Sergi Bellver (Barcelona 1971) ha escrito doce relatos y una carta, saltando de la nada al todo en 115 páginas. Este país, también en lo literario, es un país de extremos, pasar de ser un héroe a un villano en un silencio, de que te quieran, inviten y abracen al cero absoluto en un aplauso y en ese territorio entre lo uno y lo otro, un lugar inhóspito, pequeño o grande según la horma de cada uno, se ha alojado Sergi durante años, lo conoce, lo recorre, cuelga ahí sus cuadros, sus naranjas, el ventilador y unas cortinas muy vistosas, se aleja de dios y de los hombres y desde esa perspectiva, empieza la construcción y a la vez extiende sobre tu mesa los planos de la demolición. ( Elías Gorostiaga).
Los planos de la demolición. Por : Elías Gorostiaga.
1.- Propiedad privada. El nudo de Koen. Los ojos de Sarah.
Son los tres primeros relatos del libro, este es el orden, Sergi se ha pasado varios días buscando el orden perfecto, se ha pasado varios meses quitando una coma para volverla a poner, añadiendo una palabra para volverla a quitar, despertando en el medio de la noche con una frase que le hacía falta y ahora te mete una rata dentro del pijama cuando estas recostado sobre la almohada y con toda la calma del mundo lees en tu habitación, con luz suficiente y un lapicero bien afilado, ratas, perros, caballos y personas y a todos ellos les envuelve con una bufanda, la misma que colocan en Madrid sobre los hombros de Valle Inclán, la misma que lucía Francisco Umbral en los años de la transición y la movida, esa bufanda amigos, está llena de hermanos gemelos, de herencias y los ojos de Sarah que describe de esta manera: “veo sus ojos ahogados en tinta azul, los ojos de Sarah sin vida, embotados por algas añiles y viscosas que la retienen en el fondo de un mar helado”, esa bufanda que tapa un cuerpo frío sea cual sea la estación del año en la que vives y ese cuerpo frío se te va pegando a tu propio cuerpo.
2.- La muerte de Edmund Blackadder. Banana Dream. Deseo de ser Dimitri. La manada. Señales de vida. Pájaros que llegan a Moscú.
Aquí la variedad es la pulpa, la patata caliente de este libro, el corazón, la sinrazón y la raza del escritor. Todo en estos relatos hierve, hiere, naufraga, vuelves a leer una carta conmovedora de ropa blanca y voz delgada y Bellver te rompe y tú solo te vas pegando hasta quedar marcado por las cicatrices. Y no obstante, no obstante uno desearía más relatos y algo más largos porque te terminan sabiendo a poco y eso por ejemplo me pasa con La manada y señales de vida.
3. En la boca del otro. Mala hierba. Islandia.
En la boca del otro no tienes tregua, este relato que quizá sea mi favorito, apenas se construye con cinco páginas y es brutal, fronterizo, el derrumbe definitivo del hombre. Es quizá en esta parte del libro donde el autor se la juega, se arrima y se desnuda. En estos relatos aparece alguna parte de Sergi, de su vida, de sus estímulos, de lo que odia y le hace temer, le ves la mirada, esa inmensa tristeza y no es suficiente, quieres más de estos terrenos inhóspitos en los que a veces nos encontramos y de los que queremos y no queremos escapar.
Sergi Bellver debía haber escrito más, este libro se queda pequeño y esa inmensa ambición del autor parece encogida por el peso de la responsabilidad de mostrarse en público. Lo cree así el autor, por tener más amigos que lectores, lo que siempre sorprende es que al final esa medida cambia y los lectores son los que terminan recomendado este libro a los amigos, que es lo que yo hago desde estas páginas y a Sergi le pido que siga escribiendo y que lo publique sin que tengamos que esperar otros cien años.