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El lector activo: Tomás Rodríguez Reyes: » Ars Vivendi». Reseña de : Amando Carabias.

Ars Vivendi 001¿Quien escriba podrá aspirar a mejor destino para su obra que provocar en sus lectores minutos de reflexión, abundantes subrayados, apertura de otros horizontes, toda suerte de emociones…?

Tomás Rodríguez Reyes (San Lúcar de Barrameda, Cádiz, 1981) ha causado en mí tales reacciones con Ars vivendi, diario literario de 2010.

¿Cómo hacer una reseña de un diario cuya esencia es la falta de argumento, puesto que «un diario en que el autor quiera ir tejiendo un hilván, termina siendo una impostura, porque todos sabemos que la vida, los días que nos habitan, son distintos y son el mismo»? Así pues, habrá que buscar los mimbres en el asunto y no en el modo en que se desarrolla.

Se afirma en una entrada del final del año: «No hay nada más allá de escribir. Escribir, en sí, es ya una acción que completa una vida y que sustancia la de toda una generación de hombres. Incluso la toda  una especie. Incluso la de una divinidad. Leer. Escribir.». El lector sabe tras las primeras páginas que «El acto de leer, como el acto de escribir, supone un cambio interno y profundo, una transformación del ser que deviene en un nuevo entendimiento de la literatura. La literatura es una aurora y un renacimiento perpetuo». El orden en que siempre anota ambos verbos —leer, escribir— no es casual, porque para TRR la lectura es la primera obligación de quien escribe. ( Amando Carabias ).









El lector activo: Tomás Rodríguez Reyes: » Ars Vivendi». Reseña de : Amando Carabias.

De esto da cuenta Ars vivendi: la incesante anotación del resultado de sus múltiples lecturas.

Lectura sosegada, reflexiva, lectura dialogante, lectura que busca en la tradición los verdaderos factores de la modernidad, usando la afortunada expresión del poeta salmantino, Juan Antonio González. Así principia el diario, el siete de enero: «La tradición es, en las artes, la rueca del trabajo moderno». Imposible que el lector se llame a engaño por lo que leerá; esto suponiendo que se haya saltado el prólogo —omisión que desaconsejo vivamente—. El prólogo se titula: Dramatis personae: Literatura, autor y lector. TRR va de frente desde la primera línea, de eso nadie puede dudar.

Desfilan nombres y libros, pero no como lista de la compra o guía de teléfono, sino como conversación entre el lector —ya transformado en escritor— y el libro sobre el que piensa. No abundan los comentarios tipo reseña, sino las reacciones que la lectura de tal o cual pasaje provocan en el gaditano. El modo en que las palabras de otros causan una respuesta, que, a su vez, germinará en poema, reflexión, comentario, búsqueda hacia el sentido último de la tarea del escritor. Lectura enriquecedora, nutricia en el mejor y más alto sentido: viva y vivificante.

Bajo la superficie de esta agua transparente, se mueve una corriente decisiva, la que continuamente renueva su frescura, la que sin cansancio sacia la sed: la búsqueda de la esencia de lo poético, más allá de la poesía, porque la verdadera literatura, el verdadero arte, se irriga —sea cual fuere su manifestación— de lo poético, de lo verdaderamente poético que poco o nada debería tener que ver con lo retórico. Hacia el final de la entrada del veintisiete de diciembre anota con ácida lucidez: «La magnanimidad de la literatura ha desaparecido. Ya no se escribe para responder al espíritu ni al hombre, se hace para celebrar las miserias personales. Es un baile nefasto, patético. Los escritores se han convertido en contadores de historias, en manipuladores de la música en la poesía. Estamos en la crisis, en la luz de vísperas de una transición cultural que debe comenzar por restablecer los modelos morales perdido y jamás entendidos desde finales del siglo XX.».

TOMAS RODRIGUEZ REYESAun a riesgo de errar, intuyo que las tres avenidas más importantes de la ciudad de TRR (al menos en 2010), son las que trazan la obra de Virgilio, Dante y Cervantes. A partir de ellas, o junto a ellas —uno nunca sabe muy bien— se despliega un plano con calles, rotondas, plazas, callejones, jardines…: Homero, Borges, Tolstoi, Óscar Wilde, Shakespeare, Paul Valéry, Heráclito, Vargas Llosa, Calderón, Flaubert, Lope, Parménides, Quevedo, Eurípides, Julien Gracq, Steiner, Machado, Popper, San Juan, Yeats, José Jiménez Lozano, Husserl, Jorge Manrique, Stendhal, Cicerón, Ramón Menéndez Salmón, Rousseau, Erasmo, Unamuno, Thomas Mann, Platón, Coleridge… Hago esta comparación, porque tengo la impresión de que las obras de estos autores, y tantos otros que es imposible citar aquí, son o han sido muy transitadas por Rodríguez Reyes. Dicho de otro modo, la relectura es cotidiana en su tarea.

