Había pensado regalarles estas fiestas un reportaje especial así que no quería desaprovechar la oportunidad de intentar entrevistar a dos Premios Nacionales a la vez. Mi sorpresa fue que, una vez he conocido a Paca Aguirre y a Félix Grande, el regalo ha sido para mí. Cuando abordé a Félix en la tertulia de Rafael Montesinos para ver si nos concedía la entrevista, dado el calado del personaje y la modestia de nuestro medio, reconozco que no tenía muchas esperanzas de conseguirla pero él no dudó ni un instante en decirnos que estaría encantado y que quedábamos en unos días en su casa para hacerla. Cómo no me voy a sentir honrado y regalado si lo primero que me encuentro en su hogar de la calle Alenza es a dos genios de la poesía española recibiéndome con una sonrisa y con la misma hospitalidad que en ese templo de las letras han disfrutado Juan Rulfo, Cortázar, Buero Vallejo, José Hierro y tantos y tantos escritores y artistas hispanoamericanos de talla mundial. Además nunca nos pusieron límites ni al contenido ni a la extensión de la entrevista por lo que disfrutarán, espero, de un jugoso reportaje. Gracias pues, Paca y Félix porque nos hicisteis sentir como en nuestra propia casa.
Esta vez, queridos lectores, no me quisiera extender mucho en la crónica (aunque no lo prometo) porque el verdadero valor de este reportaje está en el audio así que quiero limitarme a dar unas pinceladas sobre la biografía de ambos autores y un repaso general a su obra. (Carlos Feral )
Francisca Aguirre y Félix Grande: Una vida con las Palabras. Por : Carlos Feral.
Quizá algunos de ustedes no sepan que Paca Aguirre y Félix Grande están casados y no sólo comparten su amor por la literatura sino que además son los padres de otra interesantísima poeta: Guadalupe Grande. Se nota su amor por los libros viendo la grandísima biblioteca que tapiza las paredes de su domicilio y su amor por el arte si atendemos a los cuadros que tapizan sus paredes y a la música que desborda sus estanterías.
Son Félix y Paca muy eclécticos en cuanto a gustos musicales y puedes escuchar en su casa desde boleros al más puro flamenco pasando por cualquier autor de música clásica. Desde luego que también han sido y son lectores voraces. Miles de volúmenes han cobrado vida bajo sus ojos de lectores empedernidos, dejando algunos de ellos una huella imborrable y han ejercido asimismo, unos pocos, una influencia decisiva sobre Paca y Félix. Recuerdo ahora un momento de la conversación con Paca Aguirre en la que yo le preguntaba si era cierto que en el año 66 ella había quemado todos los poemas que había escrito hasta entonces para comenzar de cero y ella me corroboró que así era, sobre todo después de haber leído Esperando a los Bárbaros, de Kostantinos Kavafis, dándose cuenta que todo lo que había recopilado hasta entonces tenía muchas carencias, especialmente de contenido, y no expresaba lo que ella quería hacer verdaderamente con sus poemas.
Félix Grande tampoco es que fuera un poeta precoz. Desde el Tomelloso de su infancia comienza a frecuentar las peñas flamencas y le coge el gustillo a este arte. Me confiesa que le compra a crédito una guitarra de cien pesetas a un paisano, dándole veinte como entrada y prometiendo pagar el resto a plazos. Parece ser que comienza a tocar y llega a cierto grado de maestría de manera que, oyéndole tocar su acreedor y observando en él, aparte de cierto grado de virtuosismo, un potencial fuera de toda duda, pasa a ser su mecenas condonándole la deuda restante y dando por zanjado el débito de las ochenta pesetas restantes. Toca Félix acompañando a varios cantaores de la zona hasta que conoce a Paco de Lucía, el cual le enseña y le guía pero también, fiel amigo desde entonces, le hace ver la necesidad de las siete u ocho horas de ensayo diarias que requiere el arte de la guitarra flamenca así que, como ya había empezado Félix su carrera literaria, decide optar por ésta última y aparcar la guitarra de modo profesional, aunque nunca abandona su pasión por el flamenco.
La Guerra Civil y la dictadura influyen de manera decisiva aunque algo desigual sobre los dos. Mientras que Félix, debido a sus ideas liberales y a las carencias propias de una guerra sufre las miserias del conflicto, Paca, muy joven, ve como su padre es encarcelado sólo por el hecho de haber tenido un cargo en el legítimo gobierno de la República y por ser un artista reconocido y, sin tener ningún delito imputable, es condenado por el nuevo régimen y ejecutado mediante garrote vil en 1942. Se puede decir que la infancia de Paca fue una doble prisión: por un lado la detención y encarcelamiento de su padre, el pintor Lorenzo Aguirre y por otra su internamiento en el colegio de monjas junto a sus hermanas, hechos que marcaron decisivamente el resto de su vida y, por supuesto, su obra.
Hablando precisamente de sus carreras literarias es sin duda la de Félix más prolífica en cuanto a títulos pero el mismo Félix reconoce que la de Paca es muy alta en calidad. Entre muchos galardones, Félix Grande cuenta con el Adonais de poesía en 1963 por Las Piedras, en cuyas páginas cual refleja la soledad, y que por entonces tenía un inmenso valor ya que casi no había premios literarios por lo que los pocos que había estaban muy disputados y había que tener mucha calidad para que te los concedieran. Son muchos los galardones que atesora pero a mí me gustaría destacar aquí el Nacional de Literatura en 1978 y, por supuesto, el Nacional de las Letras en 2004.
