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Aquietar las sombras. La instalación” La Dama de Corinto” de Guerin en el MAC Esteban Vicente de Segovia. Por: Amando Carabias

¿Pintura en movimiento o cine enmarcado?

 Aún no sé cómo calificar la exposición-montaje “La Dama de Corinto. Un esbozo cinematográfico” que ha realizado José Luis Guerin para el Museo de Arte Contemporáneo “Esteban Vicente” de Segovia. Lo que sí sé, y lo pongo en el arranque del artículo para que no haya dudas, es que se trata de una instalación absolutamente recomendable (por no decir necesaria). Quien tenga la oportunidad de venir Segovia antes del día 24 de abril de 2011, no dude en reservar un hueco para adentrarse en el citado Museo que, como es sabido, se ubica en pleno centro de la ciudad. ( Amando Carabias )

 

 

Aquietar las sombras. La instalación” La Dama de Corinto” de Guerin en el MAC Esteban Vicente de Segovia. Por: Amando Carabias.

 

 

José Luís Guerin (Barcelona, 1960) es un cineasta que se aleja de toda norma de los cineastas, y entronca más con el artista puro, el artista al que le gusta reflexionar y hacer reflexionar sobre los temas que aborda con sus imágenes.

Por lo que he visto en el “Esteban Vicente”, José Luis Guerin es un poeta que usa de las imágenes, con la misma intención que los poetas usan las palabras: bucear en el misterio de las cosas que, al fin y al cabo, es una de las tareas (acaso la más noble) del poeta. Su estilo –cabría decir su poética- es sencillo, en cierto sentido minimalista o esencial y no persigue el lucimiento personal, sino desbrozar de impurezas el asunto propuesto, para acercarlo diáfano al espectador, pero, al mismo tiempo, con afán de evocación, más que de explicación, con afán de sugerencia, más que de relato, para que sea quien contempla quien halle sus propias respuestas.

 

 

Ana Martínez de Aguilar, directora del Museo Esteban Vicente, propuso al cineasta una reflexión sobre las relaciones entre cine y pintura. Como respuesta a esta iniciativa, Guerin nos regala esta instalación audiovisual en la que reflexiona sobre un inicio posiblemente común entre ambas actividades artísticas.

Para ello el barcelonés nos lleva hasta el mismísimo manantial donde, según la historia antigua, brotó la pintura. Es cierto –y sobre esta cuestión no plantea nada- que el argumento es poco científico pues la actividad humana relacionada con la pintura es tan milenaria como se pueda acreditar por los rastros que de pintura rupestre queden en el mundo. Pero a Guerin le interesa otra cuestión.

Hay un instante –y lo refiere Plinio “el Viejo” en su Historia natural– que puede ser determinado como inicio de la pintura. Y para Guerin, además, ese momento fundacional también lo es del cine, pues con el movimiento de la imagen tiene que ver, con el sueño de estancar la fugacidad de un instante en perpetua variación.

 

Para el historiador latino, una de las disciplinas que tienen que ver con estudio de la naturaleza es la pintura, pues trata de representarla. Sobre este aspecto reflexiona en su magna obra. En ella Plinio “el Viejo” habla de los primeros pintores, en especial de Zeuxis, uno de los más grandes y afamados por su capacidad para llevar a la tabla la realidad. Y lo hace con tal precisión y lujo de detalles que, aunque ninguna de sus obras ha llegado hasta nosotros, los artistas –sobre todo en el Renacimiento-, recrearon muchos de sus cuadros, y aprendieron muchas de sus técnicas. Alguna de las anécdotas también ha llegado hasta nosotros, como la de su muerte –de risa según dicen, después de que una anciana le pidiese ser pintada como Afrodita-, o como la referida a una de sus más afamadas composiciones, su Helena de Troya. Para pintarla –según refiere Plinio y también recoge Guerin- seleccionó a cinco de las doncellas más hermosas de su ciudad y les pidió que les dejara pintar de cada una su parte más bella, creando de este modo una técnica para alcanzar el ideal o canon de belleza, técnica que dio su fruto a lo largo de la historia del arte, como es bien sabido…

Sin embargo, a pesar de tanta belleza, a pesar de tanta historia, a pesar de la densa admiración que José Luis Guerin profesa a estas obras, la primera pintura, tiene más que ver con el amor y su autor es anónimo –anónima, convendría especificar-, y es el propio sabio latino quien relata los pormenores.

Sucedió en Corinto… La Dama de Corinto…

Esa primera artista desconocida no pintó directamente a su amado, sino que lo hizo a través de la proyección de su sombra en la pared. Es ante esta opción ante la que Guerin descubre el mito fundacional, también del cine. Un mito perfecto para pensar y soñar la pantalla como lienzo. (Intuición, por cierto, muchas veces plasmada por muchos directores de cine que han logrado puestas en escena, encuadres, que son auténticos homenajes a la pintura, o a determinados cuadros, al menos).

Imaginemos la escena. Recreemos esas horas en que los amantes se despiden, con un regusto amargo en el paladar, pues ambos saben que puede tratarse del final, de la última noche en que uno puede gozar del otro.

