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Los palacios del desierto de la dinastía Omeya. Por Virginia Seguí

 


 

La dinastía Omeya puso especial interés en la arquitectura civil construyendo estos palacios o enclaves en el desierto que les permitían pasar temporadas alejados de la ciudad dedicados a sus aficiones favoritas como la caza y las carreras de caballos; pudiendo disfrutar a la vez del lujo y los placeres propios de una vida cortesana; aunque sus usos eran plurales ya que eran además explotaciones agrarias y caravasares, es decir espacios  destinados al descanso de las caravanas que atravesaban el desierto; dado que su construcción está fechada entre finales del siglo VII y mediados del VIII son un ejemplo único de arquitectura civil en la Edad Media, impensable en Occidente.

                              (Virginia Seguí)

Los de la dinastía Omeya. Por Virginia Seguí.

 

 

Las diferentes culturas y civilizaciones, aun siendo contemporáneas, viven procesos de desarrollo diferentes y sus manifestaciones artísticas así lo ponen de manifiesto; eso es lo que sucede durante la Edad Media con el desarrollo de la arquitectura civil; mientras que en el mundo cristiano apenas existe; en el Islam tiene gran importancia ya desde el siglo VII; los musulmanes, sobre todo la aristocracia Omeya ocupó tierras en la zona del Creciente Fértil;  en Palestina, Siria y Transjordania; este tipo de tierras habían sido abandonadas por cristianos que ante la invasión musulmana se replegaron siguiendo al Imperio Bizantino; paralelamente y tras su conquista, el islam modificó también el habitual tratamiento que se les  había dado a las tierras fronterizas y esteparias situadas en el extremo occidental de Irak; organizando en la zona un importante centro de comunicaciones desarrollando en él actividades comerciales, administrativas y agrícolas.

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La dinastía Omeya una vez conseguido el poder y convertidos sus miembros más aristocráticos en propietarios de las tierras situadas en el valle medio del Éufrates (la Yazira), proyectó y ejecutó programas de desarrollo económico agrario; desecando zonas pantanosas y dotando a los campos de adecuados métodos de regadío que consiguieron su fertilidad; esto, además, tuvo un efecto llamada en la población consiguiendo su repoblación; toda esta vida suburbana favoreció el desarrollo de una arquitectura civil dotando a los aristócratas omeyas de residencias estables adecuadas y facilitando el tránsito de caravanas.

Restos arqueológicos demuestran que el gusto por la arquitectura civil era consustancial a la dinastía pues está probada la existencia de un palacio urbano (dar al-imara)en la ciudad de Damasco próximo a la aljama, casi anejo a ella; conocido como al-Jadra (el verde), dado el tono verdoso que había adquirido su cúpula al cubrirse de verdín las placas de cobre que la conformaban; este palacio, que ha desaparecido y no ha sido excavado, se situaba frente al monte Herón; y era la residencia oficial de la corte en época estival.

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 Los descubrimientos de los palacios del desierto omeyas hicieron que los occidentales, todavía dominados por la mentalidad romántica, relacionaran los gustos de los príncipes omeyas con los de los beduinos, asociando su construcción a historias o leyendas antiguas; en este sentido podemos citar la interpretación que José Pijoán hace en sus estudios de islámico; al hablar de los Omeyas menciona su gusto por los caballos y la caza, a la que se dedicaban con su séquito prefiriendo esta vida, en cierto modo nómada, frente a la sedentaria de las ciudades. Menciona que Philips K. Hitti en su Historia de los Árabes, explica que la tendencia atávica de los árabes por los beduinos se recrudeció durante el reinado de Abd-el-Malik, quinto de los califas omeyas y que la causa de ello fue una mujer, su favorita:  Maysun, cristiana siria de la tribu de los Ben-Bahdal a la que no gustaba la vida en la corte; Maysun era poetisa, y en sus versos expresaba la nostalgia de aquellos que acostumbrados a vivir al aire libre, viven encerrados entre los muros de una ciudad; nostalgia de la que era plenamente partícipe; por ello con frecuencia llevaba a su hijo y futuro califa al desierto (badiyah), generalmente hacía Palmira dirección en la que trashumaba su tribu; aficionando al joven príncipe a la caza, las carreras de caballos, la bebida y la versificación; desde entonces el desierto se convirtió en la escuela para los príncipes omeyas; allí recuperaban el lenguaje de los beduinos, y se sacudían los modos arameos de los que se habían contaminado en Siria.

A partir de este califa los príncipes omeyas vivieron largas temporadas en los palacios del desierto denominados al-badiyahs.

