Leo libros de muy distinta procedencia. Eso me gusta. Me agrada la variedad, lo distinto, las diferentes propuestas que se hacen. Creo que a pesar de que existen algunos libros poco destacables, muchos bluf y bastante cohetería, quien es lector/a de modo continuado, quien se ha acostumbrado a leer desde pequeño, quien tiene la lectura como hábito, sabe distinguir cuándo un libro por así decir “es falso”. No hay me parece receta para eso, es como los catadores/as de vino: hay un aroma que destila un buen libro, y hay un aroma que destila una buena Editorial. Que naturalmente, si lleva mucho tiempo, tendrá éxitos y fracasos, como todas, libros muy buenos, de calidad, y libros que quizá no tengan tanta aceptación, o gusten menos, como es lógico.
Me gusta demasiado leer, soy muy crítica porque llevo leído demasiado desde 1963 en que empecé a hacerlo- tenía tres años-. He leído de todo: desde lo admirable hasta lo rematadamente malo sin excusas. Tengo un problema además: he leído demasiado como decía y a veces por este motivo libros que hoy se nos ofrecen como novedad, originales, distintos, me “suenan mucho a otros”, me salen enseguida las influencias, los tópicos, las recreaciones por decirlo de modo suave. No quisiera herir pero a veces leo críticas exaltando determinados libros que yo también he leído y me sonrío un poco; me parece que a veces se hace crítica literaria con tal desconocimiento previo de la literatura “anterior” que es muy sencillo tomar por original lo que no es más que un trampantojo. ( Alena Collar ).
La niña bonita de Páginas de Espuma. Quince años editando. Por: Alena Collar.
En ocasiones he leído por Internet que no se debe criticar un mal libro. Una se pregunta por qué. Independientemente de quién sea el autor/a: novato o de reconocimiento ya público, si un libro es malo literariamente, lo va a seguir siendo aunque no se diga. Y no decirlo es ignorar a los lectores/as que se fían del gusto del crítico. Es una traición a quien lee esa crítica.
Y todo esto viene a cuento de algo que hoy me alegra celebrar:
El quince cumpleaños de la Editorial Páginas de Espuma, dirigida por Juan Casamayor.
Páginas de Espuma es una buena editorial. Seria, rigurosa, sobria, coherente con lo que publica. Que se ha hecho con un espacio muy importante en el sector editorial español porque cuida el relato. Porque su línea es reconocible, porque tiene un sello de sobriedad, porque ninguno de los libros que publica es indigno literariamente. Y eso, dado los tiempos que vivimos es complicadísimo. Nos podrán gustar más unos que otros, alguno puede no interesarnos nada, eso como en todas, pero sabemos que no nos van a ofrecer un trampantojo. Su labor de recuperación de textos de grandes autores, como Chejov, Stevenson o Balzac es no sólo meritoria, sino valiente y arriesgada; a eso se une la pléyade de nuevos relatistas que incorpora progresivamente a su catálogo y entre los que se encuentran escritores/as que pueden denominarse ya como pertenecientes a lo mejor de nuestro acervo literario en el relato en castellano: Eloy Tizón, Eduardo Berti, Flavia Company, Isabel González, Lola López Mondéjar, Guadalupe Nettel, Edmundo Paz Soldán por citar algunos.
Larga vida pues, y felicidades.