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Doctor Tenazas o el arte de reciclar. Por : Fernando Cana García.

Doctor Tenazas es el nombre artístico de Héctor Cana Sánchez (Madrid 1974). La formación recibida por Héctor  en el campo de la escultura se reduce a la talla de piedra; lo demás lo ha aprendido por sí mismo; es decir, es un autodidacta tanto de la talla en madera, como, sobre todo, de las esculturas que ha hecho con materiales reciclados.

Es evidente que no parte de cero; las raíces de su lenguaje artístico se remontan al menos al expresionismo, a Dadá y al surrealismo en lo que se refiere a la forma, organización y connotaciones de las obras, y se extienden al concepto de objet trouvé o ready-made de Duchamp, Picabia y Ray, al arte povera de finales de los años sesenta y al “arte basura” más reciente; pero el Doctor Tenazas configura con sus objetos y materiales un lenguaje propio en el que se amalgaman las dimensiones de lo absurdo con una impronta humanista y reivindicativa, más sensitiva que racional.

( Fernando. Cana García )

Doctor Tenazas o el arte de reciclar. Por : Fernando Cana García.

Sus figuras cobran vida propia, autónoma; con sus formas, actitudes y proporciones consigue un aire de liviandad y dinamismo en las que interviene la valoración del vacío, tanto en los grandes huecos que dominan en algunas obras -especialmente en las de gran tamaño-, como en los entresijos de los alambres retorcidos que, a modo de redes de neuronas por las que transita la vida, arropan relojes, brújulas, componentes electrónicos, llaves y otros pequeños objetos, y consigue dotarlas de una sensación de existencia real que nos incita a sentirlas como seres desvalidos que vienen a denunciar su procedencia y a reclamar de la humanidad un sitio entre los vivos, como los autómatas de Blade Runner cuando se rebelan contra sus creadores.

El Doctor Tenazas no pretende situarnos solamente ante la sorpresa que nos causa la combinación de materiales y elementos organizados en contextos más o menos surrealistas y siempre ingeniosos, sino  que sus figuras, dentro de los contextos en que se mueven, denotan con su presencia y actitudes un contenido moral, y reclaman la práctica de principios básicos de la existencia: solidaridad, tolerancia, respeto al medio ambiente, reivindicación de la utopía de un mundo mejor, y todo ello transido por la idea de la urgencia: ¡no debemos esperar más, el tiempo se nos acaba!, parece ser el grito que nos arrojan; o lo que es lo mismo una vuelta al principio estoico “de brevitate vitae” acuñado por Séneca y tan querido de los escritores y artistas barrocos con fines religiosos.

Él mismo ha decidido llamarse Doctor Tenazas, porque  su trabajo con esos materiales de desecho consiste en actuar como lo haría un cirujano plástico; esto es, toma en los vertederos restos de aparatos y de máquinas, recoge materiales sobrantes de obras, alambres, latas, tornillos, tacos de madera, ladrillos deformes…, y con ellos elabora figuras que, la mayoría de las veces, imitan formas humanas, o los usa como base de sustentación activa; activa porque ayuda a completar la expresividad de la obra, ya que en algunas esculturas juegan un papel muy significativo, pues sus texturas, colores y deterioro causado por la intemperie o la deformidad se integran en el conjunto haciendo más patente su mensaje.

Sus esculturas no son abstractas, sino todo lo contrario; él parte de materiales desperdigados, los limpia hasta conseguir las texturas que pretende, sin evitar óxidos ni roturas, y elabora con ellos figuras concretas; no son realistas, pues aunque imiten formas conocidas poseen un alto grado de esquematización. Esos homúnculos, esos seres parte imaginados, parte inspirados en la figura humana, aparecen ante nosotros como un grito desgarrado denunciando la sociedad del despilfarro y haciéndonos reflexionar sobre la destrucción del medio ambiente, sobre valores de nuestra cultura y sobre la premura del tiempo.

Su expresividad arranca en los propios materiales; la fragmentación y los óxidos nos hablan del paso del tiempo y de su abandono. La fuerza expresiva que contienen se completa con las formas que da a cada obra; son dibujos o volúmenes en el espacio que nos sitúan ante una especie de espejo de nuestra sociedad, con su vida cotidiana, sus trabajos, sus soledades, sus esperanzas, su dolor… sus utopías. Al mismo tiempo que nos vienen a reprochar el abandono en cualquier sitio de objetos y materiales que deberían ser convenientemente reciclados y no despilfarrados.

