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La Exposición : “Gregorio Arnanz Rodríguez. Ceramista» (Segovia, 1886-1961)”. Por : Amando Carabias María

Regreso a las salas del Museo Rodera Robles de Segovia. Me he acercado para contemplar la exposición que desde el día veintidós de junio y hasta finales de noviembre ocupará sus salas bajo el título Gregorio Arnanz Rodríguez. Ceramista (Segovia, 1886-1961)”.

Antes de cruzar la puerta, nada más hojear el folleto de la exposición, uno se da cuenta de la paradoja del título que no es el más preciso, aunque quizá sí el más adecuado. En efecto Gregorio Arnanz es conocido por su tarea como ceramista (de ahí lo acertado del título); de hecho dos grandes estudiosos del tema, Abraham Rubio Celada y María Jesús Tejada lo consideran el discípulo predilecto de Daniel Zuloaga. Sin embargo, al hojear el catálogo y entrar en las salas, me asalta la idea de la imprecisión. O bien Arnanz no sólo es ceramista, o bien para alcanzar altas cotas en este arte decorativo es precisa una preparación mayor de la que se pueda suponer en principio. La primera virtud de esta muestra, pues, ha sido descubrir a una persona que tuvo incursiones en diversas ramas del arte: dibujo, acuarela, óleo, fotografía, como iré apuntando… ( Amando Carabias )

 

 

 

 

 La  Exposición : “Gregorio Arnanz Rodríguez. Ceramista» (Segovia, 1886-1961)”. Por : Amando Carabias María.

 

 

Al entrar en las salas, donde suena música clásica, otra de las pasiones de Carlos Arnanz, comisario de esta exposición, además de escritor y divulgador de la obra paterna, quien me acompaña durante toda la visita revelándome aspectos que de otro modo habrían pasado desapercibidos para mí, uno contempla la belleza de platos, jarroncillos, botijos, placas, jofainas, cuadros al óleo o acuarelas, dibujos, fotografías tomadas por el propio Gregorio Arnanz o instantáneas tomadas por otro que muestran obras cerámicas salidas de sus manos con las que –lamentablemente- no se puede contar, a pesar de los múltiples intentos y esfuerzos realizados.

Gregorio Arnanz nació en Segovia en 1886. Su padre, maestro de profesión, además de iniciarle en los libros, pues poseía una biblioteca de cierta calidad para entonces, le brindó su apoyo para adentrarse en las artes decorativas. Con diez años se matriculó en la Escuela de Dibujo de Segovia, y tras un solo curso, en 1897, es contratado como operario que colabora con Don Daniel Zuloaga en la fábrica de loza “La Segoviana”. Entonces la ciudad no llegaba a 15.000 habitantes de los que unos doscientos, trabajaban en la fábrica o dependían directamente de ella pues allí servían las materias primas y el combustible necesarios para su producción; resalto este dato resalto para dar una idea de la importancia de “La Segoviana” en la economía local de principios del siglo XX. Como demuestran unas cartas halladas entre la correspondencia de D. Daniel Zuloaga –de las que también se encuentran copias en esta muestra-, muy pronto contó con la confianza del maestro.

En 1900 ocurre algo que quizá sea de difícil comprensión para esta época de información instantánea y globalizada, así como rapidez y velocidad viajera. La exposición universal de París en 1900 fue un acontecimiento de primera magnitud que tuvo su repercusión en nuestro protagonista, y en nuestra ciudad, como en el resto del Estado. Tal fue su importancia que el Gobierno español estableció ayudas para que 200 obreros menores de 40 años (al final serían 229) acudieran a la capital francesa. A Segovia, en el cupo inicial le correspondió un obrero. Sin embargo la Sociedad Económica de Amigos del País pensó que una plaza era excesivamente poco y logró que se dotara a otros cuatro profesionales. Según se ve en las actas y documentos que también forman parte de esta exposición, se presentaron doce personas. Entre quienes estaba el jovencísimo Gregorio Arnanz que, con 14 años, obtuvo la cuarta puntuación más alta, superando al estimable pintor Lope Tablada Maeso. Junto a ellos, y por delante, quedaron Toribio García, escultor, Mariano Tomé, impresor y Manuel Gómez, oficial de albañilería. Esta expedición, en aquellos años de depresión colectiva causada por la pérdida de las colonias de 1898, fue considerada de tal importancia que los obreros fueron despedidos en el palacio de Miramar de San Sebastián por Alfonso XII, muy niño aún, y el Primer Ministro Dato.

