Podían haber puesto un poco más de carne en ese asador, pero son punkis.
“Qué pena, qué pena, qué pena, qué pena, qué pena, la vida qué pena, qué pena, qué pena”
Se han cruzado por mi camino en el teatro Borrás de Barcelona. Todo el mundo les conoce (supongo) porque hace años que andan por todos los escenarios, en youtube puedes ver los videos de sus actuaciones, sus dos micrófonos, tres o cuatro focos y dos horas por delante y dos horas por detrás. A mi lado S. su amiga Lola y Víctor , a mi otro lado una chica con su pareja que se fue descalzando a lo largo de las dos horas. Tuve suerte, nadie de los que me rodeaba apestaba, al lado de Víctor se sentó un tipo que si, olía mal, dos horas oliendo mál, “qué pena, qué pena, la vida qué pena”.
Funciona así, en Barcelona un viernes, te levantas a las 7, (nosotros 6,30) y te pasas todo el día con tus cosas, parriba-pabajo, y después de estar así todo el día, vas al teatro Borrás, con el tiempo justo de comer un pincho, rodeado siempre de mucho calor, mucho tráfico, mucho trabajo, parriba-pabajo y cuando llegas al teatro hueles, hueles que jodes y ya está, no puedes hacer nada más que oler y que te huelan los vecinos de butaca. ( Elías Gorostiaga ).