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El Retrato de Cervantes. En los 400 años de El Quijote. Por : José Julio Perlado.

 

Retrato de Cervantes. Por Juan de Jauregui.

Retrato de Cervantes. Por Juan de Jáuregui.

“Este que veis aquí de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y nariz corva, aunque bien proporcionada, las barbas de. plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y esos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros, el cuerpo entre dos extremos, ni grande ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena, algo cargado de espaldas y no muy ligero de pies, éste digo que es el rostro del autor de “La Galatea” y de “Don Quijote de la Mancha”. ( Cita de Cervantes La Galatea)

( José Julio Perlado ).

 

 El Retrato de Cervantes. En los 400 años de El Quijote. Por : José Julio Perlado.

Tal es el retrato aparecido en las “Novelas ejemplares”, en 1613, y ante ese espejo se acercan las facciones de este hombre retratado por Juan de Jáuregui. Dos años después, en febrero de 1615, entrega Cervantes el original de la Segunda Parte de su “Quijote”, el censor da su visto bueno el 17 de marzo, el 31 de ese mismo mes se concede el privilegio que permite la impresión del libro, y el 31 de octubre de 1615, ya con todo el libro en su mano, el autor hace su dedicatoria al conde de Lemos. El hombre que aparece en el retrato de Jáuregui tiene unos sesenta y cinco años de edad, de mirada penetrante y expresión de acusada inteligencia y Pacheco, en su “Arte de la Pintura” dirá del pintor: “Don Juan de Xáuregui, trabajador perpetuo, mediante sus retratos en dibujo tiene el lugar que sabemos en los coloridos tan acertados que ha hecho”.

Los retratos literarios, tal como solemos considerarlo – lo recuerda Azorín al hablar de Cervantes – estaban ya fundados.: “lo fundara, en la segunda mitad del siglo XVl, Santa Teresa de Jesús. Nada más completo y fino, entre todos los retratos trazados por la Santa, prosigue Azorín, que el de Beatriz Ordoñez; todo está allí, lo intrínseco y lo exterior, el alma y el cuerpo, la psicología y la voz, el gesto, los movimientos”. Azorín se pregunta ante el retrato de Cervantes ¿cuál es su rasgo esencial? Evoca lo que señaló uno de los grandes retratistas ingleses, Thomas Lawrence, que aconseja así a los pintores: “Encontrad el rasgo característico del retratado y no os preocupéis de lo demás.

¿Y cuál es el rasgo característico de Cervantes? ¿La frente, la nariz, los ojos, la boca, los bigotes, las barbas? ¿O son las amarguras escondidas, los avatares de la vida, el gran sentido común del escritor, sus aspiraciones y decepciones, cuanto aprendió de las lecciones de la existencia?

“Los rasgos autobiográficos – indicaba Mary Gaylord Randel en su  estudio “Retrato del artista” -, las imágenes y los retratos más o menos exactos del autor, desperdigados en trazos breves a lo largo de la obra, no escasean; como el amigo del primer prólogo del Quijote, suelen dramatizarse en un desdoblamiento de personajes”.

Queda el retrato interior de Cervantes – tan rico en penalidades y alegrías – al que el pincel de Jaúregui no consiguió acercarse.

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