El pasado viernes 10 de abril asistí en Casa América a la presentación en España del libro Soliloquio del conquistador, escrito por el ex presidente de Bolivia Don Carlos Mesa Gisbert y he de reconocer que, incluso antes de leerlo me hizo reflexionar. Cuando nada más empezar su intervención dijo frases tales como: “La diversidad enriquece” o “La visión del mestizaje ha cambiado de forma radical. Ahora se la ve como positiva”, me preguntaba admirado si de verdad había venido a una presentación sobre Hernán Cortés, del cual ya conocen sobradamente su fama en Iberoamérica. Si le añadimos que otro de los pilares de la novela es La Malinche, comprenderán entonces que al menos me picara la curiosidad y me dispusiera a escuchar con especial atención lo que Don Carlos Mesa nos tenía que decir. ( Carlos Feral)
Presentación de » El soliloquio del Conquistador», de Carlos Mesa. Crónica de Carlos Feral.
Antes de entrar en profundidad sobre la presentación les diré que este libro, editado hace unos meses en México bajo el auspicio de una universidad privada, se edita en España gracias a Edaf y que no hemos podido leerlo aún porque solamente se han enviado hasta la fecha de escritura de este reportaje cuarenta ejemplares que han visto la luz en la presentación que nos ocupa. Pero volviendo al acto en si, dice Don Carlos Mesa que quizá parezca paradójico escribir sobre Cortés en tiempos de Evo Morales pero que ha sido el final de un proceso de cuarenta años en los cuales ha ido madurando la idea tanto de escribir la novela como el modo de escribirla. Lógicamente la motivación de tener dos padres historiadores y haber estudiado literatura tanto en Madrid como en Bolivia ha sido decisivo para decidirse por una novela histórica en lugar de una de ficción. En todos estos años ha leído mucho sobre Hernán Cortés y sobre La Malinche y al final se ha sentido preparado para escribirla justamente ahora.
Junto a Don Carlos Mesa ha colaborado estrechamente el profesor D. Juan Ignacio Siles, Doctor en literatura hispanoamericana que ha sido el responsable de la introducción del autor y su obra.
La novela es principalmente una reflexión sobre nuestro pasado, sobre lo que Cortés y la Malinche hicieron partiendo de la testificación de un hecho, un diálogo interior del conquistador.”El monólogo cortesiano se une, más allá del tiempo, con la conquista del Perú y las figuras de Francisco Pizarro, Atahualpa y Manco II, buscando desentrañar la dimensión de ese momento decisivo de la historia. Se desgranan, así, acontecimientos determinantes de la conquista de América, tan decisiva como la conquista del amor de Marina y el nacimiento del hijo mestizo de ambos, Martín, que mantienen al capitán español lúcido en su fiera empresa.”
Aquí quiero introducir una fecha importante: El dieciséis de noviembre de 1532, es decir, la derrota de Atahualpa, el último emperador Inca, en Cajamarca que inicia el punto de inflexión en las relaciones de los nativos contra la conquista en América. Este hecho tiene relevancia en cuanto a que marcó el comienzo de las sublevaciones de los pueblos incas contra el imperio español. Atahualpa fue apresado por Pizarro y para lograr su liberación ofreció a los españoles el trato de llenar de plata y oro la habitación en la que estaba recluido hasta donde alcanzara su mano. Él cumplió pero no los españoles que le sentenciaron a muerte por idolatría, poligamia, incesto y no sé cuántas cosas más. Se dice que dicho rescate es el mayor nunca pagado en la historia de la humanidad o mejor deberíamos decir inhumanidad. A pesar de eso fue ejecutado el 26 de julio de 1533 lo que originó una serie de revueltas de muchos pueblos incas que reclamaban su independencia.
Dice el autor que Hernán Cortés tuvo la mala suerte de nacer en Extremadura en lugar de Inglaterra porque de haber sido al revés se le consideraría un héroe en lugar de un genocida. Toda conquista es brutal, parta de quien parta “Porque la barbarie humana es universal”, dice Mesa. Los británicos extendieron su imperio por todo el mundo y a muchos de los nativos o los exterminaba, o los sometía como inferiores o los confinaba en reservas. Los emperadores romanos, y tomamos el ejemplo de Julio César, tienen miles de bustos y de placas homenajeando su labor de conquista. La guerra de las Galias, según Plutarco dejó ochocientas ciudades conquistadas, trescientas tribus sometidas, un millón de prisioneros vendidos como esclavos y unos tres millones de muertos en batalla y nadie reprocha a los romanos esta masacre ni recuerda la humillación del caudillo galo Vircenguetorix en el Foro romano. Lo que ha trascendido, por ejemplo, son la cantidad de calzadas, acueductos, obras civiles, el latín, los filósofos o el derecho romano.
Hay que tener en cuenta que la conquista americana también dejó ciudades increíbles, universidades, y el mejor legado de todos: una lengua común a quinientos millones de personas resultado de varias construcciones culturales. Otro detalle positivo es que los británicos no tendían a mezclarse con los nativos y, sin embargo los españoles sí y es por eso que el mestizaje de todos los pueblos latinoamericanos provocó una fusión de culturas creando distintas identidades en todo el continente. También con la llegada de nuevas tecnologías y herramientas se aprovecharon mejor los recursos naturales y se elevó el nivel de vida de los habitantes de muchas regiones. Con la creación de universidades la difusión y el conocimiento de la cultura de ambos lados del Atlántico fue más fácil y fructífero y asimismo mejoraron las comunicaciones entre distintas regiones, sobre todo por mar, así que no todo fue robarle el oro a los indígenas tal y como estamos acostumbrados a escuchar (Como ven, la muerte de Atahualpa creó una mala prensa para los españoles que aún hoy en día perdura).
