Este mes nos gustaría acercarles la vigencia de Julio Cortázar a través de la mirada de D. Edgardo Dobry, profesor de la Facultad de Filología de la Universidad de Barcelona, poeta, ensayista y crítico literario; y de D. Blas Matamoro, escritor, periodista, ensayista y estudioso del Tango. La presentación corrió a cargo de nuestro admirado Jorge Alemán, psicólogo, escritor y asesor cultural de la Embajada Argentina en Madrid.
Se pueden imaginar quienes conozcan a los participantes de esta mesa redonda en Casa América que no nos íbamos a aburrir. Primero porque si lo presenta Jorge Alemán podemos suponer que el ritmo de las intervenciones será ameno y de calidad y en segundo lugar porque los intervinientes conocen muy bien la obra de Cortázar y no van a dejar a los oyentes, o lectores en su caso, con la miel en los labios. ( Carlos Feral).
Cortázar, modelo para armar. Mesa redonda en La Casa de América. Crónica de Carlos Feral.
No quiero empezar la crónica sin agradecer a D, José Antonio de Ory, Director de programación de Casa América, su estupenda labor este curso académico, trayendo a Madrid a escritores de calidad que suponen un pequeño oasis en el desierto cultural en que se está convirtiendo la capital, al menos literariamente hablando. En pocos sitios se puede disfrutar últimamente de la literatura como en el Palacio de Linares. En segundo lugar, agradecer a la Embajada de Argentina que organice actos tan interesantes y con originalidad, bien hacer y trato afable como lo fue éste sobre uno de sus genios universales, Julio Cortázar.
Una vez cumplidos con aquellos que lo merecen vamos a meternos en harina.
Rompió el fuego Jorge Alemán hablando de la construcción de Rayuela asemejando el ensamblaje de la obra más conocida de Cortázar con el nombre del recortable que nos repartieron a la entrada que se titulaba Modelo para armar, como la novela, 62 Modelo para armar, surgida a partir del capítulo 62 (por cierto, maqueta preciosa y original que se han perdido aquellos que no acudieron al acto pero que pueden admirar en una de las fotografías adjuntas). Decía que Rayuela es para el lector un modelo para armar, una especie de recortable en el que es el mismo lector el que decide como ensamblar sus capítulos, una especie de Ulises argentino pero escrito por un argentino extraterritorial. Digo extraterritorial porque allá por el 1963 Cortázar ya vivía fuera de Argentina. Hay muchos escritores argentinos que murieron o nacieron fuera de Argentina. El escritor latinoamericano que se europeíza muestra la simbiosis que había entre Latinoamérica y la Europa vista desde su particular punto de vista. La Europa del Sudamericano no es la Europa del europeo. Para el latinoamericano la tradición europea es una tradición que hay que inventar. Cortázar pudo haber escrito en francés y haber borrado su lengua pero no lo hizo. Seguía reelaborando la memoria lingüística que se había llevado a París.
