Hablar de la Virgen de Guadalupe es más que un símbolo religioso. Este icono se ha vuelto un concepto totalmente cultural y tradicional, en el que se unen leyendas y significados autóctonos de México. La virgen de Guadalupe, además, es un símbolo ampliamente explotado para intereses ajenos a su origen místico.
La leyenda data de la época colonial de México que se iniciara en el siglo XVI y que entre el XVII y XVIII obtuvo su mayor auge. Su esencia se equilibra entre el indigenismo y el catolicismo. Fue, según se cuenta, un milagro divino acontecido en el cerro del Tepeyac, en donde la virgen se le apreció al indígena Juan Diego –Juan Diego Cuauhtlatoatzin-. ( Issa Martínez)
Gastronomía y Tradición en México: La Virgen de Guadalupe. Por: Issa Martínez.
Se dice que la virgen apareció debido a la inocencia del indígena y a su pureza de sentimientos. La virgen le pidió que diera la noticia de su deseo, que consistía en edificar un templo en aquel lugar del cerro del Tepeyac donde se apareciera a Juan Diego. Así lo hizo aquel hombre, pero los sacerdotes no creyeron en su palabra y le pidieron una prueba de lo que decía. Juan Diego, muy apesadumbrado, volvió al lugar de la aparición a comunicar a la señora que no habían creído en su noticia y que le pedían una prueba. La virgen le dijo que no se preocupara, que recogiera todas las rosas que crecían en los alrededores, así lo hizo Juan Diego acomodándolas en su tilma, todas distintas y hermosas, a pesar de que no era época para que éstas florecieran y a pesar de que las rosas habían brotado prácticamente de la nada. Cuando el indígena volvió con el obispo y su preciado cargamento, le dijo que la señora le había dado una prueba de sus palabras, entonces abrió la falda y las rosas cayeron, dejando plasmada en ella la imagen de la virgen y convenciendo al obispo y a todos de milagro. *[ en la «tilma», según palabra de la tradición indígena]*
A grandes rasgos ésta es la leyenda y, el cerro del Tepeyac, el lugar donde fue edificada la Basílica de Guadalupe que permanece hasta el día de hoy, conocida también como “La Villa” o “La Villita”. La Basílica de Guadalupe ocupa el segundo lugar mundial, en cuanto a visitas de feligreses, tras la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.
Pero más allá de la leyenda, más allá del concepto religioso y de fe, la virgen de Guadalupe se ha convertido en un simbolismo extraordinario de mexicanismo -aunque no por todos compartido-. Cada año emigran desde diferentes puntos del país hacia la Basílica de Guadalupe, en donde se congregan miles y miles de personas para festejar el 12 de diciembre, el día consagrado a la virgen, quien no es otra que María, la madre de Jesús rebautizada. Es costumbre llevar serenata a las mujeres que fueron bautizadas con el mismo nombre de la virgen, y cuestión de fe, llevar serenata a la Basílica para cantarle a la “Lupita”, como cariñosamente se le llama.
Independiente de ese día oficial en el calendario religioso, La Villa es visitada constantemente por los mexicanos y por los turistas. Hasta el altar de la virgen llegan los arrepentidos, los que van a pedir un milagro y prometen algo a cambio o los que le llevan veladoras y flores para agradecer el milagro recibido. Así vemos quienes cumpliendo la promesa van de rodillas hasta el altar, llegando con las rodillas sangrantes, así vemos quienes van a jurar que no volverán a beber una sola copa, personas normalmente con graves problemas de alcoholismo. Es popular escuchar en ciertas clases sociales, cuando les ofrecen una bebida alcohólica el “no, gracias, estoy jurado”. Y, ciertamente, muchos dejan el vicio del alcohol por ese juramento.
Sí, la fe juega un papel primordial en el tema de la virgen de Guadalupe, fe que es oportunamente aprovechada, como ya comentaba, para beneficios que nada tienen que ver con la fe o el misticismo. Por lo anterior vemos que dentro de la basílica, en el extenso terreno que ocupa –incluido un pequeño panteón-, existen locales de venta de rosarios “benditos” y de imágenes en distintos materiales, así como las socorridas estampitas –las más baratas-, biblias y hasta cuadros pintados de la virgen para regentear por la iglesia al mejor postor. Amplia es la gama de artesanías religiosas. También existen fotógrafos que ofrecen sus cámaras “polaroid” para la foto del recuerdo, con un escenario de fondo, ya sea un caballo o un burro, casi de tamaño natural, en el que se pueden subir los visitantes con su sombrero de charro, por detrás un colorido biombo replegable con milpas de nopal y, por supuesto, con la imagen de la virgen. La foto, de no muy buena calidad, es entregada en un marco de cartón con la leyenda “Recuerdo de mi visita a la Villa”.