Sin embargo, su callejeo no es mero placer estético. Se trata de un camino indagatorio que contrasta nuestra penosa realidad —cultural, literaria, artística, política, social, educativa— con otros momentos de la historia. Este contraste ha de influir de alguna manera en la respuesta vital de quien así avanza en su cotidiano existir. En efecto, este libro se entablan múltiples conversaciones entorno a la literatura, la propia obra, la postura del escritor en su tiempo, el modo de ser escritor, la manera de leer, el modo en que se ha de vivir. Al final todo confluye en una respuesta vital que no puede ser otra que una respuesta moral concretada en un modo de vida específico ajeno a las banalidades y oropeles con que hoy se decora el existir.

Y si es verdad, cosa que suscribo, que la lectura es la primera tarea del escritor, TRR también enseña a leer.

No me refiero a hábitos externos —subrayado (a lápiz), anotaciones en los márgenes (a lápiz) notas en su moleskine negro: con un pequeño bolígrafo que durante el año se le va acabando—, sino a algo mucho más profundo: la reflexión y la respuesta meditada tanto en forma de palabra escrita, como en actitud vital. (Por cierto, este moleskine lo considero el almacén de las ideas del autor, y podría ser uno de los personajes del texto, pues aparece tantas veces, como su cotidiano trayecto en tren hacia sus clases de literatura).

Mujer leyendo. Matisse

Mujer leyendo. Matisse

Malacostumbrados por la literatura que se lee mayoritariamente, se extiende como planta dañina la especie de que la lectura es pasiva, ejercicio para el ocio en cuanto que paso del tiempo resignado, o somnífero que precipite la llegada del sueño, lenitivo contra la dureza del día. Esta manera de leer es, además de estéril, castrante. Autores como TRR nos señalan y enseñan otro modo de practicarla: un ejercicio activo, un itinerario, en que el cerebro camina. Es el único modo en que realmente se puede conocer una obra… suponiendo que se aspire a leer de este modo, no simplemente para pasar el rato.

El último día del año (no la última página del libro, pues éste continúa con dos apéndices, “Arias Antiguas”, donde el poeta deja breves composiciones —en prosa y verso— nacidas al tiempo que el diario, pero que no tienen mejor acomodo por el momento, y el epílogo que anuncia la siguiente entrega, escrito bajo el sugestivo título de “Semilla inmortal”), el 31 de diciembre, digo, a continuación de una reflexión acerca de la supuesta inferioridad del diario respecto de otros géneros, TRR se va emocionando y concluye con este párrafo, todo un himno al diario literario como género:

«De todas estas manifestaciones extraigo lo valioso de la transmutación y de la confidencia. La transmutación es el proceso por el que vida y literatura se combinan hasta diluir sus diferencias y distancias, porque la vida, cuando es anotada, es entregada a lo literario. Y es eso, precisamente, lo que vengo haciendo cada día, irrenunciablemente, entregar los dones de la vida a la literatura para poder adquirir el prisma de lo objetivo ante mí mismo. con esa panorámica podré descifrarme como un hombre ajeno, como una otredad que me habita y nutre. Sólo así he podido renunciar a otro hábitos que pensaba beneficiosos, sólo así he vuelto a rehacerme, a convocar en mí mismo una proliferación de escritores, lectores, pintores, músicos que han tañido, todos, lo que de literario tengan estas páginas que cierran el año 2010».

Concluyo esta aproximación a Ars vivendi con algunas frases cortas que me han llenado muchos minutos, cuando al leerlas, dejaba de leer:

«La única experiencia posible y plena para un escritor es la lectura».

«La literatura está en manos de los que no les interesa la literatura. Muerte de lo literario, vómito en lo literario, defecación en lo literario».

«La obra se hace en soledad, en la más absoluta soledad. Nadie participa en su creación más que el poeta; nadie viene a desfigurar lo que abrigamos por dentro, ni siquiera los sueños, ni siquiera la vida, ni siquiera el mar, ni el mar siquiera».

«No hay una experiencia tan profunda como escribir poesía».

«Quizá las palabras no son más que tachaduras elegantes al silencio».

«Escribir es comprender y comprender, un ejercicio de conocimiento»

«La escritura no es libre, es libre el pensamiento que la empuja».

«Los clásicos son los libros que nos fondean el alma y que nos realizan un análisis de nuestra evolución espiritual».

«La poesía es la raíz en la oscuridad que conduce a la luz proclamada».

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  • FlamencoRojo

    octubre 22nd, 2013

    Me sé yo de otro escritor que bien podría hacer otro diario a través del surco diario.

    Abrazos,

  • Isolda

    octubre 23rd, 2013

    Creo que Ars Vivendi es un libro emocionante de principio a fin. No añado nada a lo que dice Amando, lo hace mucho mejor que yo. Para mí fue el gran descubrimiento de alguien a quien leo a diario y al que profeso verdadera admiración. Un enorme ensayista de la poesía, poeta, profesor y tan joven! Rara avis.

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