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«Vida de un idiota» de Ryūnosuke Akutagawa. Crítica de : Elías Gorostiaga

 

La editorial Satori de Gijón, especializada en cultura japonesa, ha puesto en circulación un libro de confesiones de uno de los grandes escritores japoneses del período de entre guerras del siglo pasado. Un período convulso como el actual, en un país que abandonó su forma de vida tradicional para incorporarse (a su estilo) a la forma de vida occidental. Un estilo de vida que deja marcas, cicatrices, sensaciones, locura, paisajes que a veces nos vienen bien, esas veces en las que nos gustaría encerrarnos en nuestra habitación y no volver a hablar con nadie, como hacen los hikikomori, esos chicos que no aguantan la presión y se aíslan del mundo. Pues a veces, cuando te  metes en estas confesiones, te apetece y a veces te apetece llenar la bañera y sumergirte dentro y aguantar la respiración, soñando con algas y barcos. ( Elías Gorostiaga )









«Vida de un idiota» de Ryūnosuke  Akutagawa. Crítica de : Elías Gorostiaga.

 

La historia de Akutagawa, es la historia de la locura desde su propia niñez, envuelta en sensibilidad y estética. La historia de Akutagawa es la de un narcisista que necesita escribir para quitarse de en medio todo eso que le agobia, le oprime el pecho y no le deja respirar, su época, todo eso de lo que no habla con nadie, aunque siga viviendo en la vida, de su familia, de su trabajo, como si tal cosa. La historia de A. es la de todos aquellos japoneses que se suicidaron y los que se suicidan actualmente, de forma callada, de forma laboriosa. Si alguien quiere entender de donde viene todo eso, que entre en el confesionario, allí está la Vida de un idiota, contada por él mismo, y en su mayor parte infeliz, una infelicidad producida por una piel extremadamente sensible que termina convirtiéndose en una dolencia psiquiátrica.

 Los cuatro temibles enemigos: la sospecha, el miedo, la arrogancia y la sensualidad. Nada más ver estas palabras, sentí cómo mi espíritu se rebelaba de nuevo con más fuerza. Ese tipo de enemigos, al menos para mí, no eran más que otros nombres de la sensibilidad y de la inteligencia. Pero cada vez me resultaba más insoportable que, tanto modernidad como tradición, me hicieran tan infeliz.”

Sobre la edición solo puedo decir que es impecable, que es un libro para guardar en tu biblioteca, con una introducción de cuarenta páginas por Carlos Rubio que te sitúa y te enseña a apreciar lo que más adelante vas a leer, tan solo siete relatos que son suficientes para sumergirte en un pequeño lago de aguas transparentes y fondos profundamente oscuros. Quizá sea esta la manera de entrar desnudo en el año doce, en el que recorreremos de nuevo un paisaje más, de incertidumbres, paradigmas y símbolos zen, fantasmas, dobles de una persona viva y delirios en general.

 

Hasta Ben Jonson, uno de los eruditos más ilustres de su generación, torturado por la fatiga neuronal, había llegado a ver ejércitos cartagineses y romanos enzarzados en una batalla en el dedo gordo de su pie. No pude evitar sentir cierto placer malévolo y cruel al leer estas desgracias.

 

Pastillas para dormir y al final de su vida , pastillas para todo. Su suicidio ocurrió el 24 de julio del año 1927, causó un gran impacto en Japón, igual que ahora impacta leer la carta en la que explica claramente su voluntad de morir. Simplemente (y pecando de pedantería) sublime y de una estética contagiosa. Muchos japoneses son así.

 

 

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  • Satori Ediciones

    enero 31st, 2012

    Muchísimas gracias por la reseña a Elías Gorostiaga y a todo el equipo Alenarte. Nos ha encantado.

  • catherine

    febrero 4th, 2012

    Me parece típico del Japón este duelo entre tradición y modernidad.Será una lectura apasionante.

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