Existen los comerciantes “oficiales” que tienen prioridad y pueden deambular por los predios internos de la Basílica. Afuera –en plena calle- es un comercio ambulante donde sobreviven a su manera quienes ofrecen su mercancía -algo más accesible- para los feligreses o para quienes sólo desean llevarse “el recuerdo” de su visita. Además de los souvenirs religiosos encontramos globos de gas, golosinas y hasta la típica comida mexicana. Famosísimas son las gorditas de La Villa cocidas en anafre y comal: pequeños círculos de masa de maíz endulzada que se desbaratan deliciosamente en la boca. Calientitas, son envueltas en papel de china de colores.
Y bien, creo que el simbolismo Guadalupano ha sobrepasado lo meramente religioso y se ha vuelto cultura y tradición del pueblo mexicano. Entre el fervor y el rechazo capea la creencia de dicho milagro, tanto entre gente del pueblo como de los representantes de la iglesia católica. Se dice que la tilma que contiene la imagen ha sido ampliamente estudiada por la ciencia arrojando resultados sorprendentes, ya que se pueden ver imágenes de personas reflejadas en las pupilas de la virgen y, que la tilma, es de un material no reconocido al día de hoy y prácticamente indestructible, como supuestamente comprobaron, al ser dicha tilma, expuesta a diversos componentes químicos, ácidos corrosivos en su mayoría. Se dice también que en un incendio de desastrosas consecuencias la tilma sobrevivió intacta. Algunos pintores de la mitad del siglo XVII -1750 aprox.-, comentaron que su percepción era que dicha pintura no fue creada por la mano humana, resultando prácticamente imposible la reproducción cercana de los rasgos, colores y sombras que, aparentemente, tienen mucho que ver con el no clasificado material y textura de la tilma. Los incrédulos también se manifiestan dando explicaciones que derriban, de forma lógica, las aparentes características místicas de la tilma.
Milagro, leyenda o fe, la virgen de Guadalupe es parte del acervo cultural del pueblo mexicano y, las visitas a la basílica suelen convertirse en paseos familiares exentos o no, de fe hacia el concepto Guadalupano, pero que permite unir a las familias y convertir dichas visitas en reuniones post-sociales. Fe contagiosa incluso, pero lamentablemente, muy bien aprovechada para fines nada religiosos.
Cabe mencionar que la virgen de Guadalupe fue un icono de liberación, ya que su imagen fue el símbolo de la primera bandera de la lucha a favor de la Independencia de México. Siendo tanto Morelos como Hidalgo sacerdotes, y los principales dirigentes de dicha Independencia, fue una gran forma de convocar y convencer al pueblo mexicano, a luchar en favor de dicha Independencia. Una idea inteligente, sin duda, pero no libre de manipulación, desde mi humilde opinión.
Cuestión aparte, es el caso de un nuevo programa con el tema de los milagros de la virgen, transmitido por la más importante televisora mexicana. Una especie de serie “telenovelada”, que cada día presenta un nuevo capítulo, con diferentes actores. Sin duda un gran acierto de mercantilización que se traduce en importantes ganancias para la famosa televisora: un “milagro”, sin duda, para los accionistas televisivos.
¿Qué es entonces la virgen de Guadalupe? Pues un poco de todo, desde la fe innegable de muchos mexicanos hasta un fructífero negocio y, por supuesto, un tema de debate entre seguidores católicos y antirreligiosos. Pero, y ésta era mi intención inicial -para ésta que escribe-, la virgen de Guadalupe es parte de una cultura tal vez heredada por la colonización española: ya que existe otra virgen de Guadalupe (María de Guadalupe) en la región de Cáceres, Extremadura, que data, tal vez, del siglo XIII o antes. Guadalupe es el segundo nombre de esta virgen negra, porque fue encontrada en el río del mismo nombre.
¿Tienen alguna relación? Quizá sería interesante averiguarlo. Y no sería extraño que, aunque sus historias son distintas, existiera un punto en común y, que muy posiblemente, tenga que ver, tan sólo, con la intención de catolizar al pueblo indígena de aquella época de la colonización.
Creyentes o no creyentes, la religión es parte de la cultura de los pueblos y parte innegable de la literatura, más allá de la realidad o de la ficción.
*Este artículo se publicó por primera vez en Alenarte Revista en su número 54, el 8 de octubre de 2009; ahora ha sido actualizado para incluirlo en este número cero de la nueva etapa de Alenarte Revista; el original puede leerse en la siguiente dirección. *