En 1906, Daniel Zuloaga abandona la fábrica de loza y vuelve a Pasajes de San Juan. Al mismo tiempo, Gregorio Arnanz se traslada a Madrid para opositar al Cuerpo de Correos y Telégrafos. Al año siguiente, el ceramista vasco retorna a esta ciudad, pero no a la fábrica de donde salió, sino que crea su propio taller en la desamortizada iglesia de San Juan de los Caballeros que desde entonces se conoce en Segovia como Iglesia de los Zuloaga y hoy es el Museo Zuloaga. En este tiempo y hasta 1912 la fábrica de loza sin la presencia del vasco y del segoviano, entra en un declive manifiesto que está a punto de llevarla al cierre, como se sugiere en alguna información de la época. Sin embargo no sucede tal cosa, sino que, por el contrario, como demuestra el amplísimo reportaje del 10 de junio de 1915, del “Diario de Avisos” de Segovia, se produce una profunda ampliación y remodelación del negocio… ¿Qué había sucedido? Precisamente en 1912 regresa a Segovia Gregorio Arnanz quien compatibiliza su puesto de oficial de correos y telégrafos con el de dibujante para esta fábrica. En dicha remodelación de instalaciones y maquinaria también se aumenta el personal que vuelve a elevarse con 125 obreros que trabajan en las propias instalaciones a los que habría que añadir otros 75 encargados de otros oficios ligados a la propia producción y funcionamiento de la fábrica. Dentro de ese reportaje se lee textualmente:

“Al frente de todo el personal están los ingenieros señores López e Inglada, a quienes ayuda con arte e inteligencia muy apreciable, el notable dibujante D. Gregorio Arnanz(la negrita es mía).

Esta sola frase viene a confirmar de algún modo la tesis expuesta más arriba y hace que el espectador vuelva a contemplar las piezas con otros ojos. Allí en los trazos de los azulejos, murales, platos, jarrones, etcétera, está la mano creativa de D. Gregorio que ya se había anticipado en los cuadernillos y láminas de dibujo. Es en estos años y hasta 1927, cuando Arnanz y su equipo de colaboradores acomete las obras que dieron más lustre a “La Nueva Segoviana”, como se le conoce popularmente. Sobre todo los paramentos cerámicos que se ejecutan para la sacristía del Santuario de la Fuencisla con motivo de su coronación canónica. En ellos predomina el color azul cobalto en los dibujos que representan los monumentos más conocidos de la ciudad. Estos encargos –que en realidad, y en buena parte fueron donaciones de la propia fábrica y sus operarios tal y como se atestigua en diversos documentos- suponen la etapa álgida de su labor que sin embargo no está fehacientemente acreditada, porque es muy probable que a los dueños de la fábrica les interesara que la sombra de la fama de Zuloaga planeara sobre sus productos ya que con esa aureola se comercializarían más y mejor. Expertos en la obra del vasco (de nuevo citamos a Abraham Celada) aseguran que, precisamente, la ausencia de firma es prueba clara de que no fue él su autor, ya que era especialmente cuidadoso y puntilloso en este asunto. En todo caso la influencia de Zuloaga en el discípulo es evidente y de ella nunca renegó Arnanz, sino que siempre se sintió orgulloso.

Cuando pienso en un ceramista, me imagino a alguien situado en el lindero que une o separa al artista del artesano. Porque, si bien es cierto que la producción cerámica, o de loza fina como se decía antaño, es una actividad industrial destinada al uso cotidiano y que se concreta en objetos tan usuales como platos, vasijas, jarrones, jofainas, azulejería para paredes…, se precisa de un decorador que imagine y luego concrete esa idea en dicho utensilio. El ceramista ha de saber cuestiones técnicas propias del proceso de producción: temperaturas y tiempos de cocción, elementos que se han de mezclar para alcanzar tal o cual color…; pero cuando además de estos conocimientos técnicos se posee la capacidad de diseñar los motivos con que se adornan las diferentes piezas, entonces quizá nos estemos asomando a un artista incipiente, a alguien que es capaz de crear un motivo diferente de los anteriores y no se conforma con la mera repetición mecánica. No es que opine que esto último esté mal, al contrario, no todo el mundo posee el mismo tipo de capacidades, y no por poseer ésta se es mejor o peor en ningún aspecto. Lo que vengo a decir es que sin esta inquietud artística –lo dejaré aquí, que los excesos nunca son buenos aliados-, probablemente el espectador de esta exposición no descubriría fotos, dibujos, acuarelas, óleos, además de la propia cerámica a él debida. O dicho de otro modo, si no estuviéramos ante un artista –quizá menor, quizá incipiente, pero artista al cabo- no existiría esta exposición.

En la obra cerámica mueble de Gregorio Arnanz contemplamos varios estilos que muestran su versatilidad para concebir motivos en sus decoraciones. La serie orientalizante, donde aparecen aves y ciervos como silueta central, la heráldica cuyo motivo principal son diferentes tipos de escudos y la modernista con perfiles de bustos humanos o motivos simplemente vegetales. Lastimoso es que no se hayan podido localizar dos magníficos tibores de la serie orientalizante, de los que sólo nos ha llegado su testimonio fotográfico. Las conjeturas más probables nos empujan a creer que pueden medir en torno a un metro de altura. Los colores vivísimos cobaltos, verdes, rojos alegran la vista del espectador al contemplar platos, vasijas, botijos…

Respecto de la obra cerámica inmueble, además de los ya citados paramentos de la sacristía del Santuario de la Fuencisla, y anterior a ellos, resaltamos su colaboración con dos grandes obras de Zuloaga ambas en la Catedral segoviana: el altar cerámico donde se enmarca el Cristo de Pereira o de Lozoya de la Capilla del Santísimo, una de las piezas de imaginería española de más alto valor artístico, cedido al Cabildo por la familia de los Marqueses de Lozoya, y el transparente de unos doscientos metros cuadrados que se usaba durante la semana santa para ocultar el retablo mayor de dicha capilla obra de Churriguera. Lamentablemente éste último –que debe ser impresionante por su tamaño- no se contempla en la actualidad, aunque su estado de conservación es bueno. El altar del Cristo de Pereira es una prueba de lo que un arte decorativo, cuando se ejecuta con honestidad y sabiduría, puede y debe suponer para resaltar aún más una obra de arte de primer orden.

