Con esta cuarta entrega finaliza la serie de artículos publicados por Vicente Cuesta en la revista madrileña, destinada al público femenino: El Correo de la Moda, fue publicada en el número 712 de su año XVII, que vio la luz el 31 de octubre de 1867.
Como es habitual se ilustra con imágenes adecuadas al tema y se respeta la ortografía original del siglo XIX.
( Recogida de articulo hecha por Virginia Seguí).
Símbolo y Alegoria de las Flores IV. Conclusión. Por Vicente Cuesta
La raiz del romero comun, cortada al través, no solo presentaba la imágen de una encina, sino que predecia por sus señales cosas muy interesantes para quien sabe leer de corrido los geroglificos. En la víspera de San Juan, cuando los habitantes del país de los espíritus están en el uso de sus funciones, el romero se hace aun mas y mas misterioso. A la caida de la noche su tallo se adorna de una pequeña flor azul, que desaparece al punto, y el grano maravilloso, madurando en un momento, cae de la panta á media noche. <El que tiene la receta del grano de helecho, puede andar sin ser visto>
Es preciso recogerle con cuidado en una servilleta blanca en el momento en que cae, sin estrañarse de los gritos de las Sílfides que rodean al temerario, como dice Aubrey que hacia en su tiempo, cuando alguno intentaba la aventura. Estos pasajes son muy conocidos. Las obras del Dean Jachson, uno de los mas sábios teóricos del siglo XVII, presentan una curiosa relación, casi desconocida, de esta antigua creencia.
Despues que entré en las Ordenes, escribe, tuve la dicha de preguntar á un ignorante (que sabia á ciencia cierta que se habia dejado arrastrar por un maestro de artes profanas para hacer una esperiencia peligrosa) de lo que habia visto y oido cuando espiaba la caida del grano del helecho á una hora tan desusada y siniestra. <¿Qué, me dijo (temiendo quizás que le fuera á obligar á prestar una declaración formal), creeis que el diablo tenga alguna cosa que ver con este buen grano? No; está guardado por el rey de las Hadas, y yo sé que no me hará daño alguno, aunque quiera cogerlo de nuevo.> Sin embargo, habia completamente olvidado el nombre de este rey, con cuya complacencia contaba tanto; la lectura que yo habia hecho de Huon de Burdeos me puso en autos para contestarle.
Concluida la respuesta, principió á interrogarme en estos términos:
<Señor, vos sois un sábio y yo no. Decidme lo que el ángel dijo á Nuestra Señora, ó aquella conferencia que tuvo la Virgen con su prima Santa Isabel, concerniente al nacimiento de San Juan Bautista.>
Hubiérase dicho que su intencion era hacerme creer que sabia mucho mas que lo que dicen los libros, que tenía yo la costumbre de leer.
Yo comprendí al punto el sentido de su enigma, y confesó que habia acertado.
El angel predijo que Juan Bautista nacería en el instante mismo que cayera el grano de helecho, invisible en otros momentos, dando á entender que este elegido de dios tenia alguna virtud estraordinaria de la época ó de la circunstancia de su nacimiento.
El nombre del Rey de las Hadas, que hizo presente á Huon de Burdeos del cuerno encantado, cuyo sonido hacia correr las Hadas en socorro del caballero todas las veces que tuvieran necesidad de ello, era Oberon, que Keghlley ha demostrado era una semejanza de Elberich. Este fué aparentemente el nombre que puso Shakespeare en su produccion, El Sueño de una noche de verano, tomado de la pintoresca novela de Huon.
El serbal de los pájaros es menos célebre que el helecho. Estaba especialmente consagrado á las Sílfides ligeras, y las cruces hechas de su madera ó de sus hojas, sencillamente colgadas en las ventanas, impedian entrar en una casas á todas las malas criaturas.
Lo mismo sucedia en los establos. En el Norte, antiguamente el árbol era llamado Ayuda de Thor, porque se inclinó para dejarse coger por este Dios, cuando, dirijiéndose á la tierra de los jigantes de las escarchas, tuvo que atravesar un rio, que una hechicera había hecho salir de madre.
Este hecho inspiró una gran veneracion por este árbol á los habitantes del Norte. En Modrufell, sobre la costa septentrional de Islancia, se enseñaba siempre un gran serbal la víspera de Navidad cubierto de antorchas, que el viento no podia apagar.
Una de las Orcadas poseia un árbol mucho mas estraordinario, al que estaba unido la suerte de las islas, pues ellas debian pasar á dominio estranjero si se arrancaba una hoja.
La veneracion por el serbal no estaba limitada al Norte escandinavo. Mas de un cementerio galo tenia un viejo serbal, que ocupaba el lugar de el tejo inglés, y las cruces de su madera eran solemnemente distribuidas en ciertas fiestas como un preservativo contra los malos espíritus.
La belleza del árbol con sus grapas de flores blancas, en la primavera, y sus bouquets escarlatas en otoño, pueden esplicar hasta cierto punto las maravillosas propiedades que se le atribuyen.