Los palacios del desierto han sido estudiados por expertos de diversos países, destacando los ingleses y/o los alemanes como Schumberger, Schulz o Creswell y también por el español Almagro; su estudio ha sido sistematizado; habiéndose definido sus características: entre las más importantes citaremos: su situación en puntos aislados de las grandes ciudades; son, en general, recintos cuadrangulares amurallados con torres de refuerzo y una sola puerta; organizan el espacio en torno a un patio central y tienen dependencias fijas; entre las que destacan el salón de recepciones o del trono normalmente cuadrangular, con tres naves; podríamos decir de planta basilical; una mezquita u oratorio, que suele reproducir la de Damasco aunque a menor escala; existen dos modelos uno incluido en el propio recinto del palacio y otro de planta independiente. Las alcobas o habitaciones se denominan Bayt (casa); son, en realidad, pequeños compartimentos unifamiliares. Se han localizado conducciones de agua, que a veces traían desde considerable distancia; no sólo para uso de los habitantes del palacio, sino para usos agrícolas.

Bayt_sencillo_evolucionadoSu situación ya en zonas limítrofes de población islámica minoritaria hace pensar en un uso múltiple; podríamos decir que jugaban un papel plural; es decir que además de servir como residencias de descanso y placer y fines agrícolas eran, también, puntos de descansos en las rutas de las caravanas; ya que junto a ellos se han encontrado recintos secundarios o caravasares. Contienen gran riqueza artística y refinamiento lo que hace pensar en su uso por la élite social; contienen restos artísticos de importancia. Con frecuencia existen importantes parques en las proximidades o incluidos dentro de ellos de tipo paradeison, con cierto carácter escapista en los que la aristocracia omeya se dedicaba a la caza.

La construcción de los palacios del desierto se produce desde el último cuarto del siglo VII a mediados del VIII, como es natural inicialmente son más primitivos, su arquitectura más caótica; bayt sin compartimentar y situación desordenada. Los modelos se van definiendo y creándose unas tipologías y una organización más coherente y racional.

Los más importantes son: Qusayr Amrá (Jordania) construido por Walid I entre los años 705 y el 715, Minya asociado también con Walid I y en las mismas fechas; Qasr-al-Hayr-al-Gharbi o Palacio fortificado del Occidente construido entre  el 724 y el 740; Qasr-al-Hayr-al-Sharqi o palacio fortificado de Oriente. Más tardíos construidos poco antes del 750 son Al Mafyar y Mschatta. Veremos detalles de algunos de ellos.

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Qusayr Amrá o castillo rojo el primero de ellos descubierto por Alois Musil en 1898; solo se construyó en parte, se conservan los baños que dan idea del refinamiento existente; construcción abovedada, sin relieves ni molduras, decorada con frescos que aún se conservan y que fueron la admiración de todos cuando se descubrieron ya que en contra de lo habitual en el mundo islámico reproducen figuras humanas; existiendo diversos tipos de representaciones, algunas de harén con mujeres desnudas, músicos y danzantes apropiadas a los baños en los que se encuadran; pero también otras situadas en una de las paredes de la sala central de recepción que representan personajes importantes tal como indican sus nombres escritos en árabe y en griego son: Kasair emperador de Constantinopla, Rodrigo, el rey visigodo, Cosroes el emperador de Persia y Negus el rey de Abisinia; todos ellos vencidos por los ejércitos musulmanes.

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Qasr-al-Hayr-al-Gharbi situado a unos cien kilómetros al norte Palmira en un importante cruce de caminos que comunica Damasco con el alto Éufrates y Alepo con Irak; se trata de un recinto amurallado; parece que constituye el primer caravansar conocido en el islam; con unos baños importantes y una zona habitada con bayt sencillos en unidades de cinco; se construyó sobre un monasterio del siglo VI; su fachada, trasladada al Museo Arqueológico de  Damasco, es como una puerta romana, adintelada, descargada con un arco de medio punto, y flanqueada por dos torres semicirculares; arcos ciegos y ventanas; los torreones están decorados con relieves tallados, tipo tapizante de ascendencia semita, los merlones que rematan las torres con formas escalonados tienen clara influencia mesopotámica. También son importantes los restos pictóricos del suelo con decoración de tipo clásico de ascendencia áulica: grecas, vides, racimos de uvas, un medallón de la diosa Gea  en tonos ocres y almagres; con una serpiente en el cuello y sujetando con sus manos una tela que contiene los productos de la tierra. Además de las figuras mitológicas pueden apreciarse figuras humanas; básicamente músicos con instrumentos de cuerda y viento, danzantes; que denotan naturalismo y detallismo; las figuras tienen un canon de 6 cabezas. Los relieves del salón del trono presentan decoración animal de ascendencia persa; asociada a la figura del califa, un león y una leona, en posición de ataque con sus fauces abiertas; al igual que el califa que se manifiesta implacable con los enemigos del islam.

