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Los Pequeños y Grandes Libreros. Por José Julio Perlado

 

Interior Librería Rafael Alberti

Interior Librería Rafael Alberti. Madrid

 

Un recorrido y una reflexión de José Julio Perlado, a caballo entre la nostalgia y el homenaje sobre esos lugares que, para tantos de nosotros, son una Casa: las .

Y un emocionado pensar en el papel que los tienen a la hora de mantener en pie y con vida nuestra cultura y nuestro legado.

 

 

Los pequeños y grandes Libreros. Por José Julio Perlado

LibreriaSipnosisGranCanaria

Interior Librería Sinopsis. Las Palmas de Gran Canaria

Ah, los pequeños y grandes libreros que acuden a la entrada de los clientes, que pasean entre los lomos de las obras, que han desembalado paquetes, soltado cintas, abierto cajones, que han extraído a Proust y lo han colocado en puestos esmerados, que han pesado y mirado y valorado los Diarios de Virginia Woolf, las andanzas por los caminos de Robert Walser, las traducciones apasionadas de Tolstoi, las tormentas marítimas de Conrad, pequeños y grandes libreros que se han deleitado primero con los poemas de Keats, con los versos de Eliot, con los vaivenes líricos de Rilke, pequeños libreros amantes  de  las hojas, del olor de las encuadernaciones, cuyo tacto ha pasado varias veces por la piel rugosa de tantas novelas, de tanta historia, de tanta invención, hombres y mujeres que desde la infancia conviven con las letras, con las vocales y con las consonantes, con los famosos grabados, con las ilustraciones prodigiosas, con las dedicatorias personales, libreros que huyen en principio de los ordenadores y desde siglos se confían a su intuición y a sus manos, manos que han pasado páginas en silencio, calibrando, ponderando, valorando el cuerpo del libro, extrayendo cuanto el libro guarda en sus sótanos, iluminando los recovecos de las historias, lectores mucho antes que libreros, apasionados lectores en sus casas, conocedores de los clientes fijos, de sus inclinaciones y manías, adivinadores de gustos, psicólogos, a veces entrañables amigos, consultores, confesores de nostalgias, gentes que invitan a releer, descubridores de vocaciones, todo un mundo en ese recinto del pequeño local de barrio que se niega a desaparecer.

 

Ahora que cierran tantos lugares entrañables poblados de libros es necesario  un  canto a este oficio de vocación.

Libreros al borde del Sena. París

Libreros al borde del Sena. París

 

¡Ah, los pequeños libreros grandes, tan entusiastas en sus frases, tan fervientes en sus comentarios,  libreros presurosos y entrañables, que se sientan a veces con nosotros para desgranar aquel episodio novelístico, analizar un cuento, sugerir un final, recomendar un estilo, libreros que vinieron y se van, compañeros de autores, animadores de tertulias, ojos y oídos de la literatura, acompañantes por los caminos de la lectura, ese camino que bordea las horas, da vueltas al silencio, un camino de letras y de conversación!

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