Volví a ver «Fish Tank» (Andrea Arnold, 2009). Y me volvió a parecer buenísima. Es de esas películas que te exigen (que no se pueden ver con complacencia, ni con levedad mental) pero que, a cambio, te cuentan cosas interesantes. Yo, desde luego, aconsejo verla a quienes no lo hayan hecho. Saldrán más inteligentes de lo entraron (con inteligentes quiero decir con más conocimiento del mundo).
( Pilar Aguilar Carrasco)
Fish Tank de Andrea Arnold. Por: Pilar Aguilar Carrasco.
Narra unos días de la vida de una adolescente furiosa y rebelde (pero sin causa, como a menudo ocurre a esa edad). Muy brava, arisca y rasposa y muy ingenua, al tiempo. Ingobernable y deseando que aparezca alguien a quien poder querer, en quien poder confiar. Cosa nada fácil porque la criatura es bastante insoportable.
Su madre no es precisamente un modelo materno pero tampoco un pozo sin fondo de maldad. Una mujer relativamente joven que está hasta la peineta de ser madre, de que esas dos criaturas anden por ahí, por su casa y su vida, porque lo que quiere es pasárselo bien. Yo no me haría amiga suya porque es una descerebrada sin interés pero me gusta, como espectadora, poder comprenderla, que no sea un personaje «arquetípico» de mala madre. Y compruebo una vez más que solo las directoras son capaces de crear personajes de madres tan poco madres pero que suenan a verdaderas (pienso en «Hola, ¿estás sola?»).
¿El padre? missing. Ni se mienta. Ese seguro que se puso la tirita antes de la herida y se largó. Así se evita hartarse de hijas.
Solo voy a destacar un aspecto de la película porque, además, enlaza con algún reparo que yo le ponía a «Je ne suis pas….», su anterior obra. Aquí la directora sí nos explica -y muy bien- el atractivo que tiene ese hombre para esa adolescente. En primer lugar, porque no escoge a un viejo feo y soseras sino a Michael Fassbender, en segundo lugar porque muestra muy bien la seducción que origina esa mezcla de «figura paterna» -de la que la chica carece-, la promesa de que alguien la comprenda en medio de la aridez que la rodea, con su despertar erótico, con su ingenuidad, etc. O sea, que aquí sí se entiende que la protagonista caiga ciega aunque en la ficción se lleven 18 años (en la vida real Katie Jarvis y Fassbender se llevan 14).
Una historia narrada desde una mirada inteligente. O sea, una historia incómoda pero muy interesante desde múltiples puntos de vista. Da para lavadero intenso con variados divertículos. Solo los ingleses son capaces de hacer cine tan enraizado en la realidad social (pienso también y por ejemplo en «El gigante egoísta» The selfish giant” de Clio Barnard, 2013).
Y me encanta constatar que ambas están dirigidas por mujeres.