Mañana, en unas horas, él parte a la guerra. Mañana, en unas horas, él puede ser carne muerta. Y ella no sabe aún cómo retener entre sus brazos a su amado. Quizá la luz vibrátil de un candil reflejaba sus cuerpos sobre la pared. Un baile de sombras oscuras cimbreándose. Ella se da cuenta de ese movimiento, de cómo más allá de los propios cuerpos (es decir, más allá de ellos mismos), sus sombras forman una nueva realidad, una realidad inmaterial quizá, quizá la idea de una realidad. Ella con la intuición propia que otorga el relámpago de la inspiración toma un carboncillo y sobre la superficie rugosa traza el perfil adorado del joven amante… Y ese perfil –al fin aquietado- se corresponde al de su amado.

Ha nacido, según Plinio “el Viejo”, mejor dicho, según la recreación que hace Guerin de lo escrito por el historiador (y que acabo de resumir), el primer cuadro, la pintura acaso.

José Luis Guerin, a partir de este momento indaga –con sugerentes y poderosas imágenes en blanco y negro- sobre las relaciones que entrelazan la pintura y el cine. Y ahonda tanto en su reflexión que al final logra llevar al espectador hasta la duda que planteaba en la pregunta con que abro este artículo.

La exposición de imágenes en movimiento comienza con un documental en forma de epístola dirigida a Ana –hermosa y sencillamente poético- en la capilla del Museo, de la que he referido algunas de sus partes. Una vez que se ha visto el corto –y conviene hacerlo con la atención bien dispuesta y el corazón abierto para que tanta belleza no se nos escape-, se pasa a dos salas del museo.

En la primera las imágenes se han convertido en cuadros en movimiento que desmenuzan esos iniciales pasos balbucientes del mito, y allí también las sombras se deslizan o se fugan como ecos visuales por los ángulos de las paredes convertidas de pronto en remembranza de una cueva sólo alumbrada por un candil o una antorcha. Difícil que no resuene Platón en nuestro cerebro.

En la segunda sala descubrimos, a través de la aguda mirada de Guerin, que nosotros formamos parte de la pintura, o la historia de la pintura forma parte de nuestra propia vida mucho más de lo que parece, hasta concluir con una metáfora sobre la existencia actual, y probablemente sobre el arte contemporáneo, a la que no me atrevo a dar interpretación, puesto que quizá no la tenga, aunque aventuro que tiene que ver con la fugacidad veloz y excesivamente efímera en la que malvive nuestra cultura.

Pero no quiero cerrar el artículo sin anotar una frase que me persigue desde que vi la exposición. Una frase que figura en la Historia natural de Plinio “el Viejo”, y por tanto, a él se debe:

“Las últimas obras de los artistas y las inacabadas son las que más llaman a admiración, pues en ellas es donde mejor puede seguirse la línea de su pensamiento”.

A José Luis Guerin también le ha seducido, pues se repite en varias ocasiones a lo largo de la instalación, y con ella nos despide. Quizá, simplemente se trate de una intuición que tiene que ver con que el arte es un camino cuyo final no existe, sino que se trata de un proceso en perpetuo movimiento. O quizá no. La duda nos perseguirá al salir de las salas del Museo.

Pero tendremos una certeza: el nacimiento del arte tiene más que ver con el deseo y con el corazón, con el amor y con la muerte, en fin, con lo más hondamente humano.

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  • Flamenco Rojo

    febrero 9th, 2011

    Reconozco que no conocía a Guerín y por lo tanto nada de su obra…Por lo que deduzco es un director de cine del llamado “cine de autor”, ese que se desarrolla al margen del comercial. Haremos lo posible por hacer una incursión en la obra de este singular director.

    Un abrazo.

    PD.- La frase que citas del escritor y científico Plinio “El Viejo” es magistral. Hay otra que quizás la conozcas y también atribuida a este escritor romano: “Nulla dies sine línea” que más o menos quiere decir “que no pase un día sin leer o escribir por lo menos una línea”.

  • catherine

    febrero 11th, 2011

    Aquietar las sombras de la caverna o dar vida a las sombras en las paredes… Ahora pienso en las sombras chinescas, pues a las marionetas, pues al cine. No hay fronteras entre las artes ya que tú, Amando , encuentras similitudes entre escritura cinematográfica y prosodia.
    Pues nos das ganas de ir a verlo a nos ayudas a entender lo que podríamos ver.

  • María Sangüesa

    febrero 11th, 2011

    Magnífico artículo, Amando, no voy a tener más remedio que acercarme a Segovia. El Esteban Vicente es uno de los tres museos de Arte Contemporáneo más interesantes y vivos de España, esta muestra lo certifica. Un fuerte abrazo.

  • Isolda

    febrero 11th, 2011

    ¡Qué artículo tan precioso! La exposición lo merece. Tu narración está imbricada absolutamente con las maravillosas fotografías. Claro que nos recuerda el mito de la caverna. Estancar la fugacidad de un instante en perpetua variación. Guerín lo consigue y esa dama de Corinto, muestra la sencilez de la elegancia y belleza suprema.
    Alenarte y Amando, gracias por ese regalo.
    Besos.

  • Marina

    febrero 13th, 2011

    Amando: que presentación magistral haces a este acontecimiento! Claro está que la ocasión lo requiere. Ojalá pudiera acercarme.
    Mi enhorabuena. Besiños.

  • Pilar

    febrero 19th, 2011

    Bastante lejos me encuentro; la verdad, leyendo este artículo siento mas esta distancia.

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