía española e hispanoamericana.

 

Vuelvo a Rubén Martín Díaz, al que tuve la suerte de conocer y entrevistar el pasado mes de Febrero en la Tertulia Hispanoamericana Rafael Montesinos. Me llevé una grata impresión durante la entrevista al encontrarme una persona accesible, de agradabilísimo trato y bien rodeado y apoyado por su familia, pero mejor aún fue la sorpresa que me dio durante la lectura de sus poemas. El autor leyó quince de los recogidos en su libro “El Minuto Interior” pero les aseguro que nos hubiéramos quedado embelesados escuchando otros quince. La poesía de Rubén Martín no es solamente palabras, es luz, es movimiento, olores, sonidos de la naturaleza. Cuando uno de los asistentes preguntaba al autor si definiría su poesía de alguna manera, él modestamente, contestó que no sabría definirse de ningún modo ni encasillarse en ningún movimiento poético. Yo sí me atrevería a definirla como la Poesía de los Cinco Sentidos. Dijo de él Rafael Morales Barba que “Habla del gozo y de la desolación, de la poética de la estampa”. Estoy de acuerdo en que los poemas de Rubén son como cuadros pintados con versos. Me viene a la memoria uno que le dedica a su madre en el que hace un retrato de la madre dormida y en ese momento evoca su infancia, cuando esta cuidaba de él y ahora la veía, serena, reposando el esfuerzo de aquellos días: “Me acerco y la respiro” dice el poeta, “Huele a verano”. ¿No se imaginan el poema en un lienzo? No tienen más que hacer un ejercicio de evocación con los ojos cerrados y ya tenemos un cuadro lleno de aromas, de silencios sonoros, de tocar nuestra propia infancia con los dedos de la imaginación.

Los poemas de Rubén Martín Díaz hacen referencia constante a la luz. Juega con los colores y la oscuridad hasta acabar en una fuente de luminosidad en la que se refleja la vida misma. Sus poemas “Manantial de Luz” o “Amanecer” son buena prueba de ello. En esos versos hay una vuelta a la luz como creación, como triunfo del día sobre las tinieblas de la noche, como metáfora del triunfo de la vida sobre todo lo que  se oponga a ella. En su poema “Invierno” la luz cambia de tonalidad y se produce un matiz gélido, de invierno helado que despierta los azules y los grises. En “La Casa Vacía” pinta un cuadro con objetos oscuros, “ciegos y se escucha la ausencia y el ruido de las sombras”.

 

Otro tema recurrente en su poesía es la naturaleza. El autor se declara satisfecho de vivir en el campo por lo cual es observador privilegiado de los fenómenos que allí se dan cita y, así, en sus poemas “La Campiña” , “El Viaje”, “Jilgueros” reflexiona sobre las sensaciones que percibe observando la naturaleza, las retiene y, posteriormente, cuando está tranquilo en casa, las plasma en poemas. El autor también quisiera, como las aves migratorias,  abandonarse al aire y huir a ese destino que no es el nuestro. “La lluvia” hace referencia al ruido de las gotas golpeando la mañana de un modo terco aunque relajante y “Adaptación” es una vuelta a los colores rojos, ocres, amarillentos del atardecer manchego. “El Último Relumbre” es un hilo de luz que habla de la belleza de la vida sin importarle la llegada de la noche, la cual priva del trazo prolongado de la luz a las cosas pero que será vencida por la claridad de un nuevo día.

 

También encuentra espacio para el amor y la introspección. En “El minuto Interior”, poema que da título al libro, el poeta medita sobre el mundo y él mismo, en “El Lenguaje de las Cosas”, dedicado al poeta Ángel Aguilar, al que considera su padre literario, se pregunta el porqué de la existencia de las cosas. En “Dimensiones” toca el tema amoroso con delicadeza y sencillez.

 

Esta sencillez es el elemento esencial del lenguaje poético de Rubén Martín. Sencillez que nunca degenera en simpleza o vulgaridad. Trata las palabras con cuidado pero sin encriptar el lenguaje. El lector agradece que sus poemas, siendo de una belleza indudable, no se envuelvan en un vestido demasiado recargado y así, huyendo del barroquismo, nos hace partícipes de su comunión con lo cotidiano, haciendo su universo un poco nuestro también.

 

La pincelada social se encuentra en su poema “Los minutos y las Sombras” que el autor explica que escribió después de un paseo junto a la playa de Santa Pola en el que veía a las familias simplemente “estar allí” sin notar la maravilla que les rodeaba, el privilegio que les suponía estar ante tanta belleza y ellos, absortos, ridículos, como si todo lo que ocurre a su alrededor ocurriera al margen de su existencia.

Ya, para terminar, una recomendación. Si quieren compartir un ratito más el universo de Rubén Martín Díaz, no se queden en este artículo ni en el audio de la entrevista o de sus poemas. Pueden visitar su blog “La Pluma de Barro” y a buen seguro encontrarán más estampas de este joven poeta manchego que dará mucho que hablar en los próximos años.

 

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*Este artículo se publicó por primera vez en Alenarte Revista en su número 59 ;  ahora ha sido actualizado para incluirlo en este número cero de la nueva etapa de Alenarte Revista; el original puede leerse en la siguiente dirección.

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