Quiero detenerme un poquito en el valor de su obra de 1967 Blanco Spirituals, libro de denuncia social y escrita sin signos de puntuación dando así la sensación añadida de un ritmo frenético que resalta si cabe más el contenido, la esencia de la obra. Recordemos que, a pesar de estar aún en plena dictadura franquista, la poesía social y de denuncia se iba abriendo espacio entre nuestros intelectuales y a esa generación del sesenta con Vázquez Montalbán, Juan Benet, José Ángel Valente, Paco Brines, Ángel González, Gil de Biedma, Claudio Rodríguez o el mismísimo Félix Grande entre muchos más les debemos gran parte de lo que nuestra literatura y nuestra libertad significan hoy en día.
Paca Aguirre, junto a muchas otras mujeres de esa generación aportaron también un talento y una calidad impagables a nuestra narrativa y a nuestra poesía. Así Ana María Matute o Carmen Martín Gaite en narrativa y Francisca Aguirre, Julia Uceda, Mª Victoria Atencia o Pilar Paz Pasamar en poesía no eran en absoluto inferiores en calidad a sus contemporáneos masculinos. El problema quizá era la sociedad aún muy machista de entonces, que no reconocía por igual los méritos de unos y de otros.
Hablando de la obra de Aguirre, en 1971 gana el Premio Leopoldo Panero con Ítaca, en la que homenajea a los clásicos y desde el cual recibe un buen impulso en cuanto a divulgación y reconocimiento. Hay otras obras premiadas como Los trescientos Escalones, La Otra música, Ensayo General o Nanas para dormir desperdicios. Además de otras obras poéticas y alguna obra en prosa como Que planche Rosa Luxemburgo, o Espejito, Espejito, libro de recuerdos, ha compaginado su actividad literaria con el cargo de ser la secretaria del ilustre Luis Rosales, personaje que la influyó de manera decisiva tanto en su obra como en su vida. Hago aquí un inciso para recordar que Félix Grande defiende a Luis Rosales del bulo que corre sobre la muerte de García Lorca propiciada por la denuncia de Luis Rosales en su libro La Calumnia. Grande recuerda que Rosales fue el único que le prestó ayuda y por ello estuvo a punto de ser fusilado.
Además la amistad íntima de José Hierro y de muchos otros maestros que han pasado por sus vidas ha hecho posible saciar su infinita curiosidad literaria y así ir forjando su propio universo poético, inimitable e irrepetible. Me contaba Félix que en alguna lectura de Paca Aguirre José Hierro se tenía que salir de la sala porque se le saltaban las lágrimas.
El Premio Nacional ha tardado en llegarle, pero me parece un acto de justicia que se lo hayan concedido. En Historia de una Anatomía, publicada por Hiperión,
Paca Aguirre desnuda el cuerpo y el alma de una anatomía llena de heridas que, si bien no se pueden curar nunca, sí permiten mirar hacia atrás sin odio ni deseos de revancha. Recordábamos juntos esos versos suyos que dicen: Un corazón ahogado por el odio/ envuelto en su coraza transparente/ no es más que una cebolla en el mercado/ un vegetal dispuesto a provocar lágrimas.
Volviendo a Félix Grande, no quiero dejar pasar su Balada del Abuelo Palancas, que ese era su mote en el pueblo. Me hablaba Félix de la necesidad que tuvo hace unos pocos años de recordar a su abuelo y las cosas “verdaderamente importantes de la vida” que él le enseñó como: mirar al cielo para saber si iba a llover o a reconocer las plantas del campo o ayudar a parir a las cabras. Es este un libro delicioso en el cual nos pone en contacto con un vocabulario único, manchego, del vino y la tierra, de sus orígenes. Dice que es este un libro escrito por él pero su mano guiada por el abuelo Palancas.
Como flamencólogo no les descubro a ustedes nada. No dejen de leer Memoria del Flamenco, si les apasiona el tema desde un punto de vista ameno y riguroso y para los fanáticos tiene una obra sobre Paco de Lucía y Camarón que es una delicia. No les desvelo más.
Idolatra al peruano César Vallejo, del cual les hablé hace unos meses ya que asistí a un homenaje que le hicieron en Lima. Piensa Félix Grande de Vallejo que es un poeta de culto, un renovador del lenguaje, un poeta y pensador imprescindible y le rinde homenaje en su obra Taranto, y que, por ejemplo, en su poema Vuelves entabla una relación dialéctica con un Vallejo muerto ya, pero aún vivo en la persona del hablante lírico, el propio Félix.
El último libro, bajo el título Biografía, recoge su obra lírica desde 1958 y pone mucho empeño en volver a revisar tanto desde un punto de vista estilístico como formal su obra. Me reconoce que, aunque no le obsesiona, sí que le gusta reposar sus versos un tiempo en un cajón para más adelante seleccionar con calma lo que quiere que salga a la luz.
Y yo ya me voy a ir despidiendo de ustedes porque los verdaderos protagonistas de este reportaje son Paca Aguirre y Félix Grande a los cuales disfrutarán en los enlaces y en las fotos que acompañan a esta crónica.
Felices fiestas y consideren el audio de este reportaje como uno de los más delicados regalos que nos han traído los Reyes Magos en casa de esos dos magníficos escritores.
Amando Carabias
diciembre 14th, 2011
Uno de los libros con el que más me he emocionado y disfrutado en estos años, fue con la lectura estremecida, fue con La balada del Abuelo Palancas. Tanto que lo regalé a varias amistades.
Félix Grande tiene el corazón como su estatura. Supongo que Francisca Aguirre será igual. Muy buen artículo, Carlos
catherine
enero 16th, 2012
Gracias por el encuentro con esta pareja acogedora, por la crónica y por las charlas : en las palabras de F.Aguirre y de F.Grande se oye el gusto para una vida apasionante de arte, de viaje, de relaciones.