En octubre de 1811 Amsterdam estaba de fiestas. Se celebraba la visita del emperador francés Napoleón Bonaparte. Cabalgaba un caballo blanco, rodeado de una numerosa representación de su ejército luciendo uniformes de gala. Le acompañaban también importantes miembros de su gobierno y diversas personalidades. Pero no todo era alegría. Muchos holandeses que presenciaban el desfile no estaban conforme con la política de anexión a Francia y con el bloqueo comercial impuesto por Bonaparte a Inglaterra, que perjudicaba la economía holandesa. En realidad la visita tenía un carácter político. Su misión era recabar hombres y caballos para completar su ejército. Con toda seguridad, la imagen desolada de un grupo de prisioneros españoles, que con destrozadas vestimentas y semblantes de derrota seguía el desfile, era una advertencia para los que intentaran la sublevación. ( Pilar Moreno).
Napoleón, Josefina y el Zar de Rusia Alejandro I. Por: Pilar Moreno.
Este verano, doscientos años después de la derrota de Napoleón en Waterloo, un lugar en el sur de Los Países Bajos y hoy perteneciente a Bélgica, el museo Hermitage de Amsterdam nos acerca a la figura del emperador, a la de su primera esposa, Josefina Beauharnais y a la de su gran amigo Alejandro I, el zar de todas las Rusias. Tres personajes de la historia europea unidos en esta exposición, alrededor de unos 200 cuadros, esculturas, objetos personales, armas, vestidos y uniformes, además de dibujos y mapas de batallas, que nos habla de amistad, guerra y arte. Una amistad entre dos grandes de la historia que termina con el desastre de Moscú y la pérdida de miles de vidas. El arte es la colección que perteneció a Josefina.
Josefina de Beauharnais y Napoleón Bonaparte se conocieron en París. Unos años más tarde, Napoleón se corona emperador y hace emperatriz a Josefina colocándole él mismo la corona. A partir de este momento Josefina tiene la posibilidad de conocer artistas como Antonio Canova y hacer encargos. De esta manera comienza una de las más bonitas colecciones de arte de su tiempo. Dando muestra de su exquisito gusto reune cuadros, muebles, esculturas, joyas y otros objetos. Algunas de estas piezas fueron adquiridas por ellas, otras ofrecidas por Napoleón como trofeos de guerra y muchas le llegaron gracias a los saqueos del ejército francés. Ejemplo de esto es el camafeo Gonzaga, una pieza única, tallado en ágata y que, una vez muerto Napoleón, regaló Josefina a Alejandro de Rusia cuando este le visitó en su residencia de Malmaison.
La colección de pinturas de la esposa de Bonaparte llegó a contar con unas 400 obras entre cuadros y dibujos. Nombres como Potter, Metsu, Rembrandt, Claude Lorrain, Terbosch, Francois Gerard, Bernardino Luini, entre otros, nos hacen comprender la importancia de las obras. A la muerte de la emperatriz, algunas obras de la impresionante colección, reunida en el castillo de Malmaison, cerca de París, fueron adquiridas por el zar Alejandro y se encuentran en el Palacio de Invierno, Hermitage, en San Petersburgo.
Pinturas, dibujos, mapas, nos llevan a un periódo en la historia en el que Francia ponía el acento dominante en Europa. También nos dan a conocer la amistad, encuentros y batallas entre los dos grandes de entonces, Napoleón y Alejandro. Y junto a ellos, una mujer que tuvo un papel importante en ambas vidas. Si yo no fuera Napoleón, quisiera ser Alejandro, con estas palabras demostraba Bonaparte la admiración que sentía por el Zar. Entre ambos monarcas se acordaron pactos y se mantuvieron conversaciones de paz, hasta que diversos incidentes políticos acabaron con este periódo.
Hay un equilibrio perfecto entre el arte y la historia en esta exposición. El museo ha prestado mucha atención a los detalles y a la descripción de los objetos, resultando la visita al museo una experiencia muy interesante que puede realizarse hasta el 8 de noviembre de este año.