A finales de los cincuenta los escritores argentinos no tenían predicamento entre los lectores “finos”. En esos cincuenta se admiraba a Borges, pero no como ese “Maradona” de las letras que posteriormente fue. Leían en Argentina a los realistas italianos, a algunos norteamericanos y, sobre todo, literatura francesa: Camus, Sartre, Simone de Beauvoir, etc. Esta formación francesa es fortísima en Cortázar así como el movimiento surrealista y las lecturas kafkianas añadidas al trasfondo romántico del que ahora les daré referencia. A Argentina llegaron El bestiario y pocas obras más. En esa época importaba más el discurso que el mensaje ya que era el realismo lo que gustaba. El escritor esperaba que el lector conociera el mundo de referencia al que el texto aludía. Por supuesto, eso ocurría antes del Boom. Mirando incluso más atrás, las letras argentinas no se remontan mucho más allá del 1840 con los románticos. Se metían variedad de componentes en un mismo libro y así había novelas que eran crónicas, crónicas que eran otra cosa y así sucesivamente. Cortázar es también un mezclador de géneros. Esta búsqueda del “sui generis” también puede llegar a afectar a Rayuela
Fue designada como una “Contranovela”, como le gustaba denominarla a Cortázar porque primero, no quería que se le denominara antinovela ya que ese término le parecía “Una tentativa un poco venenosa de destruir la novela como género” y en segundo lugar porque buscaba “Ver de otra manera el contacto entre la novela y el lector”
El emblema del denominado “Boom” latinoamericano, del que hablaremos más tarde, tiene claras influencias surrealistas aunque quizá mejor deberíamos emplear la palabra rumana que designa este movimiento y denominarlo suprarrealista ya que no está por debajo de la realidad sino bastante por encima de ella. La suma del existencialismo más el surrealismo más el romanticismo tocan la obra de Cortázar. La influencia de Mallarmé, Làutreamont o Breton así como la del cine mudo surrealista, por ejemplo de Buñuel, son elementos decisivos en la construcción de la novela y en general de toda la obra del autor. El ver lo imprevisto es decisivo y esta fijación visual se refleja en varias de las obras de Cortázar como en Las babas del diablo, que pueden llegar a ser muchas historias contadas en una sola. El fotógrafo que cree fotografiar una escena entre una mujer y un muchacho en una soleada mañana parisina y, al revelar la foto, se da cuenta de que los hechos no tienen nada que ver con el pensamiento inicial y obvio al tomar la instantánea. El objetivo de la cámara es el que revela la verdad tanto al narrador como al lector. El narrador realista sabe lo que va a contar y el lector espera o sabe lo que va a leer. El surrealista no. Se dirige a lo desconocido y es el texto el que le va diciendo al escritor lo que tiene que narrar. El lector no “sabe” sino que “averigua” la actividad productiva del escritor, totalmente contraria al realismo.
Puso Blas Matamoro el ejemplo de la película La ventana indiscreta de Hitchcock, en la que James Stewart utiliza el zoom de su cámara para distraerse mientras está convaleciente de un accidente y casi sin querer se pone a espiar a sus vecinos dándose el caso de que uno de ellos comete un crimen. Su amigo el detective representa al narrador realista, aquel que espera que lo previsible es lo que ha de ocurrir pero Stewart es el escritor surrealista, el que tiene que convencer al lector de que lo que aparentemente se ve no es eso que se mira y va involucrando a su novia y a su fisioterapeuta en el juego convirtiéndose éstas en las “lectoras activas” de ese escritor principal y forman parte esencial en la trama tanto en su nudo como en su desenlace.
La novela consta de más de 150 capítulos que se pueden leer de diversas maneras, desde su lectura lineal hasta el modelo para armar que sugiere el autor y que coincide con el que desee el lector pero sin olvidar que uno de sus personajes, Morelli, se cuela en la intención del lector aconsejando que su manera de seguir los capítulos es la correcta y que los lectores deben fiarse de que esa es la manera que el autor cree más adecuada de seguir la obra.
El título hace referencia al juego infantil como metáfora de alcanzar el cielo, el cuadro noveno, saltando a la pata coja. Del mismo modo Oliveira, protagonista de la obra busca también alcanzar ese cielo pero sin saber cómo. Anda en la búsqueda continua de no se sabe el qué.
Rayuela tiene la vida doble del “artefacto” y también la de novela costumbrista. Esta parte se puso muy de moda y luego envejeció mal, como un disco de moda que deja de estarlo y, a pesar de su calidad acumula el polvo del olvido en una estantería.
La apropiación de los escritores latinoamericanos de la cultura europea la lleva Cortázar al límite y va más allá llegándose a apropiar incluso de la oriental. De hecho a Rayuela llegó a pensar en llamarlo Mandala por los símbolos hindúes y budistas que representan los universos interno y externo y que pretenden ser instrumento que facilita la unión con el ser.
En la faceta de traductor de Cortázar se trasluce la admiración por Poe. El volumen de cuentos Final del juego incluye un cuentecito del mismo nombre en el que unas niñas juegan a hacer poses como estatuas en un terraplén por el que pasa a diario un tren dentro del cual, algunos pasajeros las observan, especialmente un muchacho al que le gusta especialmente una de las chicas que tiene una discapacidad física, aunque él no lo sabe. El final de dicho cuento viene precipitado por una carta que la niña le hace llegar al chico y que nunca llega a poder ser leída por el lector. Eso mismo ocurre en el cuento de Poe La carta robada. Lo más visible es lo que menos podemos ver los lectores. Cortázar no era un autor al que le gustara echarse muchas flores sin embargo consideraba sus cuentos excelentes y así los calificaba diciendo de ellos que eran lo mejor en la lengua española contemporánea. Entre Rayuela y los cuentos, para muchas generaciones de la lengua española se marca un antes y un después de un escritor.