Es cierto que en América Latina los indígenas fueron incorporados al sistema colonial y muchos que no fueron exterminados por guerras o enfermedades fueron explotados como esclavos, sobre todo en minas. Si a esto añadimos que los colonizadores consideraban la ignorancia como el arma más eficaz contra la sublevación nos encontramos un panorama, durante siglos, que impedía el desarrollo de las colonias limitándose el imperio a una mera economía de subsistencia al extraer recursos allí para sufragar las guerras y los caprichos de los reyes y gobernantes de aquí.
Quiero hacer aquí un inciso sobre el papel de Fray Bartolomé de las Casas al que D. Carlos Mesa reconoce como precursor de los derechos humanos y al que no se le ha dado la relevancia que merece como protagonista principal de la época colonial. Quizá esa auto crítica impulsada por Fray Bartolomé ha sido la impulsora a su vez de la leyenda negra que, aún hoy, pesa sobre los españoles y sus atrocidades en América, que las hubo. Uno de los pilares del discurso de este dominico fue que “No existen diferencias raciales a los ojos de Dios” y además que “La esclavitud es ilícita, debiendo restituirse a los indios sus bienes y su libertad e introducirlos al cristianismo con el ejemplo”. Gracias a él, en la Junta de Burgos de 1512, el Rey Fernando, tras escuchar a todas las partes (Alonso de Espinar, franciscano de Nueva España y Antonio de Montesinos, dominico) accedió a elaborar una serie de normas que defendieran a los nativos a partir de las cuales surgieron posteriormente las Leyes de Indias, considerada la primera legislación de derechos humanos de la historia.
Muchas veces nos preguntamos por qué el desarrollo de América del Norte ha sido tan distinto del de los vecinos del sur. Supongo, sin ser un experto, que hay muchos factores que han influido en eso. Si la historia nos ha enseñado algo, entonces quizá tengamos que tener en cuenta una serie de pilares fundamentales que serían: La política-religión, la economía, la educación y, como no, el clima. Seguramente, los norteamericanos, al ser colonizados por países del norte de Europa como británicos y franceses, ojo, no exentos de brutalidad como hemos dicho antes, dieron un impulso relativamente importante a la educación y economía e industrialización de los pueblos indígenas ya entrado el Siglo XIX, de modo que casi un tercio de los niños estaba escolarizado, proporción que en América del sur, en algunos países no había ni una ratio de uno por cada treinta. Además, al producirse la independencia, dichos países introdujeron políticas económicas y sociales que tendían al liberalismo burgués en lugar de los terratenientes sureños, a la abolición de la esclavitud y a separarse de las políticas de los conquistadores y de sus instituciones. En Latinoamérica esto no sucedió y la mayoría de países una vez independizados siguieron manteniendo las mismas estructuras e instituciones de los colonizadores lo cual les ha supuesto un lastre de siglos con respecto a sus vecinos del norte.
Con todo esto quiero hacerles ver que el libro de Don Carlos Mesa no es solamente un libro más de historia sobre Cortés sino que a partir del hecho de la conquista y basándose en la figura de Cortés, la Malinche y su hijo Martín reflexiona sobre muchos de estos aspectos que yo he ido desarrollando brevemente en esta crónica. Es un libro que construye, que no se basa en reproches históricos más o menos infundados. Trata de desterrar el malinchismo, el término peyorativo usado en México para referirse a la traición a su origen, a adoptar un uso o una conducta extranjera frente a la nacional. Dice Mesa que “¿Por qué la Malinche debía fidelidad a los pueblos indígenas?” Su padre fue asesinado por ellos y a ella la vendieron. ¿Les extraña entonces que se uniera a Cortés y le sirviera además de como compañera como guía e intérprete?
Por último, Martín, el hijo de ambos es el que durante la novela les interpela pero el autor le sitúa en la ciudad del Alto en pleno siglo XXI. Martín es considerado uno de los primeros mestizos de Nueva España el cual tuvo también una interesante vida llena de conspiraciones, torturas, juicios, herencias y que seguramente dan para un capítulo aparte en una mejor ocasión. Les animo a que echen un vistazo a su biografía.
En definitiva, que creo sinceramente que estamos ante un buen libro que merecerá la pena leerse cuando llegue a nuestras librerías y mientras, como aperitivo, les dejamos estos audios de los protagonistas que esperamos disfruten y nos despedimos, como siempre sugiriéndoles que profundicen, que reflexionen, que sean inquietos y críticos, que se pregunten si la leyenda negra sigue aún ahí o si, por el contrario, cuanto antes desterremos lo que nos separa antes construiremos un futuro juntos, enriqueciéndonos mutuamente, sin rencores y sin complejos. Pasen un mes estupendo y disfruten de la revista.
*Alenarte lamenta no poder emitir los audios de la presentación. Un problema técnico de «exceso de megas» lo impide*