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Blade Runner. Aproximación al azul y a la ciudad actual. Por: Elías Gorostiaga.

El color de esta película es el azul. Todas las esencias se guardan en pequeños frascos, en los que a veces solo cabe un suspiro. Las demás, las que se encierran entre esos pequeños pelos urticantes que se dejan mecer por el ritmo y la tersura de la película, son la voz en off (de la que nunca te cansas) la lluvia, la comida viet,  Daryl Hanna/Pris la replicante rubia y punkie, la poesía de la supervivencia, la falta de esperanza cuando todo lo que te rodea son buenas imitaciones de muñecos amigos, recuerdos implantados, es decir replicantes, casi perfectos, casi humanos, casi como tu y como yo, pero mejores, ellos saben cuanto les queda y ni tu ni yo lo podemos conocer, … Tu, como mucho solo ves como te transformas en una mutación, a medida que te crece la barriga  y las bolsas de grasa, que solo termina en la muerte absoluta, ellos no, ellos no envejecen, no pierden un milímetro de su vigor, de su energía y sin embargo, son Nexus 6. ( Elías Gorostiaga).

Blade Runner. Aproximación al azul y a la ciudad actual. Por: Elías Gorostiaga.

 

Debido al ritmo y la cadencia de imágenes (lentas para el cine de acción) y de contexto, apenas tuvo éxito en las salas comerciales “americanas”, pero en el resto del mundo, el planeta no americano, se meció como una hamaca debajo de un porche en una noche de verano que ya dura treinta años. Con ella Ridley Scott hizo un buen trabajo, básicamente firmó el trabajo para el que había nacido en esta vida, filmaba el futuro.

 

El futuro es eso y ya es así en algunos lugares. Cualquiera que se asome a una cualquiera de las ciudades asiáticas y cene en un puesto cualquiera de cualquier calle, donde se desate una tormenta, por un momento vivirá un instante de Blade runner.

 

Cualquiera que asista a una manifestación no autorizada, en la que aparezcan Mossos runner dando leña y retirando elementos incontrolados, asistirá en directo a un espectáculo que ya ha visto antes, que genéticamente se va instalando generación tras generación.

 

Cualquiera que sienta algo por la música electrónica de la marca Vangelis, sentirá algo cuando se acercan los elementos más poéticos de esta cinta, porque sin que lo sepas el esternón se amplía dejando la capacidad torácica con seis litros más de aire, es oxígeno puro y adrenalina, que te traslada a lo que vas viendo desde el viejo sillón donde estés recostado.

 

Literariamente, uno debe asomarse por curiosidad a ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K Dick y después alejarse de esa novela como hicieran Hampot Fancher y David Peoples, los guionistas bien pasados de LSD.

 

Pero nadie puede dejar de olvidar elementos imprescindibles para esta película, elementos que conforman estructuras imaginarias que aunque pasan desapercibidas se impresionan en la corteza visual del cerebro, como una mano en un mosaico de escayola fresca, estoy hablando del hoy desaparecido Moebius en la historieta The Long Tomorrow, hablo de Metrópolis donde ya aparece esa idea de megaciudad y de autómatas,  del Hopper pintor en los Angeles y hablo del pequeño relato de William S. Burroughs Bladerunner A movie (editada en España por Ediciones Escalera, Febrero de 2012 y recomendada por J.A.Barrueco) y todo ello es indispensable para imprimir en tu imaginación y después en tu vida y en tus genes para las futuras generaciones, una herencia.

 

No queda mucho para el 2019 de la película, ya no queda mucho para muchas de las acertadas creaciones/ficciones de hace décadas, ni siquiera queda mucho de este planeta, ni de muchos de los paisajes que ahora se conocen y eso en el año 82 del siglo XX, era un avance, un avance de la pesadilla.

Yo he envejecido, no tan prematuramente como William Sanderson, Harrison Ford ha resistido y sigue ahí, aguantando el tipo como todos; y envejecido después del paso de esos treinta años, todavía recuerdo que soñaba con aquella rubia punkie que parecía una muñeca mala, de porcelana y es lo que tiene la porcelana, la vida, crecer y olvidar, que un día te la encuentras rota dentro de una caja de cartón, abandonada,  tal y como se abandonan los sueños de los androides.

 

De vez en cuando abro la caja y dejo que vuelva sobre mi, toda esa colección de imágenes sugerentes, sugestivas y me pongo a volar sobre la lluvia, en un viejo rascacielos abandonado y llego a ver más allá de Orión, (depende de cómo esté de acomodado, bastante más allá). Parece que este año las cosas van así.

 

 

 

 

 

 

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  • Amando Carabias

    abril 18th, 2012

    Película imprescindible más que para adivinar el futuro, para entender este presente cada vez menos humano.

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