Cortázar es un autor que lleva Buenos Aires a París y París a Buenos Aires. En el año 66 publica Todos los fuegos, el fuego que termina con un cuento que culmina mejor que Rayuela la idea de pasaje transicional que no se resuelve. Es una historia sobre un chico que se mete en una galería comercial llamada el Pasaje Güemes que unía Florida con San Martín en Buenos Aires y aparece en la galería Vivienne de París. El otro cielo, se llama el cuento. Pues bien, este es un juego que hace mucho Cortázar. Agrega a la espiral del espacio la del tiempo (el muchacho del cuento sale a París en 1860) y juega con los personajes reales de manera simbólica, fíjense que en esas galerías algunos creen que murió Làutreamont (el francés de origen uruguayo autor de una obra precursora del surrealismo más salvaje titulada Los cantos de Maldoror, cuyos versos llenos de blasfemias, putrefacción, violencia y deshumanización admiraban los surrealistas) cuyo nombre coincide fonéticamente con L’autre monde (el otro mundo) y en él se ve Cortázar a si mismo (Làutreamont nace en Uruguay de padres franceses y se va a Francia a los trece años mientras que Cortázar nace en Bruselas de padres argentinos y vive en Argentina, en París y en otros países como Suiza, Italia o España). Concibe pues la literatura como pasajes entre París y Buenos Aires como he resaltado anteriormente.
Al llegar el famoso Boom, con Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez y Carlos Fuentes, se desafían los convencionalismos establecidos en la literatura y se publican obras experimentales de marcado contenido político, y Cortázar muestra adherencia política con el tercer mundo, cierto antiimperialismo y ciertos rasgos anárquicos o libertarios es decir, el individualismo frente al mundo social. Reivindica lo lejano: Vietnam, cuba, más tarde Nicaragua. Su política no es europea. Propone una literatura de izquierdas que pone al lector en un papel activo y pone en marcha la maquinaria para involucrarlo apelándole a no permanecer en una posición pasiva.
El personaje que hay en Cortázar siempre es fiel. Está fijado al momento en que se inicia la adolescencia y está mágicamente implicado a la maduración sexual, al cuerpo del otro. Son adolescentes sin padre al que imitar o discutir o al que matar. ¿Por qué no aparece el padre en la construcción del imaginario argentino? Incluso en Martín Fierro la gran obra de las letras argentinas, el padre aparece de manera testimonial en un solo capítulo. No sé si tendremos que buscar la respuesta en el psicoanálisis. Blas Matamoro pone el ejemplo de las letras de tango que también reflejan la ausencia del padre. Es la madre la que dice al protagonista que no se desvíe, que lleve buena vida a pesar de que éste suele terminar convertido en un perdulario. La figura paterna se queda, metafóricamente hablando, en Europa. Los argentinos viven atrapados en la adolescencia continua. Se crea un debate entre la adolescencia perpetua y la inmadurez y los conferenciantes se ponen a hablar de psicoanálisis y del nexo que éste tiene entre Argentina y España y en esos escarceos con la ciencia de Freud se acaba el acto que pueden disfrutar si lo desean en su totalidad escuchando los audios que acompañan a este reportaje.
Encantado de haberme acercado de nuevo al artefacto de Cortázar me despido de ustedes como Morelli: Pueden leer el artículo en el orden que quieran pero deben saber que yo también lo he escrito en el orden que me ha parecido, sin seguir un orden lineal de las intervenciones de la conferencia. Homenaje a usted, don Julio, eterno.
En estos enlaces, pueden escuchar los audios. Por orden:
José Antonio de Ory.
Edgardo Dobry.
Blas Matamoro.
Y aquí un debate final de coloquio.