En los otros apartados de expresión artística –por así decir-, especialmente notables me parecen sus dibujos, en especial el pequeño boceto del retrato de una niña cuyos ojos parecen estar vivos ante nuestra mirada, o un dibujo realizado sobre el anverso de una hoja para redactar un telegrama que reproduce con precisión asombrosa varios esqueletos de dinosaurios o animales fantásticos…

Tampoco son desdeñables sus cualidades como acuarelista, como demuestra el puñado de pequeños cuadros que se nos enseñan, en especial el boceto de una vista de la Catedral desde el Pinarillo que luego se repite, con peor suerte, en un óleo para luego pasar, esta vez de modo hermosísimo, a una cerámica que se encuentra en el santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla. También es destacable el cuadro titulado Alegoría segoviana fechado en 1907 (parece, pues a mi modo de ver hay un dígito que se sobrepone a otro), aunque la tradición de la familia habla de una obra presentada como mérito al concurso para el viaje a París. En su faceta de pintor al óleo se muestran varios cuadros reproduciendo algún rincón de la ciudad, o con copias de cuadros de Ignacio Zuloaga. Aquí destaco una reproducción de la Última Cena de Juan de Juanes. El valor de esta pintura, más que nada es una prueba de su colaboración intensa con su maestro Daniel Zuloaga en la elaboración del transparente de la catedral, pues esta misma reproducción aparece en la citada tela, y el cuadro nunca salió de la casa de Arnanz.

Por último destaco las pequeñas fotografías debidas a su propia mano. En ellas se observa instantáneas de valor testimonial, al menos desde nuestra perspectiva de un siglo más tarde. En ellas descubrimos esa especial mirada inquieta e inquisitiva de un hombre que estuvo interesado por múltiples facetas, un hombre que según vengo afirmando desde más arriba, no puede ser considerado como mero artesano. Si no, repito, por mucha pasión y cariño que la familia muestre por él y su obra, hubiera sido imposible organizar una muestra retrospectiva del conjunto de su obra. Una exposición que desde aquí invito a visitar, porque es un modo de ir comprendiendo que la vida no sólo se escribe con los grandes nombres que figuran con mayúscula en los libros de historia o de arte, sino que es un tapiz cuya urdimbre son miles o millones de hilos que tienen su sitio reservado e insustituible en el conjunto.

Nunca se agradecerá lo suficiente la tarea divulgativa de personajes de esta categoría que realizan instituciones como la Fundación Rodera Robles, porque, insisto, ayudan a que valoremos el esfuerzo de quienes nos precedieron.

 * Las fotografías proceden del periódico El Adelantado de Segovia y de la web Dibujos de Gregorio Arnánz.*

 

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  • Mercedes Pinto

    julio 17th, 2011

    A mí no me extraña que Gregorio Armánz tocara tantos palos y todos bien. Suele ocurrir que el creativo lo es en muchas disciplinas, él especialmente en las artes plásticas. Luego la vida, por distintas razones, te va estrechando el camino y tienes que definirte, o te definen otros, normalmente por intereses. Lo que está claro es que era un artista extraordinariamente dotado y trabajador. Ha sido un lujo conocerlo de tu mano.
    Un abrazo.

  • Flamenco Rojo

    julio 17th, 2011

    No conocía a este polifacético artista…Es un placer conocer a gente interesante tal como los describes.

    Un abrazo.

  • Carlos Arnanz Ruiz

    julio 18th, 2011

    Como comisario de la exposición GREGORIO ARNANZ CERAMISTA tengo a bien agradecer el excelente trato dado al texto de Amando Carabias en relación con la misma.
    Intentaré poner esta publicación en mis favoritos y tambien en las recomendaciones de mi blog
    Saludos afectuosos
    Carlos Arnanz ruiz

  • Alenarte Revista

    julio 18th, 2011

    La dirección de Alenarte le agradece enormemente sus palabras. La Generosidad no es una cualidad que abunde: muchísimas gracias.
    Saludos también afectuosos.
    Alena Collar.

  • catherine

    julio 20th, 2011

    ¿Qué puedo añadir después del comisario de la exposición? sino que fue un placer leer este texto lleno de detalles.

  • Marina

    julio 22nd, 2011

    Hola!!!
    Amando, es un placer leer este testo y conocer un poco este Artista, que yo desconocía.

    Debe estar preciosa la exposición, pena me da el no estar más cerca.

    Un abrazo y hasata siempre.

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