Puerta Qasr-al-Hayr-al-Gharbi . Museo de Damasco

Puerta Qasr-al-Hayr-al-Gharbi . Museo de Damasco

Qasr-al-Hayr-al-Sharqi en Siria, se trata de dos recintos diferenciados; nuevamente está  presente el caravasar, se conservan restos de arcos, la mezquita que imita la planta de la de Damasco y se sitúa en el ángulo derecho. PuertaQasr-al-Hayr-al-Sharqi

 

Uno de los más interesantes al haber sido construido en la última fase, quizás el más tardío fechado en los años 743 y 745 es el palacio de Mschatta, también el de mayores pretensiones; situado en las proximidades de Medina; su planta es un cuadrado de 144 metros de lado, con una sola puerta en la fachada sur; con estructura en tres calles y con un gran patio situado en la central, que por la que comienza su construcción; desde la puerta de entrada hasta el patio se sitúa un vestíbulo y la zona del cuerpo de guardia y al otro lado del patio se encuentra la entrada al salón del trono con cabecera triconque, con tres exedras, y en las proximidades los aposentos reales. Los bayt son de los más evolucionados manteniendo una simetría casi perfecta y se organizan en su entorno, según el plano de Creswell existen también en las calles laterales.

 

 

Excavaciones Mschatta. 1903 y 1903. Museo Pérgamo. Berlín

Excavaciones Mschatta. 1903 y 1903. Museo Pérgamo. Berlín

 

Ruinas Mschatta Schultz 1903. Planta

Ruinas Mschatta Schultz 1903. Planta Museo de Pérgamo. Berlín

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Reconstrucción planta Mschatta. Schultz. 1903. Museo Pérgamo. Berl

Su carácter islámico fue inicialmente discutido; hasta que el investigador alemán descubrió un Mihrab, en un aposento anejo al cuarto de guardia; la existencia de este nicho quibla en el lado de la Meca no dejaba lugar a dudas. No obstante el palacio quedó inacabado Pijoan citando a Severus al-Mugaffa nos indica la causa: “<Como el pueblo lo odiaba, Walid II (743—4) comenzó a construir una ciudad en el desierto. Pero el agua estaba a quince millas de distancia y tenía que llevarse en dos recuas de seiscientos camellos cada una. Muchos obreros, traídos de todas p artes por el califa, murieron de sed. Walid II fue asesinado por uno que se llamaba Ibahim, el cual desbandó las cuadrillas de trabajadores>. El sucesor, Yazid III, al tomar posesión prometió no gastar dinero en construcciones.”

 

 

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Relieves de la fechada de Mschatta. Museo Pérgamo. Berlín

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Friso fachada Mschatta. Museo Pérgamo. Berlín

Reconstrucción entrada Palacio de Mschatta. Schulz 1903. Museo Pérgamo. Berlín

Reconstrucción entrada Palacio de Mschatta. Schulz 1903. Museo Pérgamo. Berl

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es interesante la decoración de la muralla, que fue traslada a Berlín conservándose en el Museo de Pérgamo; un gran friso de casi tres metros de alto decoraba el basamento de la fachada; un gran relieve tallado en los bloques de piedra una vez colocados y organizado en zig-zag, los obreros trabajan la piedra con trépano y cincel; su decoración presenta formas vegetales de ascendencia clásica como ; pero también se distinguen animales: grifos helenísticos, pájaros, el sigmurd persa; animales enfrentados y también la presencia de medallones centrales polilobulados en disposición simétrica; al parecer entre los obreros que trabajaron en la construcción de Mschatta no eran musulmanes sino que había también sirios y cristianos que pudieron influir en la esta pervivencia de modelos clásicos aunque todo ello inmerso en una decoración tapizante y un claro sentido del horror vacui propio del ; por otro lado es, también, evidente que la influencia clásica posiblemente filtrada a través del Imperio bizantino podría haber sido asumida por la dinastía Omeya, que una vez asentado su poder político, se apropia del legado cultural clásico dominante en la zona hasta su conquista integrándolo y asumiéndolo como propio, quizás con la aspiración de suceder a Roma y a Bizancio en el dominio del Mediterráneo.

 

 

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Detalle friso del palacio de Mschatta. Animales enfrentados. Museo Pérgamo. Berlín

Detalle friso del palacio de Mschatta. Animales enfrentados. Museo Pérgamo. Berlín

 

 

 

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