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«El Cazador de leones», semblanza de Javier Tomeo. Por : Elías Gorostiaga.

 

Javier_Tomeo_firmandoJavier Tomeo camina con dificultad, pero sigue siendo ese maño grandón que escribe de manera inconfundible, cuyas novelas se representan en el teatro, que tan bien se le conoce en Francia y Alemania y que curiosamente no tiene ningún premio y ninguno de esos llamativos, Nadal, Cervantes, Planeta, nada. Los cuentos completos se publicaron hace unos meses, y en la presentación de la librería Laie en Barcelona,  al escritor se le vio agotado pero con un resto de ironía en cada palabra y en cada frase, nadie podía intuir entonces que esas eran las últimas palabras, a pesar de que Paginas de Espuma y Alpha Decay le devolvieron a los escaparates de las librerías,  alargándole la vida y obligando a ese cuerpo de cazador a acudir a los actos literarios, dolorido y agotado . Acompañándolo en Barcelona se sentaron entonces a la mesa Juan Casamayor el editor de Páginas de espuma y Daniel Gascón que ha trabajado esa edición de forma impecable, y dirigía de alguna manera la charla. ( Elías Gorostiaga).







«El Cazador de leones», semblanza de  Javier Tomeo. Por : Elías Gorostiaga.

Conocí a Javier en Cadaqués, en un curso de creación literaria, un verano de hace muchos años, en el que también impartía clases Laura Freixas y de aquella época me quedó muy buen recuerdo y de aquella época conservo El cazador de leones, por él dedicado y dibujado tal y como sale en mi blog. Poco después en el año 1993, tuve la suerte de presenciar en el Teatro Goya de Barcelona, la representación por Josep María Pou, de ese monólogo con el que Tomeo se asomaba a los teatros de todo el mundo. Y ahora de nuevo me lo encuentro aquí, con esos fallos mecánicos que le dan los años tanto a las personas como a los aviones, con ese escepticismo y ese humor negro de siempre y desencantadamente feliz. De alguna forma tanto Páginas de Espuma como Alpha Decay han traído a la vida a un viejo escritor, le han devuelto a sus mejores años, porque un novelista así no puede ser olvidado, entre otras cosas para mantener la tozudez y caminar sobre la misma línea, sin salirse, sin concesiones, sin apartarse y nos dijo eso que ya sabemos.

-Soy un escritor marginal.

 

Por eso me alegro de que se le vuelva a ver, a oir y a leer, de que sean otras editoriales las que se encarguen de señalar que Tomeo sigue vivo y que sus monstruos, sus historias, también y que sus incondicionales no le han olvidado y somos más de los que nadie cree.

portadaPor eso hoy en esta España en la que no pasa nada, el asesinato del Salobral anima los corros de baturros, en el que el gitano de los churros beatifica al criminal, (poema de Valle Inclán) y en los años cincuenta en una España, en la que tampoco dejaban que pasara nada, sucedió aquel Crímen (real) del cine Oriente, en el que Tomeo basa su novela. En esta España en la que los premios Nóbel se agotaron para las próximas cien décadas de la misma manera que se agotó el partido socialista para otras cien, los crímenes son los que verdaderamente conservan la identidad nacional y los crímenes en España se cometen en la España genuina, la que existe de verdad, la de Valencia, Cáceres, las tierras de la Mancha, lugares donde la pasión criminal que no deja de ser espiritual se vuelve carne y cuerpo. Si don Camilo Jose Cela, tuvo claridad y literatura durante los años en los que no necesitaba bastón, hoy la España actual, que de alguna forma le ha enterrado y olvidado (ayudado por su mujer María Kodama), Tomeo resucita a pelo y con él todos los monstruos, esos que tanto nos gustan, los de siempre, esos seres dislocados de las historias mínimas, que sorprenden y nos dan algunos buenos ratos. A veces es así de sencillo.

            Hace unos días Javier murió definitivamente en Barcelona, por esas complicaciones que los escritores saben resolver en sus novelas, que esconden la realidad o por el contrario la resaltan de forma brutal. Pero no hay nada más brutal que un parte médico con resultado de muerte, nada más escueto, más certero. Y así el cazador de leones, se quedó en la penumbra de sus monstruos, de sus editoriales, con esa mirada entre triste y desengañada, que es la última mirada a la que yo me asomé el 23 de octubre de 2012 en esa Barcelona literaria de Laie.

 

 

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