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Alenarte Revista número 90. Enero 2013. Imagen del mes en Portada: José Luís Martin de Vidales. Jardines del Piquío.

Bienvenidos al número 90 de Alenarte Revista. Inaugura éste (con acento) el año 2013. Y me van a permitir que diga lo que alguno/a ya estará pensando: que solamente quedan diez para llegar a cien…

Eso será dentro de diez meses. Es decir, que, en noviembre de 2013, Alenarte celebrará con todos los fastos que sean necesarios haber llegado a una cifra que ni en sueños su directora se hubiera imaginado.

Noventa números de Alenarte son muchos. Pero sobre todo es el reflejo de una constancia en el trabajo, de un interés en continuar, de un no dejarse llevar por el qué más da, de una dedicación de los integrantes de la Revista que nunca será suficientemente valorada.

Estar mes a mes, seguir estando, seguir enviando colaboraciones, continuar ocupando el tiempo-que podrían dedicar a la familia, a sus diversiones particulares, a sus amigos, o a lo que les diera la realísima gana, carape-, en la Revista sólo, únicamente, muestra que Alenarte tiene unos redactores/as de lujo. No. Miren ustedes, Alenarte no soy yo; Alenarte no es Alena Collar, son sus redactores/as porque esto es, ya no un proyecto sino una realidad Colectiva.

Hace noventa números me avisaron gentes muy bien “intencionadas”: “no tiene futuro”.

Este número de enero, el noventa, es la prueba de que se equivocaron con “muy buenas intenciones”.

Pero si ellos siguen, si continúan, si este invento permanece, es porque es interesante, inteligente y porque atrae; en Red todos los días nacen proyectos; duran lo que duran, algunos a pesar de los aportes económicos para mantenerlos en pie.

Alenarte es gratis. Ni paga ni cobra. Pero se lee.

Ustedes regresan mes a mes, encontramos nuevos lectores/as, a mi modo de ver, por algo tan sencillo como que contamos cosas que interesan a la gente de modo que otros no las cuentan; hablamos sobre temas que otros no tratan: muchas veces porque es muchísimo más fácil seguir la corriente y ningunear lo que no está “bendecido” por los gurús de la Cultura. A nosotros nos gusta hablar, escribir y contarles lo que pasa y no les van a contar. Y ustedes parece-digo- que se lo pasan bien leyéndolo.

Son noventa: serán cien.

Y lo celebraremos con ustedes. ¿A que sí?…

Esta vez, decora este editorial- pelín serio- que les he largado, un cuadro magnífico de José Luis Martin de Vidales.

 






 Imagen del més en Portada: José Luís Martin de Vidales. Jardines del Piquío.

 

Jardines de Piquío . Jose LuismartíndevidalesEste artista residente en Boadilla del Monte, profesor de pintura y durante 22 años al frente del taller municipal de Pintura de Villaviciosa de Odón, nos presenta en este lienzo, lo que algunos llamarán “una escena típica” de un lugar emblemático de Santander; los jardines del Piquío.

Hoy la pintura figurativa se pretende menor por aquellos que se instalan en la división del arte, sin atender a la belleza del cuadro independientemente de su estilo o su técnica.

Este lienzo representa y recrea un instante fugitivo, algo que sucedió y que, gracias a Martin de Vidales ya es eterno. Ha conseguido atrapar un instante para dejarlo para siempre existiendo. Si fuera una fotografía quizá no tendría la sutileza de amarillos ni el bronce del cielo. La fotografía marca un momento, la pintura lo eterniza.

La perspectiva que contrasta entre las figuras y el paisaje, conscientemente de menor volumen aquellas en primer término, da profundidad a la creación, la sitúa espacialmente. Y temporalmente; por las ropas, el cromatismo del paisaje, probablemente es primavera; el lugar además no está lleno de gente.

La suavidad tonal dulcifica la escena; colores fríos en su mayoría, graduación en los diferentes planos.

Un cuadro, a mi modo de ver, para disfrutarlo y regresar a él.

 

 

 

 

 

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  • Marina Filgueira García

    enero 20th, 2013

    Si señor, el pintor atrapó ese instante para disfrute y deleite: haciendo detener en el nuestra mirada hoy.

    Bellísimo. Gracias, un saludo.

  • Pilar Moreno Wallace

    enero 21st, 2013

    Una historia donde no cuenta el tiempo ni los gestos: el pincel tiene la palabra. Una obra preciosa que me ha encantado conocer.

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