El doctor Tenazas no trata de imitar la naturaleza, sino de caricaturizarla para que su denuncia quede más patente; sus obras son como imágenes reflejadas por “los espejos de la calle del Gato” de Valle-Inclán; son esperpentos acusadores. Las figuras “nos miran” de una forma descarnada; no pretenden ser “bellas” en el sentido clásico de la palabra, sino expresivas de ese inframundo del deshecho y del olvido en el que relegamos a los objetos abandonados  por considerarlos inútiles, y reivindican que “otro mundo e posible”; de ahí esa sensación de soledad y desamparo que nos transmiten.

No es precisamente arte por el arte, sino arte comprometido y crítico, empeñado en causas nobles; un arte vinculado al quehacer y a la Historia de su tiempo como los grabados de Goya, el Juramento de los Horacios de David, los Picapedreros de Courbet, el Guernica y Masacre en Corea de Picasso, y tantos otros.

Las esculturas del doctor Tenazas vienen a recordarnos aquello que tan sabia y felizmente expresó Gabriel Celaya en su poema “La poesía es un arma cargada de futuro”:

No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos…
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

Su obra no pretende deleitarnos, aunque muchas veces lo consigue; nos sorprende, nos conmueve y nos acusa.

El propio Doctor Tenazas nos da la pista de sus intenciones en su escrito sobre los orígenes de lo que él llama la tribu o el planeta “Reciclania”. Está concebido al modo de los mitos ancestrales; es como un Génesis:

Hace mucho tiempo cuando el mundo sólo lo dividían las fronteras naturales, la civilización convivía en armonía con este planeta. Esta integración le fue aportando unos conocimientos que, con el tiempo, se fueron transformando en el poder de la sabiduría y en el don de la memoria, unas herramientas de doble filo que originaron la metamorfosis de la civilización en una gran variedad de culturas, las cuales aplicando esa inteligencia y según sus necesidades se adaptaron a nuevos cambios. Gracias a los progresos, las investigaciones aportaron el hallazgo de otro planeta en la Vía Láctea, Reciclania. Un planeta habitable con un extraño inconveniente: la carencia de ruido había causado un silencio con la capacidad de absorber cualquier vibración, produciéndose así la ausencia de sonidos naturales como el de la voz. Este silencio no fue ningún contratiempo para esta cultura que, utilizando sabiamente instrumentos tecnológicos y empleando nuevos lenguajes comunicativos, siguió desarrollándose sin grandes problemas, así descubrió una rueda capaz de agudizar o pulir el peligroso doble filo de esas cualidades tan preciadas. Reciclania continuó sosteniblemente y con armonía, transformándose en diferentes culturas que no olvidaron seguir afilando y puliendo equilibradamente esos dones. Mientras, en la Tierra siguieron progresando, pero durante esas transformaciones algunas civilizaciones descuidaron estas afiladas cualidades y siguieron creciendo y dando cada vez mas peso al doble filo. De esta manera, esas herramientas poco a poco se fueron reclinando en busca del apoyo necesario. Esta absurda dejadez provocó la pérdida de relaciones con Reciclania y desencadenó los profundos cortes que la gran cadena del equilibrio está sufriendo a través del tiempo, y que poco a poco está produciendo mucha más ignorancia y olvidos que memoria e inteligencia”.

*Hector Cana Sánchez ha expuesto en la Casa de la Cultura de Villamanrique de Tajo y actualmente está preparando una posible exposición en la Comunidad de Madrid. El texto que aquí figura procede de la introducción del catálogo que se está preparando. Alenarte agradece expresamente la generosidad de permitirnos reproducirlo, así como las imágenes que proceden todas ellas de la web del artista a donde se remite en este enlace.*

 

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  • catherine

    diciembre 21st, 2010

    Al principio pensaba en los animales, aviones y bicicletas que se hacen en África con latas, alambre e otros desperdicios. Aquí estamos en otra dimensión. La última fotografía que acompaña los versos de Celaya es un grito.

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