Todos los estremecimientos de un mundo que se desplomaba, todos los temblores de tantos países, las diversas agonías de Europa entre bombardeos, persecuciones y odios fulgurantes fueron rodeando de un modo u otro la existencia del gran escritor–testigo Stefan Zweig hasta su muerte. ( José Julio Perlado).
Stefan Zweig y el mundo de ayer. Por: José Julio Perlado.
Nacido en Viena en 1881, descubre poco antes de 1900 poemas de Rilke y al inicio del siglo, tras inscribirse en filosofía en la universidad de Viena, frecuenta el Café central en donde comparte las conversaciones con diversos escritores, Arthur Schnitzler y Hugo Von Hofmannstal entre otros. En 1902 traduce a Verlaine y Baudelaire, tres años después, en Berlín, descubre las obras de Dostoievski; en 1905 visita España y Argelia, en 1910 escribe una presentación de las obras completas de Dickens, un año después viaja a América, Canadá y Cuba. En 1914 la declaración de la guerra le sorprende en Bélgica y se incorpora a la armada austriaca destinado al servicio de los archivos de guerra. En 1918 traduce obras de Romain Rolland y en el 20 publica la biografía de Rolland y «Tres maestros» (Balzac, Dickens, Dostoievski). Dos años después publicará » Amok». En 1930 hace una visita a Gorki. En 1933 sus libros son arrojados al fuego por los nazis y en 1934 decide emigrar definitivamente a Londres. Seis años después, en Viena, aparecen varios de sus libros, entre los que destaca «La piedad peligrosa». En 1939 pronuncia en Londres un discurso fúnebre en homenaje a Joseph Roth, al que había conocido ocho años antes. Recibe en 1941 la nacionalidad británica, viaja a Brasil y escribe » Una partida de ajedrez» y «Montaigne» mientras va recogiendo recuerdos para su obra » El mundo de ayer». Su estado depresivo se agrava. Le escribe a Jules Romains: » Ante todo hace falta reencontrar el equilibrio y combatir la fatiga moral que me ha invadido los últimos meses. Yo soy más europeo de lo que creía » . En 1942, mientras asiste al carnaval de Río, se entera de la caída de Singapur. Hundido por tantas cosas decide suicidarse acompañado de Lotte, su segunda esposa. Escribe: «no soporto ya esta vida errante, esta vida provisional» y su existencia termina el 22 de febrero.
Entrevistado en 1940, Stefan Zweig declara: “Asistimos a la batalla más decisiva por la libertad que jamás se haya librado. Seremos testigos de una de las mayores transformaciones sociales que el mundo haya conocido, y nosotros, los escritores, tenemos el deber, por encima de todo, de rendir testimonio de lo que ha pasado en nuestro tiempo. Si reproducimos fielmente nuestras propias vidas, nuestras experiencias –yo tengo intención de hacerlo en una autobiografía – tal vez logremos más que ultimando el proyecto de una novela.
Mi abuelo – sigue diciendo – vivió una vida; mi padre también. Yo he vivido al menos tres. He presenciado dos grandes guerras, una revolución, la devaluación monetaria, el exilio, el hambre. La etapa de la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas no fueron muy distintas de ésta- Ningún período puede compararse con los cambios de los que hemos sido testigos los que hoy somos de mediana edad.
La primera vez que escribo – confiesa al hablar de su autobiografía – es por darme gusto. Incluyo todo lo que se me ocurre. Soy un escritor calmoso, capaz de trabajar todo el día y sentirme feliz. Así que mis primeros borradores son muy, muy largos. Por otra parte, soy un lector nervioso. Me impaciento cuando un autor, yo mismo incluido, divaga, Así pues, cuando leo lo que he escrito, suprimo grandes fragmentos. Corto y recorto hasta que no queda ni una palabra de más, ni una frase de la que pueda prescindir.”
El mundo de ayer, con sus tempestades de acero, con sus ciudades en llamas, con los recorridos solitarios de cuantos perseguidos caminaban hacia el gas, con las canciones acunadas por los acordeones de los cafés, con los pañuelos levantados en los muelles de las despedidas, con los abrazos de los enamorados, con los túneles del hambre, todo ese mundo de ayer – a veces teñido de colores violáceos – fue la estela que marchó tras Stefan Zweig mientras escribía y describía “veinticuatro horas de la vida de una mujer” o sus memorables biografías entre las que destaca su “Balzac”.
Amando Carabias
mayo 21st, 2014
Entresaco de las líneas del artículo:
«Stefan Zweig declara: ‘Asistimos a la batalla más decisiva por la libertad que jamás se haya librado. Seremos testigos de un ade las mayores transformaciones sociales que el mundo haya conocido, y nosotros, los escritores, tenermos el deber, por encima de todo, de rendir testimonio de lo que ha pasado en nuestro tiempo. Si reproducimos fielmente nuestras propias vidas, nuestras experiencias (…) tal vez logremos más que ultimando el proyecto de una novela»
Hace un mes me leí su novela corta «Mendel, el de los libros» (Acantilado) y en verdad que no miente con la afirmación que entresaco de este artículo de José Julio.
Es para pensar. Quizá nuestra época no sea como aquella de 1940, o quizá sí. Pero acaso los escritores deberíamos tomar alguna determinación.