Pensando en Holanda veo correr anchos ríos por su infinita planicie. El poeta holandés Hendrik Marsman escribió en 1936 estos versos, y podría haber añadido más, canales, molinos, bicicletas y, por supuesto, tulipanes. Estos últimos están tan unidos a la historia de este país, que se les considera su símbolo nacional y no te imaginas a una Holanda sin ellos. Sin embargo, los tulipanes son de procedencia turca y fueron introducidos en los Países Bajos en el siglo XVI, importándolos después al resto de Europa. Esto acrecentó la economía holandesa que ya era dorada. Los tulipanes se pusieron de moda y su demanda hizo que alcanzaran precios exorbitantes. Se llegó a pagar grandes sumas de dinero por bulbos recién plantados que aún no habían florecido, dando lugar a transacciones ilegales. Esta situación se hizo insostenible, fracasando el negocio y acabando con la tulipomanía. ( Pilar Moreno).
La Tulipomanía en el arte. Por : Pilar Moreno.
En Holanda encuentras tulipanes de todas clases y colores. En tiendas de souvenirs los verás plasmados en corbatas, pañuelos, tazas y jabones, incluso puedes comprar ramos de tulipanes de plástico hinchable. Es el arte del tulipán, cultura que nos llega también desde el siglo XVII. En la Holanda de entonces vieron el derrumbe del comercio de los tulipanes como un castigo a los especuladores y aparecieron panfletos en los que se ridiculizaba ese afán de prosperidad y riqueza con la especulación. El tulipán ha sido también objeto de deseo en el arte. Algunos artistas de la pintura dejaron su impronta con un toque burlesco. Un cuadro muy curioso es Mallenwagen de Flora, La nave de los locos, de Hendrick Gerritsz Pot, en el museo Frans Hals en Haarlem. También es el tema de una obra sátira del siglo XV que los humanistas publicaron para advertir del peligro de sucumbir a las tentaciones del mundo. En un carro con velas impulsado por el viento vemos a la diosa Flora con un ramo de tulipanes en ambas manos. En el estandarte que ondea detrás de la diosa aparecen los tulipanes adornando un gorro de bufón, detalle que ya nos provoca sospechas. Está rodeada de una indeseable compañía, la Avaricia, la Gula y la Mentira. En la proa del barco está sentada la Esperanza vana con sus dos caras. Tiende la mano hacia la ilusión perdida, pero todo será en vano, la nave de los necios se hundirá sin remedio.
Un segundo cuadro, de Jan Brueghel, Alegoría a la tulipomanía, deja ver cómo se efectuaba el comercio de los bulbos de tulipán. La ironía está en que la gente ha sido sustituida por monos y la presencia de estos siempre causa problemas, como ya lo sabían bien en el siglo XVII. El artista muestra como los hombres se comportan como unos monos necios, las vicisitudes que corren y toda clase de desmanes que cometen. Así vemos como unos de ellos negocian la venta de los bulbos, otros los pesan y otro grupo cuenta el dinero y lo administran, incluso hay alguna pelea y al fondo del cuadro, nos encontramos con el entierro de todo el negocio del tulipán.
La especulación con el comercio de los bulbos tuvo desastrosas consecuencias en Holanda. Hoy día los tulipanes son asequibles a cualquier bolsillo. Siento decir que no son mis flores preferidas. Son propensos a colgar lacios en los floreros, como si quisieran escapar y aunque tienen colores vivos carecen de olor. Según la creencia popular, echar una moneda al agua los mantiene tersos y les hace olvidar por algún tiempo el deseo de inclinarse. También añadir unas cucharaditas de azúcar al agua, previamente templada, puede servir de ayuda y darles una vida más larga. Sin embargo, el color y la forma los hace vistosos, son decorativos Una visita a este país no es completa sin haber visitado la tradicional exposición anual de tulipanes en el parque Keukenhof, terreno anexo al castillo del mismo nombre, en Lisse, provincia de Holanda del Sur. El tiempo húmedo y la necesidad de agua hace que sea este país de lluvias el mejor lugar para ellos.