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Vidas Imaginarias. Por: José Julio Perlado.

Eugenia Grandet. Dibujo Daniel Hernández.

Eugenia Grandet. Dibujo Daniel Hernández.

«Si yo hubiese sido escritor – decía Roland Barthes – y estuviera muerto,  cómo me gustaría que mi vida se redujese, con los cuidados de un biógrafo amigo y desenvuelto, a algunos detalles, a algunas gotas, a algunas inflexiones: «biografías» donde la distinción y la movilidad pudieran viajar en el destino».  Amamos esa inventada realidad que nos apasiona. ( José Julio Perlado).











Vidas Imaginarias. Por José Julio Perlado.

Estas biografías singulares, a veces inventadas, estas vidas imaginarias atraen a los públicos porque periódicamente salimos de nuestras casas, atravesamos las calles, empujamos las puertas de las librerías, indagamos en los estantes y nos llevamos al fin la invención, no la realidad, compramos la invención, la verdad de las encuadernadas mentiras, nos adentramos en sus páginas y gozamos cuando comprobamos cómo nos cuentan los cuentos los cuentistas, cómo desenrollan ante nuestros ojos el tapiz de las mil y una vidas, tapiz volante poblado de personajes, alado siempre sobre tejados de la memoria y que nos lleva y nos trae entre amores y decepciones, que nos lanza sorprendentes enigmas y que pasa y repasa bajo el tejado de nuestras casas, entre los  aires del despacho, rodeando nuestro sillón de lectura.

Burne-Jones. Portada de Vidas imaginarias. de Schwob

Burne-Jones. Portada de Vidas imaginarias. de Schwob.

En la historia de las vidas imaginarias aparecen numerosos autores anónimos, trazos de filósofos que nunca existieron, reyes fantasmas que el escritor hace realidad, cifras encantadas, perfiles olvidados en páginas de Balzac, de Raymond Queneau, de Marcel Schwob, de Pierre Michon, de Pascal Quinard. Es precisamente Marcel Schwob el que se confiesa: » Sería muy interesante escribir minuciosamente sobre los grandes hombres de todos los tiempos, o anotar las características de aquellos más célebres que vivieron en el pasado, pero contar también con el mismo interés las existencias únicas de hombres mediocres o criminales». Es decir, el mundo entero, lo real y lo inventado, el mal y el bien, la cruz y la cara en la moneda de la existencia.

Pero quizá lo más deslumbrante sea nuestra fascinación por lo que nunca ha existido, esa novela tejida en silencio, trazos de vidas que el escritor imagina, caballeros andantes de la memoria, pasiones y ternuras y desenlaces inesperados: nada realidad, todo realidad. Amamos esa inventada realidad que nos apasiona y repasamos y releemos al cabo del tiempo prodigiosas mentiras que jamás morirán, heroínas sólo visibles para la literatura, invenciones de cuya autenticidad no dudaremos nunca.

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